El capellán de la Policía de Misiones Fabián Szyszkowski (35) renunció a su cargo en la fuerza a raíz de las presiones políticas y la imposición de cuatro horas diarias de guardia en la comisaría de Campo Viera por parte de la cúpula de la fuerza. Szyszkowski, junto a su hermano Marcos, también cura, habían apoyado a los policías que el año pasado se acuartelaron en reclamo de mejoras salariales y tenían un discurso muy crítico hacia el Gobierno provincial.
El sacerdote admitió que dejó el cargo por un pedido del obispo de Oberá, Damián Bitar “y yo lo realizo con obediencia evangélica”.
En una nota que envió al ministro de Gobierno, Marcelo Pérez, Szyszkowski sostuvo que la decisión “ha sido producto de un discernimiento sereno y en comunión con el obispo de la Diócesis de Oberá, con quien he dialogado con franqueza y en espíritu de comunión”.
El religioso agradeció “por el tiempo compartido junto a los hombres y mujeres de la fuerza, por cada encuentro, cada oración, cada gesto de confianza. Ha sido un honor y una gracia caminar a su lado, sosteniéndonos mutuamente en los desafíos de la vocación y el servicio”, agregó, en un mensaje a los policías.
En la misiva, que está firmada también por el obispo Bitar, Szyszkowski sostuvo que “mi misión pastoral debe continuar por otros caminos” y destacó el “cariño y el respeto” que sintió por parte de los policías mientras se desempeñó como capellán.
En una entrevista con Radio Up de Posadas, el sacerdote admitió que “no es para mí una alegría dejar la capellanía, al contrario, siento dolor. Pero no los dejo solos, seguiré acompañando como sacerdote al personal policial de manera personal”, aseguró.
Los hermanos Marcos y Fabián Szyszkowski quedaron en la mira de la cúpula policial en mayo del año pasado cuando acompañaron a los policías que se acuartelaron durante once días en reclamo de mejoras salariales.
En esa oportunidad, durante una celebración religiosa en el acampe policial, el padre Marcos pronunció una homilía en la que no ahorró cuestionamientos al poder político. Ante la tropa pidió “que podamos desde la unión que hace la fuerza, dejar de estar arrodillados ante quienes nos someten, nos amenazan, nos presionan y nos quitan el pan de la mesa”.
“Pidamos que nosotros acá también podamos liberarnos y aprender a vivir de la bienaventuranza que nos da la libertad, que la dignidad no se negocia, que es necesario que cada familia tenga un plato de comida digno”. Y advirtió, en un claro mensaje a la clase política que “el pueblo ya no está arrodillado, ya no tiene miedo, el pueblo ya se levantó”.
Un año después, en el acto conmemorativo del 25 de Mayo, el sacerdote volvió a mostrarse muy crítico al hablar de “policías silenciados por opinar, docentes agobiados por salarios indignos, médicos extenuados que trabajan por migajas, presos sin juicios, ciudadanos con miedo a hablar o alzar la voz”. Ocurrió cuando el Tribunal Electoral desempolvó un inciso de la Constitución Provincial para privar del voto a unos 25.000 integrantes de fuerzas de seguridad y armadas.
Unos días después ambos recibieron una orden verbal de la Jefatura de Policía que les imponía prestar servicios en la guardia de las comisarías de Jardín América y Campo Viera durante cuatro horas diarias, sin ninguna función específica. Los hermanos acataron el pedido de sus superiores y en sus parroquias colocaron carteles para informar que si los necesitaban debían acudir a la comisaría.
“Nosotros no somos servidores públicos, sino que prestamos un servicio a la Policía como capellán. El servicio es 24 horas e intervenimos en casos de urgencias, duelos, enfermedades y actos”, explicó el religioso.
Al referirse a la decisión de de la Jefatura de Policía, Marcos, el hermano de Fabián, advirtió que “si esto es por decir la verdad desde el Evangelio, entonces estamos entrando en un terreno muy delicado. No creo haber dicho nada malo”.
El religioso sostuvo que la orden “se puede interpretar como un intento de silenciar la voz profética de la Iglesia. Puede ser una persecución religiosa solapada”. Y advirtió: “Mis mensajes no cambian. La dignidad no se negocia. Si quieren conflicto, tengo firmeza, no otra cosa”, dijo Marcos, quien continúa con sus funciones de capellán y cumpliendo guardia en la comisaría que le asignaron sus superiores.