El balance es positivo. Recordemos las circunstancias en las cuales este Gobierno ha desplegado su política económica: post-pandemia, alta inflación (local y global), y guerras.
Un escenario marcado por la inestabilidad e incertidumbre a nivel global. En concreto, podríamos separar el manejo en cuatro elementos: tres positivos y uno negativo.
El aspecto negativo es particularmente grave, ya que corresponde al rechazo de la reforma tributaria. Es complejo hacer un contrafactual de qué hubiera sucedido de aprobarse, pero lo cierto es que la ciudadanía percibe deficiencias en materias como salud, educación, y vivienda, y especialmente en materia de seguridad y crimen organizado: las instituciones como el ministerio público, o las policías, no han recibido los recursos suficientes para adaptarse al nuevo escenario. Lo más problemático del asunto es la renuncia a debatir las ideas de frente a la ciudadanía. Esto es algo atípico en nuestro sector y se refleja en los logros de este Gobierno: 40 horas, el Sistema Nacional de Cuidados, o la reforma previsional… son ejemplos de reformas en las que el debate obligó a incorporar cambios, a veces moderación y también gradualidad.
Pese a esto, los elementos positivos son sustantivos. Este Gobierno logró resolver los desbalances macroeconómicos que recibió en marzo de 2022. El FMI ha sido bien claro al respecto, Chile destaca en esta materia. En el plano de las relaciones internacionales, se ha logrado atraer nueva inversión y reforzar asociaciones comerciales particularmente relevantes. Por otro lado, ha sido muy diligente en materia de acuerdos. Por ejemplo: la Estrategia Nacional del Litio, el proyecto de ley que crea la AFIDE, y más recientemente el proyecto de Ley Marco de Permisos Sectoriales. Son casos que dan cuenta de una perspectiva de mediano y largo plazo, lo que le da mayor relevancia al logro de este Gobierno de retomar una senda de crecimiento.
Fuente: Sebastián García, vocero económico del
comando de
campaña de Gonzalo Winter.