“La buena suerte es que todavía tengo mi cerebro; la mala es si al público no le gustan mis libros”

“La buena suerte es que todavía tengo mi cerebro; la mala es si al público no le gustan mis libros”


El viernes 31 de enero, el Centro de Convenciones de Cartagena de Indias estallaba de gente. Un paneo de la cámara por la platea y los palcos mostraba a un público entusiasta que, a pesar del aire acondicionado que en el Caribe siempre congela, se abanicaba entre tanta humanidad.

Salman Rushdie, en el Hay Festival de Cartagena, según narró, horas antes le ofrecieron una boleta revendida para la charla del “Señor Salomón”. | Foto: AFP

Salman Rushdie, muy aplaudido, apareció en el escenario junto a Juan Gabriel Vásquez, consagradísimo escritor colombiano, actualmente residente en España. Pudimos seguir el encuentro por streaming desde la tórrida Buenos Aires, pues el Hay Festival de Cartagena, que este año cumplió 20 años de existencia en el Caribe, liberó varios conversatorios en forma virtual y entre ellos estuvo el de Salman Rushdie.

Vásquez, que conoce mucho al autor indio-británico, abrió el juego con una broma que hizo reír a todos: “Esta charla ha tenido tanto éxito que, incluso hoy, me ofrecieron a 90 dólares una boleta para ver al escritor Salomon Roosevelt”. Rushdie, en su tercer viaje a Cartagena de Indias, también se rió.

De inmediato lo presentó como “uno de los grandes novelistas vivos;una figura de una autoridad moral y valor civil como tienen pocos intelectuales públicos de nuestro tiempo.Se ha pasado la vida defendiendo libertades y ha pagado un precio”.

Pongamos el encuentro en perspectiva: el 12 de agosto de 2022, Rushdie –luego de vivir años en el ostracismo por una fatwa emitida por el ayatolah Ruhollah Komeini de Irán y firmar con el seudónimo Joseph Anton- asistió a una conferencia en el Chautauqua Institute, Estado de Nueva York, una ciudad de unos 4000 habitantes. Inesperadamente, desde la platea un joven de Nueva Jersey, Hadi Matar, de 24 años, saltó con un cuchillo y apuñaló al autor de Los versos satánicos. Fue un deja vú, como volver a finales de los años 80 cuando Komeini exigió acabar con su vida a cambio de tres millones de dólares.

El atentado contra el autor de Hijos de la medianoche fue feroz. Le ocasionó la pérdida del ojo derecho, tres heridas graves en el cuello, una mano incapacitada por el corte de los nervios del brazo, yquince heridas en el pecho y en el torso. Quedó claro que el fanatismo religioso puede esperar tres décadas o las que hagan falta.

Salman Rushdie conversó con Juan Gabriel Vásquez, escritor colombiano, sobre su nueva obra ‘Cuchillo’, el pasado viernes, durante Hay Festival Cartagena.
Foto: Daniel Mordzinski / Hay FestivalSalman Rushdie conversó con Juan Gabriel Vásquez, escritor colombiano, sobre su nueva obra ‘Cuchillo’, el pasado viernes, durante Hay Festival Cartagena.
Foto: Daniel Mordzinski / Hay Festival

Rushdie se recuperó muy lentamente y fue gracias a su quinta esposa (a quien dedica buena parte de su libro), la bella poeta y artista visual Rachel Eliza Griffits (32 años más joven que el escritor indio), que logró recuperar la fuerza para escribir Cuchillo” su trabajo más autobiográfico donde convierte al criminal en personaje. Poco después del atentado confió a The New Yorker que aún sufría estrés postraumático.

¿Cómo recuerdas aquel momento?, le preguntó Juan Gabriel Vásquez abriendo la charla.

“Era un bonito día, estaba en un anfiteatro circular, junto a un gran lago, habría unas 1200 personas y acabábamos de subir al escenario. De pronto este hombre corrió desde el público, subió las escaleras hacia el escenario y me atacó. Nunca vi el cuchillo, ni tenga idea de qué tipo de cuchillo era. El ataque debe haber durado medio minuto tal vez, fue muy rápido. Todo fue extraordinario. Personas del público y el moderador, que salió herido, corrieron a neutralizarlo. Si no fuera por ellos yo no estaría acá. Le debo mi vida al público”. Aplausos de los presentes.

Ocho meses después del atentado contra Rushdie, Vásquez lo visitó en Nueva York, según contó, cuando ya intentaba llevar el atentado al papel.

“Al principio no quería escribir sobre esto. Pero mi agente Andrew Wylie (conocido en el ámbito literario como “el chacal”) me dijo que tenía que hacerlo. Y frente a mi negativa, insistió. Y tuvo razón. Pero por seis meses no pude pensar en nada. La recuperación fue muy lenta. Pensé que la forma de superarlo, era escribirlo”, reflexionó Rushdie.

Cuando estaba en el hospital, contó en Cartagena, “fue evidente que iba a sobrevivir. Le pedí a mi esposa que hiciera un registro, inicialmente para nosotros. Todo eso me ayudó porque cuando me senté a escribir no podía confiar en mi memoria. Alguien trató de matarme y no podía recordarlo todo. Finalmente Cuchillo es un libro corto, pero fue una manera de mantener el poder de la narrativa. Era mi historia, narrada con mis propias palabras”, señaló. Para agregar luego: “En lugar de ser su víctima, me propuse que él fuera un personaje en mi libro. En ninguna parte lo menciono por su nombre. Uso la letra A, que puede ser atacante o asesino, o algo más grosero aún”, dijo y se rió.

Salman Rushdie aclaró que no quiso llevarlo a la ficción “para no disminuir la potencia de la narración. Eso sucedió y vivo con las consecuencias. Tenía que ser una narración en primera persona y no una ficción. Si alguien te apuñala quince veces tienes que escribir en primera persona. Son los hechos reales y además la historia es muy cercana”

Al referirse luego a otro de sus libros, donde también aparecen pinceladas autobiográficas, el escritor expresó que “escribir sobre sí mismo en tercera persona era hacerlo sobre un personaje. Ya no era yo. En Cuchillo sí era yo, porque era muy inmediato. Yo no me convertí en escritor para escribir sobre mí. Quería inventar cosas. Esa era mi ambición. Pero tampoco quiero que otro cuente mi historia. La mayoría de las vidas de los escritores no son tan interesantes. Me convertí en un escritor con una vida interesante porque tengo dos libros sobre mí, pero prefiero seguir inventando cosas.

“Convertiste a tu atacante en personaje, hablan entre sí y hay humor”, le comentó Juan Gabriel Vásquez.

Salman Rushdie conversó con Juan Gabriel Vásquez: "Yo no me convertí en escritor para escribir sobre mí. Quería inventar cosas. Esa era mi ambición".
Foto: Daniel Mordzinski / Hay FestivalSalman Rushdie conversó con Juan Gabriel Vásquez: “Yo no me convertí en escritor para escribir sobre mí. Quería inventar cosas. Esa era mi ambición”.
Foto: Daniel Mordzinski / Hay Festival

A ello, Rushdie respondió: “Primero pensé en ir a verlo a la cárcel. Mi esposa se opuso y yo hago lo que ella me dice. Pero empecé a pensar que si lo conocía no sería interesante, porque no abriría su corazón y me diría clichés. Si tengo algún talento es la imaginación. Y pensé que podía imaginarlo de manera más interesante. Inventármelo también fue una forma de venganza. Y además hay mucho humor intencional”.

Luego reflexionó que la risa y la ironía están desde el inicio porque quería acercar al lector. “No me gustan los escritores sin humor. Yo quería describir el ataque. Pero ¿de qué trata? Empecé a pensar el libro como un triángulo. En el primer ángulo estoy yo; en el segundo, la muerte, y en el tercero, la risa, la belleza enfrentando a la muerte. Mucho en el libro tiene que ver con el amor, que es el antídoto contra el odio”.

La esposa de Rushdie, la poeta y artista visual Rachel Eliza Griffits tiene un lugar muy relevante en Cuchillo. Y lo tiene ganado porque fue parte de los hechos. Ella estaba allí cuando ocurrió el atentado y lo llevaron al hospital. En el viaje al Hay Festival lo acompañó, compartió su presentación, y a su vez tuvo una lectura de poesía propia en el Palacio de la Proclamación, frente a la Catedral de Cartagena, donde Rushdie la escuchó atentamente desde la segunda fila.

“Este libro se puede leer como una carta de gratitud y de amor. Yo quería que Eliza fuera una de las personas más importantes en el libro porque lo fue cuando los hechos ocurrieron. En el momento en que yo no podía funcionar, ella tomó el control y se ocupó de todo. Y fue maravilloso tener la experiencia de sentirse amado en una situación extrema. Me dio mucha fortaleza y me hizo más fuerte para luchar”.

Pero aún hubo tiempo para reflexionar sobre la violencia. No ya la de Colombia o América latina, sino la que asola el mundo actual.

“Lo digo en el libro: todos tenemos una imagen del mundo y esta imagen nos dice que así son las cosas. En esa imagen vivimos y tomamos decisiones. Pero cuando irrumpe la violencia ya no sabemos juzgar lo bueno y lo malo. Ya no sabemos la forma del mundo. Se hace muy difícil pensar en qué hacer y cómo ser. Una pregunta que me hice y me preocupó, una vez que me recuperé, es que yo no hice nada para defenderme del ataque. ¿Por qué no luché? Se podría decir que fue porque el atacante tenia 24 años y un cuchillo, y yo, 74 y estaba desarmado. Me molestó esa parálisis, pero eso ocurre cuando la violencia viene de la nada, y uno no sabe qué hacer. Y lo que muchas personas experimentan con la irrupción de la violencia en sus vidas, van a reconocer este sentimiento”, subrayó Rushdie.

Y sumó una reflexión esencial: “El acto de voluntad más fuerte que he tenido fue programarme para que no me destruyera como artista. Una reacción es tener miedo y escribir fragmentos. Pero entonces uno se vuelve amargo y escribe libros de venganza. Cualquier camino, ya fuera miedo o rabia, hubiera sido el final de mi vida como escritor. Lo que tienes que hacer es recordar el escritor que eres”.

El 12 de agosto de 2022, Rushdie asistió a una conferencia en el Chautauqua Institute, Estado de Nueva York, y un joven de Nueva Jersey, Hadi Matar, de 24 años lo apuñaló. 
Foto: AFPEl 12 de agosto de 2022, Rushdie asistió a una conferencia en el Chautauqua Institute, Estado de Nueva York, y un joven de Nueva Jersey, Hadi Matar, de 24 años lo apuñaló.
Foto: AFP

La escritura, prodigio de imaginación

Yendo luego a su proceso de escritura, el autor indio-británico contó que cuando escribió “Hijos de la medianoche” tuvo que escribir antes toda la estructura, porque a su vez mapeaba la historia del país. Hasta que no completó ese plan no pudo comenzar la novela. “Ahora no soy así. Veo la escritura como un proceso de descubrimiento. Hay mucho espacio para encontrar cosas inesperadas”.

Vino luego el bonus track antes de abrir a las preguntas del público.

“¿Qué descubriste con este libro que no sabías antes?”, preguntó Vásquez.

“Soy más fuerte de lo que pensaba. Antes no hubiera apostado que me iría bien. Incluso luego de salir del hospital tuve reuniones con distintos especialistas y todos estuvieron muy impresionados. Todos me decían que fue un milagro. Yo no creo en los milagros, pero me he convertido en uno. Es muy exraño ser algo que uno no cree. El cuchillo entró en mi ojo y dañó mi nervio óptico derecho, que es el que pasa los mensajes al cerebro, pero no dañó el cerebro por muy poco. Incluso un pequeño toque en el cerebro podía haber tenido consecuencias inimaginables. La buena suerte es que todavía tengo mi cerebro. La mala suerte es si al público no le gustan mis libros”.

Risas, aplausos y un agradecimiento enorme del público por una charla que dejó mucho para pensar.