Historias del Mundial ’94 en el Rose Bowl, el estadio de Los Ángeles en el que River se jugará el pase a los octavos de final

Historias del Mundial ’94 en el Rose Bowl, el estadio de Los Ángeles en el que River se jugará el pase a los octavos de final


A Diego Armando Maradona ya le habían “cortado las piernas” el domingo 3 de julio de 1994 cuando la Argentina llegó al estadio Rose Bowl de Los Ángeles para enfrentarse con Rumania por los octavos de final. La Selección conducida por Alfio Basile llegó a ese duelo golpeada por el doping de su gran estrella y cansada por el viaje desde la costa Este a la Oeste, atravesando Estados Unidos después de haber quedado sorpresivamente tercera en su grupo tras la derrota por 2-0 con Bulgaria en el último partido de la fase de grupos, luego de ganarle 4-0 a Grecia y 2-1 a Nigeria.

En ese escenario, en el que 31 años después jugará River ante Rayados de Monterrey por la segunda jornada del Mundial de Clubes, Argentina cayó 3-2 (goles de Gabriel Batistuta, de penal, y Abel Balbo) con Rumania y se quedó eliminada rápidamente de aquella cita del ‘94 en Estados Unidos que la tenía como una de las principales selecciones candidatas a llevarse la Copa del Mundo a pesar de que había entrado desde el repechaje tras superar meses antes, a fines del ‘93 de manera angustiante a Australia, con la que empató 1-1 en Sídney y la superó 1 a 0 en Australia.

Pero cotizaba en bolsa el Dream Team que había armado el Coco con un ataque de lujo conformado por Maradona, Balbo, Claudio Caniggia y Batistuta. Y detrás de ellos, repartiéndose la recuperación en la mitad de la cancha, Diego Simeone y Fernando Redondo.

Foto: AP

Aquella calurosa tarde de Los Ángeles, en la que Maradona vio el partido desde el sector de prensa y participó de la transmisión de Canal 13, con Marcelo Araujo en los relatos y Enrique Macaya Márquez y Adrián Paenza en los comentarios, Ariel Ortega jugó por primera vez como titular en un Mundial con la camiseta albiceleste.

El Burrito, con la rebeldía y la desfachatez a cuestas, intentó, con sus jóvenes 20 años, asumir el rol de Diego en la cancha y la rompió pero no alcanzó para que la Selección pudiera pasar de fase. Una Rumania inspirada, de la mano de Gheorghe Hagi, la derrotó 3 a 2 y la terminó de derrumbar. Sin saberlo, también daba por finalizada la era Maradona en la Selección, que ya había empezado a acabarse unos días antes cuando a Diego lo sacó de la cancha de la mano la enfermera que lo llevó al doping tras la victoria de Argentina sobre Nigeria por 2 a 1.

Fue esa la última imagen sonriente del astro de Villa Fiorito con la camiseta argentina sobre su pecho. Y un par de semanas después vio resignado desde una platea en el Rose Bowl de Los Ángeles cómo Rumania le ponía punto final a la Selección en aquel Mundial de Estados Unidos.

No fue el único evento que sucedió en el Rose Bowl en aquella competencia cuya repercusión duró mucho tiempo. El domingo 17 de julio se disputó la final entre Brasil e Italia, que volvían a verse las caras para dirimir la Copa 24 años después de que Pelé y compañía bailaran a la Azzurra y la golearan 4 a 1 en el Azteca de México en 1970.

A la otra final, la de 1994, le faltó fútbol. La jugada más destacada fue un remate del brasileño Mauro Silva que dio en un palo del arco que defendía Italia, al que luego Gianluca Pagliuca, arquero de la Nazionale, que se le había escapado la pelota, le dio un beso al poste. Y después de 120 minutos soporíferos, el ganador se definió por penales. Y desde los 12 pasos el más certero fue Brasil, para volver a la gloria tras dos décadas y cuatro años, de la mano de Carlos Parreira y Mario Lobo Zagallo en el banco, y con la dupla letal Bebeto-Romario en el ataque.

Aquella definición por penales pudo haber quedado olvidada en el tiempo pero no para un jugador de exquisito nivel. Roberto Baggio cargó como una cruz el remate que desvió (se fue por arriba del travesaño) por un largo tiempo, en el que hizo mucha terapia y hasta una película (llamada Roberto Baggio, el Divino) para intentar sanar la herida. El eximio 10 italiano contó que tuvo muchas pesadillas por aquel penal errado y en los sueños se le aparecía su imagen pateándolo una y otra vez.

Foto: ReutersFoto: Reuters

No pudo cumplir el sueño de ser campeón del mundo en un Mundial especial para él, en el que a fuerza de voluntad, de su talento juego y de discusiones internas, le torció la mano a Arrigo Sacchi, entrenador de la Selección italiana que lo dejaba en el banco de suplentes. Pero también buscaba personalmente darle esa alegría a su padre por lo que había sufrido en la final del ‘70. Y en su película se cuenta que el papá a medida que va creciendo le cuenta que él Robi Baggio pequeño le prometió que iba a ser futbolista y a ganar el Mundial por él.

Sin embargo, después de mucho tiempo y con Baggio ya retirado, él le reconoce que nunca existió el diálogo porque Roberto era muy chiquito en el ‘70 e incluso se había quedado dormido en medio del partido. Que había utilizado ese precepto para darle combustible en los momentos complejos de su recorrido futbolístico, desde las divisiones menores hasta consagrarse en una estrella del Calcio.

Otro suceso que pasó en el Rose Bowl en aquel Mundial y que quedó guardado en la historia por las consecuencias posteriores fue el gol en contra que allí hizo Andrés Escobar, defensor de Colombia, en la derrota 2-1 de su selección ante Estados Unidos, el 22 de junio de 1994. Ese “pecado” futbolístico sería fatal ya que días después fue asesinado en Medellín.

Colombia había llegado como candidata al país norteamericano, por el fútbol que desplegaba el equipo de Pacho Maturana, que había tenido su clímax en el Monumental el 5 de septiembre de 1993 cuando goleó 5-0 a Argentina por las Eliminatorias Sudamericanas. Sin embargo, en el Mundial chocó de frente y quedó rápidamente eliminada. Cayó en el debut por 3 a 1 con Rumania, luego perdió con la selección local y el triunfo 2-0 sobre Suiza en el tercer partido no le alcanzó para llegar a los octavos de final.

CLAIMA20110727_0173  Shaun Botterill ESTAMPA DE CRACK. Andrés Escobar fue uno de los mejores marcadores centrales del fútbol colombiano.CLAIMA20110727_0173 Shaun Botterill ESTAMPA DE CRACK. Andrés Escobar fue uno de los mejores marcadores centrales del fútbol colombiano.

“Cuando vi que la pelota entraba pensé que ese error mío nos iba a matar”, expresó Escobar en una conferencia de prensa posterior al partido, enunciando una frase casi premonitoria.

Escobar tenía planeado un viaje de descanso familiar, pero quiso dar la cara y volvió con la delegación a su país. Aún angustiado por lo ocurrido en el Mundial, la noche del sábado 2 de julio -diez días después del gol en contra- su novia, Pamela Cascardo, y algunos amigos lo convencieron de salir a distraerse en su ciudad natal, Medellín.

Decidieron ir a la discoteca El Indio, en la vía Las Palmas. Desde una mesa contigua algunas personas comenzaron a molestar al futbolista, que decidió ir a pedirles que lo dejaran en paz. Quienes lo estaban agrediendo verbalmente eran los hermanos Gallón Henao, dos jefes narcos de peso por entonces que habían perdido mucho dinero en las apuestas por la derrota de Colombia y le reprochaban al jugador su gol en contra.

Como siguieron increpándolo, Escobar decidió que lo mejor era abandonar el lugar. Cuando llegó a su auto, fue abordado por el chofer de los narcos, Humberto Muñoz, que le disparó 6 veces gritando “golazo” en cada uno de los tiros que acabaron con su vida casi instantáneamente. Andrés tenía 27 años.

En Colombia, en ese entonces, y específicamente en Medellín, las calles todavía estaban tomadas por el narcotráfico, a pesar de que a Pablo Escobar, el temible jefe del cartel de esa ciudad lo habían matado el 2 de diciembre de 1993.

Son historias que dejó el Rose Bowl en Mundial ‘94 y que en este Mundial de Clubes promete dejar nuevos recuerdos por delante. River espera que sean cuentos felices. Allí jugará un partido clave para su futuro en esta competencia.