Milei acelera en sus reformas, arropado por las urnas

Milei acelera en sus reformas, arropado por las urnas

Javier Milei se siente fuerte. El 18 de marzo pasado, su partido, La Libertad Avanza, ganó las elecciones a concejales en la ciudad de Buenos Aires. El presidente argentino, que había convertido esa jornada menor en un plebiscito a su gestión nacional, se dio por respaldado y aceleró a fondo. Durante tres semanas, radicalizó su discurso, insultó a sus detractores con más saña, y avanzó en reformas que había dejado de lado.

Días después de aquellas elecciones, Milei limitó por decreto el derecho a huelga, proclamó la muerte política de quien era su principal aliado —el expresidente Mauricio Macri—, propuso el fin del aborto legal que rige desde 2020 y avanzó con el desguace de 40 años de políticas de Derechos Humanos. Milei no se privó de nada. También defendió el uso de las fake news —ante todo, dijo, “la libertad de expresión”—, cargó contra un niño autista que se atrevió criticarlo y hasta se peleó con el actor Ricardo Darín por el precio de las empanadas. Con este brío, Milei participará este domingo en España en “un evento económico y empresarial” financiado por una plataforma de criptomonedas. Será parte de una gira que también lo llevará por Italia, Francia e Israel.

La imagen positiva de Milei subió de 46,3% a 49% entre abril y mayo, según un sondeo publicado el miércoles por CB Consultora Opinión Pública. La fortaleza del presidente va atada a su éxito en la bajada de la inflación, que pasó del 25% mensual en diciembre de 2024 a poco más de 2,8% en abril pasado. Las previsiones para mayo del IPC están cerca del 2%, resultado de la emisión cero de moneda y un durísimo ajuste del gasto público, con medidas tan extremas como la paralización total de la obra pública y el despido de más de 40.000 empleados estatales, y emisión cero.

Los argentinos están hartos de la inflación que desde hace años carcome sus salarios y les complica cualquier proyecto de largo plazo. Es tal el cansancio que parecen dispuestos a aceptar los excesos de quien logre doblegarla. Lo hicieron en los años noventa, cuando apoyaron las políticas ultraliberales de Carlos Menem, y ahora con Milei. La “guerra cultural” del presidente ultra es hoy solo un ruido de fondo que acompaña los éxitos económicos a los que se aferra el presidente para ganar las elecciones legislativas de octubre próximo.

Al día siguiente del triunfo de La Libertad Avanza en las municipales de la capital, Milei cargó contra el Pro, el partido de Macri, tercero en los resultados finales. El Pro gobierna en la ciudad de Buenos Aires desde hace 20 años y la ultraderecha había puesto toda su artillería para arrebatársela. “Quizás Macri deba entender que su momento pasó”, dijo Milei, consumado su objetivo de erigirse como el principal líder del amplio espectro de la derecha y el antiperonismo en Argentina. Expulsado Macri del panteón de sus preferidos, Milei doblegó al Pro con un acuerdo en la provincia de Buenos Aires sin tener que dar nada cambio. “Los dirigentes están tomando nota de que el Pro es una herramienta que quedó obsoleta, que no sirve para terminar con el kirchnerismo”, dijo.

La pelea con Macri tuvo para Milei una motivación extra: defender el uso de las fake news como arma electoral. “La libertad de expresión está por encima de todo”, dijo en defensa de un video generado con inteligencia artificial en el que Macri llamaba a votar por la ultraderecha en la víspera de los comicios en la capital. Para el presidente, la denuncia penal que presentó el Pro fue cosa de “noños republicanos” y Macri era un “llorón” que nunca entendió las nuevas formas de comunicación de los jóvenes. Como extra, dijo que los periodistas mienten “en el 90% de los casos”.

Milei avanza con apenas contrapesos. Partido entre kirchneristas y anti kirchneristas, el peronismo se arriesga a perder en las legislativas nacionales de octubre el control de su último bastión, la provincia de Buenos Aires. El Pro se desangra por el transfuguismo hacia La Libertad Avanza y la UCR, el partido centenario que condujo la transición democrática en 1983, se asoma al abismo de la insignificancia. El único atisbo de resistencia es inorgánico, por fuera de los partidos políticos y los sindicatos. El miércoles pasado, marcharon frente al Congreso jubilados, médicos, científicos, docentes, personas con discapacidad, movimientos sociales y grupos feministas. Ese heterogéneo grupo se unió en rechazo de la motosierra que Milei blande contra el Estado.

La Casa Rosada disfruta de la falta de rivales. En la semana que siguió a su triunfo electoral, Milei firmó un decreto que limita el derecho a huelga, una figura que los argentinos asocian a décadas de luchas sociales. La medida se estrelló, como se esperaba, contra los tribunales, pero dejó claro cuál es el camino elegido por la Casa Rosada. Con esa misma lógica, el presidente volvió a la carga contra el aborto, que es legal en Argentina desde 2020. En una conferencia en AmCham, la cámara de comercio de Estados Unidos en Argentina, dijo que la agenda progresista es la responsable de que haya cada vez menos nacimientos. “Ahora se están dando cuenta en que se les pasó la mano en atacar a la familia, atacar a las dos vidas y lo estamos pagando con caídas en la tasa de la natalidad”, dijo. “Lo hubieran pensado antes, nos hubiéramos evitado bastantes asesinatos en el vientre de las madres”, continuó.

Otras batallas son más silenciosas. El 21 de mayo, tres días después de las elecciones, Milei redujo a subsecretaría la Secretaria de Derechos Humanos y eliminó la autonomía del Archivo Nacional de la Memoria y el Museo Sitio de Memoria ESMA —que funciona donde estuvo el centro de torturas de la Escuela de Mecánica de la Armada—. Lo mismo hizo con el Banco Nacional de Datos Genéticos, creado para ayudar a las Abuelas de Plaza de Mayo a identificar nietos apropiados por la dictadura. Se trata, en cualquier caso, de un cambio de prioridades realizado en nombre del ahorro: mientras la Secretaría de Derechos Humanos sufre los efectos de la motosierra, el presupuesto de la agencia estatal de espionaje, la SIDE, creció desde enero un 68%, según datos del Ministerio de Economía.