Revolución Ciudadana (RC), el movimiento que Rafael Correa fundó y condujo durante una década de hegemonía política, atraviesa su momento más difícil. Tras perder las tres últimas elecciones presidenciales, sufrir la salida de tres asambleístas y la expulsión de otro por votar con el oficialismo, la principal fuerza opositora al Gobierno de Daniel Noboa lidia ahora con una fractura interna expuesta en una carta enviada por cinco de sus figuras más visibles.
En la carta, filtrada a finales de julio en redes sociales, los dirigentes advierten que Revolución Ciudadana atraviesa una “crisis” marcada por la “desconexión con el país” y un liderazgo, (en manos de la excandidata presidencial Luisa González), que “ha perdido el rumbo, la escucha y la cohesión interna”. La firman el alcalde de Quito, Pábel Muñoz; las prefectas de Pichincha y Guayas, Paola Pabón y Marcela Aguiñaga; el alcalde de Manabí, Leonardo Orlando; y el de Azuay, Juan Lloret. Piden una renovación profunda para recuperar la capacidad de representar las causas que, dicen, alguna vez defendieron “con orgullo y vehemencia”. Todos declinaron responder a este periódico.
Pabón confirmó en X que la carta fue suscrita el 17 de julio: “Habla por sí sola y refleja nuestra preocupación por la crisis que vive el movimiento”. Muñoz, por su parte, insistió en la urgencia de abrir un diálogo: “Para encontrar soluciones y alternativas, es urgente activar un diálogo interno para encontrar en conjunto esas respuestas”.
Al final de la carta, los cinco piden a Correa un espacio de diálogo para encontrar esas soluciones. “Porque disentir también es amar. Porque callar es traicionar. Y porque esta revolución, si quiere volver a ser de todos, tiene que volver a escuchar”, sellaron el documento los cinco miembros del partido.
A Rafael Correa no le sentó nada bien la “filtración” de la carta. Un día después de que se hiciera pública, escribió en X: “Estas cosas se tratan a la interna”. Y remató: “Quien filtró esa carta es, simplemente, un traidor”. Para el exmandatario, el diálogo interno nunca se ha detenido y sobrevivir a los obstáculos impuestos al partido y a sus miembros “ya ha sido un éxito”. Sobre la supuesta “crisis”, lanzó una pregunta retórica: “¿Porque nos robaron las elecciones o porque lograron comprar a cuatro o cinco asambleístas?”. Correa, líder indiscutido de la oposición, fue tajante: “Para ser ‘un partido más’, es mejor desaparecer”.
Para el politólogo de la Universidad San Francisco de Quito, Santiago Basabe, la carta no revela una disputa nueva, sino viejas diferencias que siempre han existido, pero que, bajo el peso de Correa, quedaban opacadas. “Ahora se hacen evidentes, porque estos actores —con relativo espacio electoral sin Correa— piensan en posibilidades futuras y buscan desmarcarse”, sostiene.
A las derrotas electorales se suman las menciones recurrentes del correísmo en casos de corrupción —estrategia política o no del oficialismo— y el reciente escándalo de un asambleísta acusado de violar a una niña de 12 años. Para la analista Pamela León, la crisis es también de institucionalización: “El personalismo, que alguna vez cohesionó, hoy impide que el movimiento se adapte a nuevas realidades sociales y generacionales”.
La crítica interna llega en un momento en que RC es la principal fuerza opositora al Gobierno de Daniel Noboa. Cualquier fractura podría debilitar su capacidad de frenar las iniciativas del Ejecutivo en la Asamblea Nacional y en el debate público. El movimiento, que es la segunda fuerza en el legislativo, se enfrenta además al reto de mantener su base electoral de cara a las elecciones seccionales de 2027, en un contexto político marcado por la violencia y la popularidad creciente del presidente. Basabe lo resume con crudeza: “El correísmo es una oposición sin credibilidad. No hay un actor político que pueda decir lo mismo que Revolución Ciudadana, pero en otra voz”.
El llamado a la renovación enfrenta a Correa con su dilema más grande: abrir espacio a nuevas voces o preservar el modelo de liderazgo personalista que ha marcado al movimiento desde su nacimiento. La respuesta definirá no solo el futuro de su partido, sino el lugar que ocupará en la política ecuatoriana en los próximos años.