Con un perfil multisectorial y opositor, la marcha de San Cayetano sumó este año a trabajadores informales –como los ha tenido siempre– pero también, y esa fue la novedad, a muchísimos trabajadores formales. La movilización por Paz, Pan, Tierra, Techo y Trabajo que desde 2016 encabeza la Unión de Trabajadores de la Economía Popular, como sindicato de la economía popular, se amplió con las presencias de la CGT y las dos expresiones de la Central de Trabajadores Argentinos, que si bien ya habían estado antes, nunca habían movido tantos manifestantes como en este 7 de agosto. En la jornada de protesta, gremios y organizaciones sociales acusaron al gobierno de Javier Milei de ser “insensible”, de “estar en guerra contra los trabajadores” y de dejar a los más vulnerables “a merced del narcotráfico”. La marcha fue también un modo de dar una muestra de unidad frente a las intenciones del gobierno de imponer, tras las elecciones, una reforma laboral y previsional. Una unidad que, sin embargo, no es todavía sólida, sino que muestra fuertes matices internos y camina cuesta arriba.
La marcha arrancó a las 8 de la mañana, en Liniers, donde está el Santuario de San Cayetano. Allí el arzobispo de Buenos Aires, Jorge García Cuerva afirmó en su homilía que “todos somos custodios de la vida de los más pobres, de los más débiles”. Luego llamó a “recapacitar” para “salir del chiquero de las descalificaciones y del odio, ponernos de pie, y animarnos a dar el paso hacia la reconciliación entre los argentinos” porque “sólo desde allí podremos gestar una sociedad más humana”.
En un mediodía frío, subidos a un tractor, el padre Toto de Vedia junto a dirigentes de la Unión de Trabajadores de la Economía Popular entraron a la plaza encabezando la protesta. Atrás se vió un grupo de cocineras comunitarias, empuñando cucharones, con coloridos pañuelos en la cabeza, y una cuadrilla de trabajadores de la urbanización de los barrios populares. Y, finalmente, a la pancarta que hizo de cabecera de la marcha: en la larga bandera se leía la consigna del día, “Paz, pan, tierra, techo y trabajo”.
Los organizadores sumaron a esa cabecera, en las últimas cuadras, a organizaciones de discapacitados, que están en conflicto con el gobierno por el desfinanciamiento de sus coberturas en salud y educación. Había jubilados, había trabajadores del Garraham, había docentes. Se podría pensar entonces en un San Cayetano que unió luchas. Que son muchas y aún no logran superar su dispersión.
La CGT y el documento
La CGT participó pero ocupando un lugar secundario. Sus representantes no subieron al escenario y se contentaron con escuchar su documento leído por un locutor. Fuentes de la central obrera aseguraron que estaba acordado desde el miércoles que no subirían al escenario, y que como el acto se retrasó, hubo grupos que desconcentraron.
La central obrera distribuyó un comunicado no confrontativo, en el que incluyó un llamado al diálogo. “Nuestra apuesta es a una paz social basada en el diálogo social democrático y en la vigencia y el respeto de los derechos humanos. La paz se construye con inclusión, no con miedo”, señaló la CGT.
No es que no haya hecho críticas al gobierno. Por ejemplo, señaló que “el ajuste económico no debe basarse en la destrucción del empleo o en el deterioro de su calidad”. Y agregó: “No avalamos políticas que recorten derechos laborales, que le pongan cepo a las paritarias libres o que desmantelen el Estado en nombre de una supuesta eficiencia”. Pero su tono fue moderado.
También señalaron que “como representantes de las demandas sociales, no podemos resignarnos a ver cómo crecen la desigualdad, la precarización y la fragmentación del tejido productivo y social de nuestro país, aumentando la inequidad social”. Por último afirman que “el trabajo no es un privilegio, es un derecho, es pilar de la dignidad humana y ordenador social, como fuente de derechos”.
Resistencias
Hay que señalar un dato: las organizaciones sociales están raleadas. Después de un año y medio de gobierno de Milei, en el que han sido reprimidas con saña (la policía inauguró con los trabajadores de la economía popular el disparar con balas de goma a los ojos de los manifestantes, luego extendida a otros sectores), desfinanciados sus emprendimientos, criminalizados muchos de sus dirigentes, los movimientos han perdido parte de su poder de movilización. Es lógico.
En cambio las columnas gremiales fueron muy nutridas. Los gremios de la CGT, por ejemplo, se juntaron sobre la Diagonal Sur, donde los sindicatos del transporte -uno de los que marchó fue el camionero Hugo Moyano- movieron fuerte, igual que UPCN y la Uocra.
También salió a la calle el Frente de Lucha por la Soberanía, el Trabajo Digno y los Salarios Justos (en el que se superponen algunos sindicatos de la CGT, como la Confederación Argentina de Trabajadores del Transporte y están además las dos ramas de la Central de Trabajadores Argentinos).
“Este gobierno está dejando tendales de hombres y mujeres que no pueden comer. Los trabajadores tienen secuestradas las paritarias por un gobierno que decide no homologar las peleas que dan; estamos viviendo en una Argentina donde todos los días se cierran comercios y PyMEs, con la pérdida de cientos de puestos de trabajo de personas que se quedan sin ingresos y tienen que ir a revolver la basura, no por deporte, como quieren hacernos creer algunos miserables, sino para comer. Frente a este contexto complejo, esta unidad que hemos logrado construir con la CGT y las CTA, con Territorios en Lucha, los jubilados, el movimiento estudiantil, el movimiento de derechos humanos, es importante para volver a marcar un camino de esperanza, porque no todo está perdido”, dijo en su discurso el titular de la Unión de Trabajadores de la Economía Popular, Alejandro Gramajo.
“Tenemos la obligación de ponerle freno a este gobierno, que es el gobierno del FMI, para impedir que nuestros hombres y mujeres se sigan cayendo a la peor miseria, pero también tenemos la responsabilidad de mantener la unidad para ser los protagonistas de la reconstrucción del país”, agregó.
El Frente de Lucha
En cambio, el Frente de Lucha por la Soberanía, el Trabajo Digno y los Salarios Justos aseguró que el gobierno “está en guerra con el pueblo trabajador”. El Frente es un agrupamiento nuevo, integrado por sindicatos y organizaciones sociales; tiene entre sus promotores al titular de la Confederación Argentina de Trabajadores del Transporte (CATT), Juan Carlos Schmid; también lo integran figuras como Juan Pablo Brey, Pablo Biró (es decir, del lado más opositor de la CGT), pero también están los camioneros de los Moyao, Hugo “Cachorro” Godoy y Hugo Yasky, e industriales que rechazan el programa económico de Milei. Este fue el tercer gran sector que movilizó a San Cayetano, y que también sacó un comunicado opositor y frontal.
“La marcha mostró el creciente descontento popular ante un gobierno que está en guerra contra el pueblo trabajador, favoreciendo las demandas de los poderosos”, planteó. Sus integrantes también hicieron acusaciones directas al gobierno libertario. Schmid sostuvo que “ha demostrado no solamente falta de sensibilidad sino un fracaso en toda la línea de lo económico porque el país está paralizado”. Juan Pablo Brey, titular de Aeronavegantes destacó que se trata de “un gobierno que hambrea al pueblo y reprime cuando protestamos”.
El Frente de Lucha Piquetero se sumó a la jornada de protesta con una manifestación en el Puente Pueyrredón. Si bien su intención era llegar a la Plaza de Mayo, un operativo antiprotestas le impidió cruzar hacia la Ciudad de Buenos Aires.
En la calle
En la calle, trabajadores de la economía popular y trabajadores en blanco hicieron su balance de lo que perdieron en este año y medio de gobierno libertario. Hablaron de pérdidas disímiles. Tomasa Paredes, de una cooperativa de los movimientos sociales en el conurbano mencionó cómo en su casa ya no cenan (“nos arreglamos con un té caliente y algo de pan”), y para economizar gas, porque el precio de la garrafa está imposible, se cocina a leña. Juan Vargas, de Camioneros – Rama Logística, contó que su pérdida estaba en la menor capacidad de compra del salario, y en la amenaza de despidos (“con la caída del consumo, las empresas de logística se achican”). Lis, Liliana y Andrea, docentes secundarias, recordaron que perdieron el Fondo de Incentivo Docente (“si antes necesitábamos trabajar en dos turnos, ahora tenemos compañeras que hacen tres”).
Todos habían tenido pérdidas graves y había una conciencia extendida de que ese era el punto de unidad. Nicolás Caropresi, de la UTEP, lo resumió en esta idea: “hay conciencia de que la cosa está llegando a un punto de no retorno, rompiendo toda la estructura productiva de la Argentina”.