Lejos de ser un espacio para el relax, el fin de semana libre dejó expuesto a Boca. La eliminación de la Copa Argentina fue hace una docena de días. Se trató del cuarto fracaso del año, sumado a la derrota en el ida y vuelta con Alianza Lima que le impidió jugar la Copa Libertadores, a la caída contra Independiente en los cuartos de final del Torneo Apertura y el papelón en Estados Unidos, donde no solo no pudo clasificarse a los octavos del Mundial de Clubes; además, no logró vencer a un equipo semi amateur como Auckland City.
El contexto, por más que Juan Román Riquelme siempre relativice los resultados deportivos, es muy poco feliz. Y con un clásico en el horizonte, las miradas empiezan a apuntar a Miguel Ángel Russo. Porque ya se diluyó la efervescencia que generó su vuelta a casa, sobre todo después de un esperanzador debut ante Benfica en Miami. El veterano entrenador lleva 15 partidos sin victorias en Boca -8 en su segundo ciclo, el que terminó abruptamente en agosto de 2021 y 7 en su tercera etapa-. La racha configuró el peor registro histórico. Nunca antes un equipo azul y oro había pasado once partidos sin ganar. La última vez que el hincha pudo celebrar una victoria data del 19 de abril contra Estudiantes. Ya pasaron tres meses y medio.
¿Es decisivo el choque contra Racing, el sábado a las 16.30 en la Bombonera? Por más que el presidente le haya mandado a decir a sus satélites que el puesto del estratega no corre riesgo, la realidad es que Russo ya tuvo algunos episodios de conflicto con el plantel. En el cuerpo técnico hablan de “algunas cabezas podridas”. Y aunque se aclaró la situación de Miguel Merentiel, que no le hizo caso, salió a la cancha a jugar el segundo tiempo contra Huracán y fue reemplazado antes de su inicio, la herida quedó abierta.
Por otro lado, con la excepción de unos pocos futbolistas, la mayoría no está de acuerdo con la marginación de Marcos Rojo, un referente puertas adentro. No gustó que la semana pasada tuviera que cambiarse en otro vestuario junto a Marcelo Saracchi y Cristian Lema, también borrados por el técnico.
¿Qué pasará si no hay un resultado positivo ante la Academia? Nadie puede garantizar la continuidad de Russo, a quien se lo observa con alguna dificultad física producto de una enfermedad a la que le dio combate. Y aunque antes de su regreso a Boca -donde ganó la Libertadores 2007- se deslizó que su familia no estaba de acuerdo, por estas horas habló su hijo Ignacio. El goleador de Tigre apuntó: “Se hablan cosas porque él tampoco dice nada. No tiene por qué hacerlo, y está bien. Tiene que seguir e intentar ganar el próximo partido para calmar un poco todo”. Y añadió: “Yo con lo que me dice él me quedo tranquilo, y más al verlo bien. Mi viejo está bien de salud y contento. En lo deportivo, un día perdés y otro ganás. Obviamente que se hablan muchas cosas de más, que varias se inventan, pero entiendo que el mundo Boca es así y vende eso”.
La Bombonera será un cabildo abierto y por más que el principal foco de la bronca no sea Russo, las críticas se propagan en las redes sociales, esa tribuna virtual. Y cuando el río suena, agua trae, dice el refrán.