A Quique Llopis, uno de los mejores vallistas del mundo, no le gusta sonreír. Es un chico serio que se dedica a entrenar duro y a competir muy bien. Ya es subcampeón de Europa en los 110 metros vallas y fue cuarto en los Juegos de París. Ni ahí derrochó las sonrisas. Tampoco en Tarragona, donde cerró un buen Campeonato de España con una victoria y una marca extraordinaria (12,98s) que quedó invalidada para los récords por un viento excesivo (+2.3).
Llopis es de la generación de atletas españoles que se baten regularmente en los mítines de la Diamond League. Como Dani Arce, intratable en Tarragona en los 3.000m obstáculos, o Moha Attaoui, el Demonio de Tasmania que acelera y acelera y a todos descuelga. Lo hizo en la final de 800 y ni siquiera Mariano García pudo seguirle. Cuando acabó, al ver la cara de estupefacción de todo el mundo, se quedó extrañado. “A falta de 300m he metido un pequeño cambio. Todo el mundo me dice que he pegado un hachazo —hizo esos últimos 300 metros en 36,5s—, pero yo no he sentido que fuer así. Aún me quedaba un pequeño cambio”.
Attaoui y Llopis son dos de las grandes bazas del atletismo español con vistas al Mundial de Tokio, de 13 al 21 de septiembre. Falta por ver si también estará Jordan Díaz, que no saltaba desde que se colgó la medalla de oro en los Juegos de París. El campeón olímpico y europeo de triple racionó su talento en Tarragona. Llegó, calentó y realizó un salto que le sirvió para sentenciar la final: 17,16, líder europeo del año, pero muy lejos todavía de los mejores del mundo.