Pablo Vico es una de las figuras más emblemáticas del fútbol de ascenso en Argentina. Su historia se hizo leyenda al punto de apodarlo el “Ferguson del Conurbano” por su más de 15 años al mando del primer equipo de Brown de Adrogué. Pero la vida le dio un cachetazo al entrenador del bigote al estilo Don Ramón: fue marginado de su cargo en mayo de 2024 tras 564 partidos. Desde entonces, está en la misma lucha que muchos de los argentinos, que no es otra que la búsqueda trabajo. Y, tras un efímero paso de dos meses y 11 encuentros en Agropecuario de Carlos Casares, al DT de 69 años le tocó la puerta River.
“Fui convocado para asesorar a los chicos que recién se están iniciando en las escuelas de River. Puede ser Adrogué, en Calzada, en Quilmes o en Florencio Varela. Veo casi más de 800 chicos y asesoro entrenadores que tiene el club. Eso me permite tener la cabeza ocupada. Aparte, la gente de River tiene un respeto total conmigo“, declaró Vico en diálogo con Súper Deportivo Radio.
Y agregó: “No podían creer que les dijera que sí. Yo les pedí no dirigir a los chicos, pero sí una linda función con los entrenadores. Esta oportunidad me llegó por intermedio de Hermes Desio. Por lo menos la gente que está al mando de esas escuelas, están contentos conmigo. Eso quiere decir que algo lindo dejaste. Te llena de orgullo”.
La vida de película de Vico se contó en Clarín en varias oportunidades. “Brown es mi casa”, le aseguró a este diario en 2018. Ahí, en su hogar, pasó más de 26 años y vivió largos años en una pieza que estaba al costado del campo de juego. “Para mí era ideal: qué mejor que vivir en el lugar de trabajo. Mucho más cómodo, acepté enseguida. Yo en ese entonces trabajaba en las inferiores. Y me quedé”, sentenció.
En tantos años de trabajo, Pablo Vico puso a Brown de Adrogué en el mapa del fútbol profesional. Lo llevó de pelear en la Primera B para no volver a la C, a la antesala de la máxima categoría y allí está sin él, ahora luchando por mantenerse en los primeros puestos. Pero si no fuese por el Tricolor, el DT tampoco gozaría de una popularidad que lo sigue sorprendiendo. Es famoso. Una tribuna del Lorenzo Arandilla lleva su nombre, igual que el buffet y una calle de un barrio privado de San Clemente del Tuyú. Hay un libro también: el periodista Hernán Skrypka escribió la biografía del Bigotón.
“Miro fútbol todo el día, pero también vamos a ver prácticas. El otro día estuvimos en Boca. A Diego Martínez lo conozco del Ascenso, él empezó en Cañuelas. Fuimos a la práctica y estamos diez puntos… Para nada atrasados con los sistemas de juego. Hoy con el teléfono vas incorporando un montón de sistemas nuevos, pero voy a ver métodos nuevos a los entrenamientos. Hasta ahora no encontré diferencias, más allá de la calidad de los jugadores. Los de Primera en una situación te concretan y los de la B Nacional, a lo mejor, tienen que generar dos situaciones para concretar una. Esa es la diferencia. Y la velocidad del juego, claro”, le decía a Clarín hace un año.
Y contaba un sueño. “Ojalá pronto pueda dirigir en Primera División. Por la edad, se me va la edad: yo tengo 68 años. Me hago plasma, me licuan la sangre, me la ponen en la cara, en el cuerpo. Me hago limpieza de cutis, gimnasia cardíaca. Tengo que estar a la altura. ¿Viste cómo es ahora? Van a buscar a los pendejos que tienen el método nuevo y, cuando los tienen, los echan a la mierda a los dos meses porque no sacan resultados. El fútbol es uno solo, ¿viste? Resulta que si no salís jugando del fondo, sos antiguo. Pero si vos salís jugando así y yo te hago una presión alta, te la robo y concreto. ¿Qué pasa? Tenés que tener una ruta de pases preestablecida, bien consolidada. Si vos querés salir jugando y yo te presiono bien, sobre todo los costados, ¿qué vas a hacer? Dividir y jugar la segunda pelota. Yo quiero salir jugando de abajo siempre y cuando vos me des la posibilidad de hacerlo. Ahora si vos me presionás y no puedo hacerlo, divido y juego la segunda pelota, me parece que tiene que ser así”.
Ahora Vico es noticia porque su nombre se funde con el del coloso River, ni más ni menos. Aunque, claro: el Bigotón no se quedará con el trabajo de Marcelo Gallardo ni formará parte del cuerpo técnico, sino que trabajará en otro sector.