Ni gordos ni bobos: los arqueros son cada vez más determinantes

Ni gordos ni bobos: los arqueros son cada vez más determinantes

Así como a Riquelme no le gustan los directores técnicos (como jugador solo se llevó bien con Pekerman y Bianchi, con todos los demás se peleó. Y como presidente daría la impresión que cualquiera le da lo mismo), a Maradona no le gustaban los arqueros. Quiero decir: no los respetaba tanto como a los jugadores de campo. Pensaba, como en el campito, que el que va al arco es el gordo, el bobo. Yo no estoy de acuerdo. Creo que es un puesto de importancia, y creo que se hace evidente que los hay mejores y peores. Y algunos clave: si Dibu Martínez no atajaba la del final contra Francia, la historia del fútbol argentino y puntualmente la historia (o la imagen) de Messi sería otra. Sobre Messi (que habría perdido dos finales del mundo) se estaría hablando acerca de su dificultad para ganar con la Selección, sobre porqué en el Barcelona hacía cosas que con Argentina no, y, los más sacados (que los hay muchos en el periodismo deportivo) estarían diciendo cosas todavía peores. Una atajada cambió el curso de las cosas.

El otro día, por la Copa Argentina, River le ganó bien a San Martín de Tucumán, equipo de la B, que aguantó lo que pudo. Pero no solo aguantó, tuvo un par de llegadas claras (más de las que Gallardo debe haber querido recibir) que fueron tapadas muy bien por Armani. Porque de Armani quería hablar este sábado: es por lejos el mejor arquero del fútbol argentino. ¿Tiene ese reconocimiento? No lo sé. A River lo salvó muchas veces. Es cierto que le cuesta salir a descolgar centros y se siente más cómodo paradito en la raya. Es cierto que no ataja muchos penales, cuando atajar penales se volvió cada vez más importante. Y es cierto también que hace un cierto tiempo tuvo un bajón, y durante algunas fechas se comió goles, y empezaron a haber algunos murmullos en el Monumental. Pero luego todo volvió a la normalidad. La normalidad consiste en tapar esas pelotas –como una abajo, bien difícil– contra San Martín de Tucumán, y que el partido termine 3 a 0, y que nadie hable de él. Sin embargo su actuación fue muy importante. Podrían darse decenas de ejemplos. Aquí uno solo: el mano a mano que le tapó a Benedetto en la primera final de la Libertadores contra Boca, cuando ya terminaba el partido. Si no fuera por Armani, es decir, si Benedetto metía ese gol, Boca hubiera ganado el primer chico, y otra hubiera sido la historia de esa final. Otra vez, como la del Dibu, una atajada cambiando el curso de la historia. Discreto con los pies, en cambio en los mano a mano Armani le saca cuerpos de ventaja al resto de los arqueros del fútbol local. Los hinchas de River ya están acostumbrados a que Armani los salve en momentos difíciles. ¿Los hinchas de los demás equipos pueden decir lo mismo de sus arqueros? No estoy seguro. Es bastante habitual tener arqueros que sacan las sacables, pero que no te salvan nunca. Armani está ya sin duda en la historia grande de River y todavía tiene mucho para dar.