El ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Sergei Lavrov, lanzó una alarmante advertencia este domingo al afirmar que “la Tercera Guerra Mundial podría estar muy cerca”, en el marco de una creciente tensión global alimentada por el conflicto entre Estados Unidos e Irán. La declaración, realizada durante una entrevista con el periodista Pavel Zarubin, retoma palabras recientes del presidente Vladimir Putin y refleja la posición oficial del Kremlin ante la ofensiva militar lanzada por Washington contra tres centrales nucleares iraníes.
“El derecho a la autodefensa está consagrado en la Carta de las Naciones Unidas”, afirmó Lavrov, “pero cuando se interpreta arbitrariamente, sin tener en cuenta el orden legal internacional, lo que se impone es el caos total”. La frase no fue una mera crítica diplomática, sino parte de una narrativa en la que Rusia sostiene que Occidente ha cruzado líneas rojas con consecuencias imprevisibles.
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El epicentro de esta nueva crisis geopolítica comenzó el 13 de junio, cuando Israel atacó objetivos estratégicos en Irán, desencadenando una serie de respuestas con misiles por parte del régimen islámico. El sábado 21, Estados Unidos, junto con la aprobación del presidente Donald Trump ejecutó bombardeos de precisión sobre las instalaciones nucleares de Fordow, Natanz e Isfahan, argumentando la necesidad de frenar el programa atómico iraní.
Aunque Washington sostuvo que los ataques fueron “quirúrgicos” y no representaban una escalada, el gobierno iraní los calificó como una provocación sin precedentes. El canciller iraní, Abbas Araghchi, advirtió que tanto Estados Unidos como Israel “cruzaron una línea roja muy grande”, al tiempo que se dirigía a Moscú para buscar apoyo estratégico.
Rusia respondió con firmeza. Lavrov cuestionó directamente la pasividad del bloque occidental ante los ataques: “Israel dice que se defiende. Macron lo justifica. ¿Autodefensa contra qué? Nadie condena esta agresión”, sentenció. Además, dejó entrever un nuevo eje geopolítico y Moscú sugirió que algunos países estarían dispuestos a transferir armas nucleares a Irán, en un movimiento que, de concretarse, cambiaría radicalmente el equilibrio de poder en Medio Oriente.
En sintonía, el ex presidente ruso Dmitri Medvédev, hoy vicepresidente del Consejo de Seguridad, acusó a Estados Unidos de “hipocresía nuclear” y afirmó que los bombardeos no lograron su objetivo estratégico: “La infraestructura no fue destruida y solo se reforzó la determinación de los aliados de Irán”.
Por ahora, el presidente Putin se mantiene en silencio, aunque días antes, en el Foro Económico Internacional de San Petersburgo, ya había expresado su “preocupación extrema” por el rumbo de los acontecimientos. “Existe un gran potencial de conflicto justo delante de nuestras narices”, dijo entonces, en referencia tanto a Medio Oriente como a Ucrania.
En la misma entrevista, Lavrov apuntó contra la dirigencia europea y denunció una política exterior subordinada a los intereses de Washington. “Occidente ya no disimula su intención de utilizar a Ucrania contra Rusia”, afirmó, y añadió que la retórica anti-rusa adquirió una “agresividad casi animal”.
En un tono provocador, se refirió también a las principales figuras femeninas de la Unión Europea: Ursula von der Leyen y Kaja Kallas, a quienes criticó por “alimentar la confrontación” con Moscú. “Europa ha renunciado a los combustibles rusos, ha aceptado el sabotaje de los gasoductos y ahora paga el precio en su economía y calidad de vida”, concluyó el canciller.
Con varios frentes abiertos Ucrania, Medio Oriente y el Pacífico, la preocupación por una escalada global no es sólo retórica. La combinación de intereses estratégicos, narrativas ideológicas y acciones militares coordinadas entre bloques potencia un escenario que muchos analistas ya definen como “prebélico”.