La inédita conversación sobre feminismo, sociedad y escritura

La inédita conversación sobre feminismo, sociedad y escritura


Como si se tratara de una biografía dialogada, Annie Ernaux y Rose-Marie Lagrave se enredan en una conversación reflexiva planteada desde una sinceridad y una voluntad de autoconocimiento que se desentiende levemente del lugar que ocupan en el campo de la literatura y la sociología. Las dos mujeres que nacieron con cuatro años de diferencia en la década del cuarenta en Francia provienen de familias pobres y su pasaje a otra clase social es un elemento constitutivo en su escritura y su pensamiento al que se refieren en el libro Escribir la intimidad (Altamarea con traducción de Gloria Pérez Rodríguez) como si allí hubiera un impulso, una exigencia o una batalla que nunca termina.

El intercambio es la transcripción realizada por Valentine Coppin en formato de libro de una mesa redonda en el Centre Interdisciplinaire d ‘Études et de Recherches sur l’ Allemagne (CIERA) realizado en el 2021 y una entrevista complementaria que tuvo lugar por iniciativa de Éditions de l’EHESS al año siguiente en la que participaron la escritora ganadora del premio Nobel de literatura en el año 2022, Annie Ernaux y la socióloga, directora de estudios de la EHESS, Rose-Marie Lagrave.

Un mundo de hombres

Las dos mujeres debieron enfrentarse a la dificultad de ocupar un lugar en el campo de la literatura y las ciencias sociales, dominados por los hombres pero también partieron de una condición económica desfavorable. Ese rasgo, esa caracterización de tránsfugas de clase para tomar un concepto de Pierre Bourdieu, un sociólogo fundamental en la carrera y el pensamiento de las dos autoras fue el tema de este encuentro que les permitió conocerse personalmente y dialogar más allá de las lecturas que cada una realizaba en el seguimiento del trabajo de la otra.

Las dos autoras francesas se vieron en la necesidad de utilizar la primera persona, de escribir sobre sí mismas. Para Ernaux convertir su vida en materia literaria fue algo que surgió como una característica y un componente constitutivo de su estilo. Lagrave, por el contrario, tuvo más resistencias para aceptar la incorporación directa de su subjetividad en el campo de la sociología, especialmente en los años 60 cuando se exigía un borramiento de la persona que realizaba la tarea etnográfica.

En Annie Ernaux la experiencia aparece en su primera novela, Los armarios vacíos (1974) pero es en el año 2000, con la publicación de El acontecimiento donde Ernaux se refiere al aborto que realizó cuando estudiaba filología en la Universidad de Ruan en 1963, a los 23 años. Aunque Francia declaró el estado laico en 1905, el aborto legal recién se conquistó en los años 70. Ernaux plantea en El acontecimiento una suerte de crónica o sociología del aborto clandestino.

La crudeza de la novela que fue llevada al cine en el 2021 por Audrey Diwan y obtuvo el León de oro en el Festival de Venecia, habla de la soledad de una joven que está dispuesta a abortar aún a riesgo de morir. La vida de Annie Ernaux está marcada por el tránsito por todos los roles esperables de una mujer y, al mismo tiempo, por su manera drástica de desprenderse de ellos, de tomarlos como un espacio de investigación, una exploración sociológica (aquí la cercanía con Lagrave y la influencia que la socióloga dice haber recibido de la literatura de Ernaux) que le permitió experimentar directamente la opresión de la vida burguesa en el marco del matrimonio.

Annie Ernaux y Rose -Marie Lagrave conversaron en el Centre Interdisciplinaire d ‘Études et de Recherches sur l’ Allemagne (CIERA) realizado en el 2021. Ahora, ese intercambio se edita como libro.

Las novelas de Ernaux parten, en la mayoría de los casos, de experiencias concretas (ella se define como una feminista de la experiencia) pero no parecen pertenecer tanto al género de la autoficción sino a una suerte de indagación social o existencial de la mujer a partir de un elemento singular.

Pura pasión (1993) la novela donde relata el romance que tuvo con un joven cuando transitaba la menopausia, vendió 200 mil ejemplares y también fue llevada al cine. Sus historias generaron inquietud y debates públicos en revistas femeninas o en la televisión. Está claro que al trasladar su vida al campo de la ficción surgía algo del orden de la originalidad.

La sinceridad con la que relata los obstáculos para realizarse un aborto clandestino o la manera en que describe un romance donde fue capturada por la pasión, donde estuvo perdida de sí misma, son distintivas de una agudeza para analizar la propia vida, más que de un desarrollo de la inventiva. Pero la lucidez o la capacidad de creación se sostienen en la construcción de esa mirada y en el reconocimiento de una particularidad que ella no atenúa ni limita a los condicionantes morales

Dominadas por el matrimonio

Para las dos autoras el matrimonio fue la confirmación de la dominación masculina, para tomar el título de un libro de Bourdieu, un autor al que ellas mencionan repetidamente en este diálogo. Lagrave leyó los manuscritos de ese libro publicado en 1998 y le señaló a Bourdieu que no reconocía el trabajo de las feministas como un aporte cognitivo. Ernaux suma como crítica su consideración del amor como una superación de la violencia simbólica.

La lectura de los textos de Bourdieu fue reveladora para las dos autoras en relación con conceptos como el habitus escindido o el modo en que habilitó temáticas que permitían el análisis y la práctica de un universo social más cercano a partir de posiciones, operaciones y lugares concretos en el campo social que trazaban las estrategias de los individuos.

Si bien su sociología reflexiva no se inclinaba por el componente autobiográfico, de algún modo inspiró o habilitó a las dos autoras para proponer una mirada sociológica surgida del impacto que ciertos componentes sociales habían producido en sus acciones y en su carácter. La dominación es para Ernaux una condición que ella asimiló en la vida rural de su infancia y que la llevó a aceptar ciertas desventajas durante su matrimonio.

Annie Ernaux, Premio Nobel de Literatura 2022, habla con un reducido grupo de medios, sobre la película 'Los años de Super 8'. EFE/ Marta PérezAnnie Ernaux, Premio Nobel de Literatura 2022, habla con un reducido grupo de medios, sobre la película ‘Los años de Super 8’. EFE/ Marta Pérez

Lo más interesante del libro, y tal vez el principal aporte a una discusión que mantiene cierta actualidad, es el análisis sobre el lugar del yo en la escritura. Lagrave menciona la obligación de la despersonalización en su trabajo como socióloga hasta que decidió apropiarse de la primera persona sin perder el miedo a caer en el “narcisismo del mal gusto” o en “la ilusión biográfica”, en términos de Bourdieu.

Lo que entiende Lagrave es que ese yo tenía que darse en el marco de una relación con los demás, no se trataba de una identidad sino de un “yo socializado”. En la práctica, esa modificación de su escritura significó para ella rebelarse contra su padre. Lagrave se crió con once hermanos y el padre no quería que ninguno se destacara como una táctica para establecer un trato ecuánime, sin preferencias. Utilizar la primera persona era para Lagrave salir del grupo de hermanos, ser distinta.

Lo que las dos autoras capturan de maneras diferentes es la singularidad de una experiencia que estaba velada en el plano discursivo. Al escribir ese elemento biográfico, la vivencia se amplifica. Ernaux disiente con la idea de que la tercera persona habilite un universal, está convencida que es la primera persona la que consigue habitar otros espacios, siempre que no esté demasiado centrada en quien asume esa voz.

El elemento clave no es elegir entre narrar la propia biografía o recurrir a la imaginación, en cualquiera de los dos casos se pueden construir obras fascinantes o mediocres, sino entender si referirse a la experiencia amplía o limita el discurso. Ernaux dice que no depende del pronombre sino del lugar que le asignamos a nuestra persona en el mundo.

La primera persona

En la singularidad de la primera persona puede surgir una experiencia específica que se ve desacreditada o una excepcionalidad que es imperioso comunicar. No es lo mismo recurrir a la primera persona para transmitir impresiones o percepciones ligadas a cierta autoridad que compartir lo propio para llevarlo a la contienda pública, a un espacio donde se examinen sus contradicciones y donde pueda dialogar con otras experiencias.

Lagrave toma las anotaciones de su madre que recrean la economía doméstica, busca los archivos escolares de sus hermanos pero completa esa configuración familiar con otros datos de la época que le sirven para pensar el sistema escolar a gran escala, por eso ella define su método como una investigación autobiográfica. No se queda en el componente biográfico sino que parte de él para cotejar su experiencia con el campo social que le tocó vivir.

Por su parte Ernaux plantea que al escribir sobre su intimidad experimenta una distancia como si fuera otra persona. El traspaso a un personaje ficcional permite esa separación y diferenciación. Hay ciertos materiales donde el yo está demasiado compenetrado en sí mismo, donde hay un engolosinamiento con lo vivido.

En esos casos la primera persona pasa a perder cierta lógica de categorización, a creer que todo lo que le sucede es importante. Ernaux considera que al escribir, sus pensamientos se convierten en cosas como si pasara a objetivar, a extraer de esa experiencia algo que ya no le pertenece.

Escribir la intimidad, de Annie Ernaux y Rose-Marie Lagrave (Altamarea).