La primera edición del Boxing Grand Prix, un torneo organizado por el Consejo Mundial de Boxeo (CMB) y respaldado por la Autoridad General de Entretenimiento de Arabia Saudita, ha permitido que muchos boxeadores jóvenes expongan sus habilidades en grandes escenarios y ante un público global. Kevin Ramírez, el único representante argentino que sigue en competencia en este certamen, está gozando de esta experiencia, algo que le costó mucho hacer en el primer segmento de su corta carrera.
“Yo recién empecé a disfrutar en mi quinta pelea profesional. Antes la pasaba mal por los nervios. Ahora, con más experiencia, lo voy superando y puedo disfrutar de esto”, cuenta Ramírez, quien este miércoles competirá en los cuartos de final de la categoría pesado en el Kingdom Arena de Riad. La cartelera, que incluirá 16 combates, comenzará a las 4 y podrá verse a través de la plataforma DAZN y gratuitamente en el canal de YouTube de la revista The Ring.
El Boxing Grand Prix es un certamen de eliminación directa, similar a un torneo de tenis, que está destinado a peleadores de hasta 26 años y con no más de 15 peleas profesionales. De la primera ronda, que se llevó a cabo en abril, participaron 128 púgiles de 40 países, divididos en cuatro categorías (32 hombres por cada una de ellas): pluma, superligero, mediano y pesado. La segunda fase, en la que intervinieron los ganadores de la primera ronda, se desarrolló en junio. Este miércoles, 32 boxeadores de 19 naciones competirán en los cruces de los cuartos de final.
Esto permitió que Ramírez, de 25 años, viajara tres veces en menos de cuatro meses a Riad, una ciudad que lo deslumbró. “Hay muchos lujos a los que no estamos acostumbrados en Argentina: los autos, los edificios, los shoppings, que son de muchísimos pisos. Es una locura. Nunca me imaginé que iba a estar en un lugar así, por eso disfruto de la experiencia”, explica, y destaca también la organización del torneo: “Es maravillosa. Está todo programado desde que llegamos hasta que nos vamos y todo se cumple”.
El boxeador nacido en Wilde, que comenzó a practicar este deporte a los 13 años y realizó su primera pelea amateur a los 15, recibió de su promotor, Mario Margossian, la propuesta de participar en el certamen y la tomó, pese a que sabía que daría una importante ventaja: él había hecho sus nueve combates profesionales en la división crucero (el límite es 90,718 kilos) y, si decidía participar en el Boxing Grand Prix, lo haría en la categoría pesado.
“Lo dudé. Pero si no aceptaba y me quedaba acá, ¿qué iba a hacer? Decidí arriesgar porque la posibilidad de hacer una diferencia siempre está fuera. No es mi categoría, hay mucha diferencia de peso y de pegada, pero estoy dejando todo en cada pelea y, por ahora, se está dando algo lindo”, destaca el hermano menor del excampeón mundial crucero Víctor Emilio Ramírez.
La diferencia física quedó en evidencia en su combate correspondiente a la primera ronda del torneo, en el que enfrentó al neerlandés Brian Zwart, quien lo superaba por 17 centímetros y 20 kilos. Pese a ello, el argentino despachó a su rival en apenas 27 segundos y gracias a un potente gancho de derecha al cuerpo. “Él era muy alto, yo prácticamente no llegaba (a golpearlo) arriba. Por eso practicamos mucho las manos abajo. Salió una y se terminó rápido la pelea”, recuerda.
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El nocaut de Kevin Ramírez en su combate ante el neerlandés Brian Zwart.
En la segunda ronda, superó por puntos y en decisión unánime al congoleño Reagan Apanu (17,5 kilos más pesado que él) después de derribarlo en el cuarto asalto. Y lo hizo pese a haber sufrido fiebre, vómitos y diarrea antes del pleito. “La pasé muy mal el día del pesaje y el día de la pelea. Había llegado bien, fuerte, con 95 kilos, y después del pesaje bajé a 90 kilos. Pero no quise que me viera un médico porque si me veía, seguramente no iba a poder pelear. Cuando subí al ring, estaba mareado, débil, y además mi rival pegaba fortísimo. Aun así, pude superar ese mal momento y ganar”, valora.
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Kevin Ramírez venció a Reagan Apanu en el Boxing Grand Prix
Esos dos triunfos lo convirtieron en el único de los seis representantes argentinos que accedió a los cuartos de final del Boxing Grand Prix. Juan Manuel Albornoz, que compitió en la categoría pluma, fue eliminado en la primera ronda, mientras que en la segunda cayeron Alan Dutra, Alan Crenz (los dos en superligero), Jonathan Vergara y Emiliano Mendoza (ambos en pesado).
Este miércoles, su oponente en los cuartos de final será el polaco Piotr Lacz, quien eliminó al belga Michael Pirotton y al croata Marko Milun, y registra 14 victorias como profesional (10 antes del límite), de las cuales tres las logró en Estados Unidos. “Es un rival fuerte. Tengo que hacer mi plan, ser inteligente y boxear”, afirma el pupilo de Javier Sena, quien también está invicto en el ámbito rentado: suma 10 triunfos (cuatro por la vía rápida) y un empate.

Enfrentar a adversarios que lo superan en tonelaje, talla y alcance es un reto exigente. Pero Ramírez tiene vasta experiencia en labores duras: desde los 13 años y hasta los 23 trabajó en el mercado frutihortícola de Lanús haciendo tareas de carga y descarga. “Los camiones llegaban a las tres o cuatro de la mañana y tenía que estar a full, después venían los clientes y también tenía que estar a las corridas para cargarles la mercadería”, detalla. Desde hace un par de años, el púgil trabaja como barrendero en la Ciudad de Buenos Aires para la empresa de higiene urbana Ashira.
El wildense, quien tiene una hija, Ariadna, y está esperando a un segundo, es representante de Camioneros y cuenta con el respaldo de la organización sindical, lo que le permite combinar el entrenamiento con el trabajo y contar con las licencias necesarias para viajar a competir. Por ello, agradece especialmente al secretario general del sindicato, Hugo Moyano; al secretario general adjunto, Pablo Moyano; al secretario gremial, Marcelo Aparicio, y a la Secretaría de Deporte de Camioneros.

En este Boxing Grand Prix, el campeón en cada una de las cuatro categorías se quedará con un premio de 200.000 dólares y se convertirá en retador obligatorio al título Plata del Consejo Mundial de Boxeo, un paso previo a un duelo por un campeonato mundial. Pero incluso para quienes no se consagren, el torneo puede funcionar como una interesante vidriera. Ramírez lo sabe y proyecta, aunque tiene claro que su futuro no está entre los pesados.
“Hubiese sido lindo que este campeonato tuviera su división crucero. Ahí me veo muy bien, esa es mi categoría y puedo hacer la diferencia. El sueño de cualquier boxeador es tener una chance mundialista. Ese es mi objetivo y no voy a parar hasta lograrlo. Soy joven y estoy peleando por mi sueño”, asegura el bonaerense, quien ocupa el segundo puesto en el ranking argentino de las 200 libras y es el campeón latino de la división, reconocido por el CMB.