Las últimas investigaciones de la Universidad de Harvard y el avance de la biotecnología, junto a la inteligencia artificial, anuncian la posibilidad de extender la vida humana hasta los 150 años. Lo que hasta hace poco parecía ciencia ficción hoy aparece como un horizonte posible: “resetear” el reloj biológico celular y frenar el envejecimiento.
Esos avances, que despiertan esperanza, también nos obligan a pensar en algo más profundo: ¿qué significa una sociedad donde las personas vivan mucho más tiempo? ¿Cómo se sostendrán los sistemas de salud y jubilación? ¿Cómo se organizará el trabajo si varias generaciones conviven en simultáneo y con vidas extendidas?
El problema no es solo científico, sino político y social. Porque si la longevidad extrema queda reservada para unos pocos que puedan pagar tratamientos costosos, lo que tendremos no es un triunfo de la humanidad, sino una sociedad aún más desigual. La historia nos enseña que cada avance técnico debe ir acompañado de una conquista social que lo haga accesible a las mayorías. Así ocurrió con las vacunas, con la educación, con la jornada laboral.
La biotecnología y la IA no pueden ser privilegio de unos pocos millonarios, ni un negocio más para concentrar poder. Deben ponerse al servicio del bienestar común, con regulaciones claras, financiamiento solidario y un debate democrático sobre sus alcances.
Como trabajadores organizados, levantamos la voz para que estas promesas no sean excusa de exclusión, sino oportunidad de ampliar derechos. Si la ciencia permite vivir más, la política, y el peronismo en particular, debe garantizar que vivamos mejor, con justicia social, dignidad en el trabajo y un futuro compartido.
Víctor Santa María, Secretario General del SUTERH.