No parece que el Inter esté en condiciones de hacer mucho camino en el Mundial de clubes. Tampoco sería la primera vez que engaña a quienes le minusvaloraron. Dolorido tras acariciar y dejar pasar Liga y Champions, el club acomete una reconstrucción desde el banquillo porque su conductor, Simone Inzaghi, decidió aceptar la oferta del Al Hilal. Cristian Chivu, aquel zurdo rumano que jugó seis campañas en el equipo, se ha hecho cargo del equipo y de sostener el teatrillo en este torneo. Al Urawa Red Diamond nipón solo pudo superarlo (2-1) sobre la bocina, con un gol salvador cuando ya apenas había tiempo para réplica.
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Yann Sommer, Matteo Darmian, Stefan de Vrij, Carlos Augusto, Luis Henrique (Petar Sucic, min. 84), Kristjan Asllani (Valentín Carboni, min. 71), Federico Dimarco (Alessandro Bastoni, min. 71), Nicolò Barella, Nicola Zalewski (Henrikh Mkhitaryan, min. 45), Lautaro Martínez y Sebastiano Esposito (Francesco Pio Esposito, min. 45)
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Shusaku Nishikawa, Danilo Boza, Hirokazu Ishihara, Marius Høibråten, Yoichi Naganuma (Takuya Ogiwara, min. 86), Samuel Gustafson (Genki Haraguchi, min. 86), Takuro Kaneko (Takahiro Sekine, min. 64), Kaito Yasui, Matheus Sávio (Taishi Matsumoto, min. 78), Ryoma Watanabe y Yusuke Matsuo (Thiago Santana, min. 78)
Goles
0-1 min. 10: Ryoma Watanabe. 1-1 min. 77: Lautaro Martínez. 2-1 min. 91: Valentín Carboni
Arbitro Dahane Beida
Tarjetas amarillas
Nishikawa (min. 60), Takahiro Sekine (min. 66), Thiago Santana (min. 79)
El dominio del Inter fue aplastante, también su falta de ideas y la capacidad para resolver las pocas que plasmó. Le faltaron bastantes cosas, pero sobre todo talento. Y pareció un equipo agotado y por momentos impotente. Apenas Sommer, Dimarco, Barella y Lautaro repetían en el once respecto al equipo que inició la final de la Champions contra el PSG. Sin Çalhanoglu, Acerbi, Thuram o el puñal Dumfries, el Inter lució rebajado. Mhkitaryan saltó al campo tras el descanso. El equipo pasó un calvario ante un rival sin excesiva chicha que se replegó y trató de defender por acumulación porque de talento para hacerlo andaban más que justitos.
El Urawa se adelantó a los diez minutos gracias a su primera excursión en ataque y una alfombra roja de Carlos Augusto que Kameko aprovechó para entrar hasta la cocina del área interista y servir un balón de gol a Watanabe, que no perdonó. El Inter siguió picando piedra. Lautaro inició el asedio con un remate al larguero y todo apuntaba a que el empate no se iba a demorar. Pero durante casi 70 minutos el único disparo entre palos fue el gol de Watanabe. La escopeta del Inter era de feria hasta que tras intentos de Asllani, Pío Esposito o Asllani. La tomó de nuevo el sensacional delantero argentino, que tras un saque de esquina se sacó de la manga un remate acrobático en el primer palo ante el estupor de los zagueros.
La igualada reactivó la codicia del Inter, que ya acosaba para entonces, con veinte minutos por jugar, a un rival baqueteado y que evidenció su falta de contundencia en la acción defensiva, una serie de malos despejes ante la meta defendida por Nishikawa que llevaron la pelota a los pies del joven Valentín Carboni, un argentino de 20 años reincorporado tras un par de cesiones. Su remate se fue a la red, el Inter ganó el partido y la entusiasta afición japonesa bañó Seattle de lágrimas para llorar su eliminación.