El candidato a presidente de la Argentina que desfiguró a su esposa y se mató

El candidato a presidente de la Argentina que desfiguró a su esposa y se mató

Raúl Barón Biza nació en Buenos Aires el 4 de noviembre de 1899, en el seno de una familia de la alta burguesía argentina. Su padre, Wilfrid Barón, amasó una fortuna en la industria del aceite y la ganadería, y su madre, Catalina Biza, provenía de una familia tradicional. Desde joven, Raúl se mostró como un espíritu rebelde, incómodo con los moldes sociales que su clase imponía. Educado en Europa, absorbió las corrientes libertarias, el anticlericalismo francés y el erotismo decadente de la literatura fin-de-siècle.

Su adolescencia transcurrió entre viajes, excesos y lecturas. París, Berlín y Roma fueron escenarios de su formación intelectual y afectiva. Allí conoció el hedonismo, la política radical y el arte como provocación. Esta experiencia europea marcaría su estilo de vida y su escritura: cosmopolita, provocador y profundamente nihilista.

A su regreso a la Argentina, Barón Biza se convirtió en una figura excéntrica del patriciado porteño. Vestía con elegancia, frecuentaba los círculos intelectuales y políticos, pero siempre desde una posición marginal. Su fortuna le permitía financiar campañas, publicar libros y sostener escándalos sin preocuparse por las consecuencias económicas.

En uno de esos viajes conoció a la actriz suiza Rosa Martha Rossi Hoffmann, conocida por su nombre artístico: Myriam Stefford, con quien se casó en la Iglesia de San Marco, en Venecia, el 28 de agosto de 1930.

De regreso al país, Myriam, que se aburría de las excentricidades de su marido, decidió dedicarse a la aviación. Barón Biza le regaló un moderno biplaza al que llamaron “El Chingolo” y en él moriría Myriam intentando unir varias provincias. Hubo serias sospechas de que no se trató de un accidente sino de un sabotaje y crecían los rumores sobre un posible despecho de Barón por las supuestas infidelidades de su mujer. Para despejar dudas hizo construir un monumental mausoleo que simula un ala de 82 metros de altura.

En los años ‘30 y ‘40, se vinculó con el radicalismo y luego con el peronismo, aunque nunca fue plenamente aceptado por ninguna fuerza. En 1951, se presentó como candidato presidencial por el Partido Socialista Independiente, en una campaña más simbólica que efectiva, marcada por discursos incendiarios y propuestas provocadoras.

Su obra literaria es breve pero intensa. Publicó tres novelas que hoy son objeto de culto, El derecho de matar (1933), que fue censurada por su contenido sexual y su tono nihilista, Todo estaba sucio (1956), metáfora del país: todo está sucio, todo está podrido, y Punto final (póstuma).

Su literatura no busca redención ni belleza. Es una escritura del exceso, del dolor, del escándalo. En ella, Barón Biza se desnuda, se destruye, se exhibe.

Es un escritor maldito en el sentido más profundo: su obra es inseparable de su vida, y ambas están marcadas por la tragedia.

Su vida afectiva fue turbulenta. Se casó con Clotilde Sabattini, hija del gobernador radical Amadeo Sabattini, en una unión que parecía unir dos mundos: el poder político y el dinero. Pero la relación fue tormentosa, marcada por celos y episodios de violencia por parte de Barón Biza.

En 1964, durante una discusión por la separación, Barón Biza arrojó ácido en el rostro de Clotilde, desfigurándola para siempre. Luego, se suicidó de un disparo en su departamento.

El episodio conmocionó al país y selló su figura como símbolo del exceso y la tragedia.

Su hijo, Jorge Barón Biza, también escritor, se suicidaría años después, repitiendo el destino paterno.

La vida y la obra de Raúl Barón Biza desafían las categorías convencionales. No fue un político tradicional ni un escritor académico ni un simple provocador. Fue todo eso y más: un espejo roto que refleja las grietas de la sociedad argentina.