Cualquier persona más o menos ilusttrada desde la curiosidad o el morbo sobre uno de los capítulos más cruentos del siglo pasado sabe que el avión que tiró la bomba atómica en Hiroshima se llamaba Enola Gay. Pero el nombre del Bockscar. sólo lo retienen los “especialistas”.
Fue un avión gemelo del Enola Gay. Y arrojó un artefacto de un poderío más destructivo. Pero fue el segundo.Y parece que para algunas las tragedias de verdad también corre la máxima de quiénes sostienen que del segundo nadie se acuerda.
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El nombre de este bombardero B29 no es hijo de una gran imaginación. Le pusieron así por un piloto, Frederick Bock, que habitualmente lo piloteaba. Al avión le tocó entrar a la historia nuclear porque cargó y lanzó la bomba atómica Fat Man sobre la ciudad de Nagasaki, el 9 de agosto de 1945. La segunda y hasta hoy la última arrojada sobre una zona habitada.
Con su particular trompa redondeada con el vidrio repartido y el color aluminio que rebotaba los rayos del Sol, el Bockscar, de 30 metros y unos centímetros de largo, era un avión nuevo. Uno de los 15 bombarderos B29 construidos por la fábrica de Belleuve, en Nebraska, entregado a la Fuerza Aérea estadounidense el 19 de marzo de 1945, cinco meses antes del ataque definitivo a Japón.
Fue a parar a la base de Wendover, en Utah, y se usó para 13 misiones. Ninguna como su acción del 9 de agosto de 1945, la Special Mission 16, cuando partió de la isla de Tinian, en las Islas Marianas, con la bomba de 21 kilotones que le habían cargado la noche anterior.
Aunque al Bockscar normalmente lo piloteaba el hombre que le dio el nombre, esa vez hubo unos cambios y al comando estuvo el mayor Charles Sweeney, de 25 años, quien tres días antes había volado al “The great artist”, uno de los aviones de apoyo al Enola Gay. En el ataque a Nagasaki ese avión fue piloteado por Frederick Bock. Hubo enroque.
Aquel día Nagasaki era el plan B. La ciudad prioritaria era Kokura, a 200 km. Pero las nubes y el humo que tapaban la visión forzaron el cambio de destino.
Cáncer y memoria tras Hiroshima y Nagasaki
Nagasaki fue barrida en un 44 % de su extensión y murieron 35 mil personas en el acto. Miles más perdieron la vida por las secuelas.
Con su misión cumplida, en noviembre el Bockscar volvió a Estados Unidos .En 1946 lo mandaron al “cementerio” aeronáutico de Davis-Monthan, en Arizona.
Desde 1961 está en el museo de la Fuerza Aérea en Dayton, Ohio. Ahí se lo puede ver, rodeado de una cerca de vidrio, con su grafiti de pretensión humorística/evocativa pintado con posterioridad a Nagasaki.
Al pie hay una réplica de Fat Man y un cartel con una frase “por la positiva” que intenta atemperar el recuerdo de la tragedia: “El avión que puso fin a la Segunda Guerra Mundial”.


Las características de los bombarderos B29
La mayoría de los B29 llevaban 10 ametralldoras y un cañón de 20 milímetros. Podían cargar hasta 9000 kg de bombas. Los llamados Silverplate, como el Bockscar y el Enola Gay estaban “alivianados” y con el bilindaje retirado, para ahorrar peso y permitir el traslado seguro de los artefactos atómicos.
Habían sido diseñados en 1940 como un reemplazo para el B-17 y B-24. El primer B-29 hizo su vuelo inaugural el 21 de septiembre de 1942.
Con sus cuatro motores de 2200 hp cada uno podían alcanzar una velocidad máxima de 574 kilómetros por hora. En los últimos dos meses de 1944, los B-29 habían comenzado a operar contra Japón desde las islas de Saipán, Guam y Tinian.
Volvieron al combate en la Guerra de Corea, en junio de 1950.
La vida de los pilotos después de Nagasaki

El hombre del nombre del Bockscar hizo “otra vida” después de la guerra. En Chicago se doctoró en zoología y se especializó en estadísticas. Creó algoritmoss y llegó a diseñar un modelo matemático para diálisis peritoneal.
Bock se jubiló en 1986 y murió en 2000, en su casa de Arizona.
Charles Sweeney siguió coin su carrera militar, fue jefe de Defensa Civil en Boston y se retiró con el grado de general mayor. Hizo una aparición en la serie “El Mundo en Guerra”, en 1970. También se dedicó a pilotear aviones en shows aéreos.
Nunca se arrepintió de la bomba. “No hay ninguna duda en mente que el presidente (Harry) Truman tomó la decisión correcta”, dijo. Murió a los 84 años, en 2004.
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