El 30 de abril, en California, Luka Doncic jugó su último partido en Los Angeles Lakers. Fue en la derrota 103-96 con Minnesota Timberwolves que definió la serie incipiente de los playoffs de la NBA 4-1 a favor de la franquicia de Mineápolis. Al día siguiente, el base esloveno de 198 centímetros agarró su teléfono y le escribió a su manager, Lara Beth Seager: “Llego el 5 de mayo, quiero empezar de inmediato”. Los destinatarios finales del mensaje eran el fisioterapeuta Javier Barrio, el entrenador Anze Macek y la nutricionista Lucía Almendros, los integrantes del luego denominado Team Luka y los responsables del cambio físico del basquetbolista de 26 años.
Justo en el momento en el que muchos elijen relajarse comiendo pizza y tomando cervezas en el verano europeo, Doncic llegó dispuesto a aprovechar la temprana eliminación de los Lakers y prepararse para una temporada que comenzará con el Europeo (el debut será el 28 de agosto contra Polonia) con un plan de entrenamiento personal y de alimentación de casi cuatro meses ininterrumpidos en un gimnasio de un pueblo croata donde Doncic vacaciona desde chico.
Aunque todo empezó en un laboratorio de Madrid, a mediados de mayo, cuando el deportista que juega en la NBA desde los 18 años se sometió a muestras de sangre, orina y heces, se hizo una serie de resonancias magnéticas y ecografías y realizó pruebas físicas que incluían ejercicios sobre una plataforma de fuerza, un dispositivo que mide la cantidad de energía que un atleta puede aplicar al suelo y que determinó su rutina de ejercicios durante el resto del verano.
El programa físico de Barrio, con el objetivo de una reconstrucción física en un jugador que siempre fue criticado por su físico y que se fue de los Dallas Mavericks en febrero después de no jugar durante todo enero por una lesión en la pantorrilla, no incluyó básquetbol durante el primer mes. El esloveno no estuvo de acuerdo pero aceptó. “Al principio, fue difícil. No puedo estar sin el baloncesto. Pero cuando era pequeño, practicaba muchos deportes”, reconoció el chico de tapa en la última edición de la prestigiosa revista Men’sHealth.
Con una rutina de pesas que le ayudó a desarrollar fuerza en todo el cuerpo y el pickleball y al pádel como deportes alternativos al básquetbol, Doncic desafió nuevos músculos, alivió sus rodillas -porque hacía menos saltos verticales- y fortaleció aductores, glúteos y tobillos. Recién a principios de junio, el basquetbolista pudo hacer una práctica de 45 minutos con la pelota naranja pero todavía no ha jugado ningún partido, por lo que no sabrá cuán explosivo se sentirá en la cancha hasta que juegue con Eslovenia. Pero sí reconoce que no se ha sentido tan bien en años: “Mi sueño, mi cuerpo, todo en mí… me sentí más descansado”.
Our digital cover star, Luka Doncic, ready to take his game (and the Lakers) to new levels of dominance. And this summer shred has been years in the making.https://t.co/aB19DY7rrL pic.twitter.com/bjVsf1ampI
— Men’s Health Mag (@MensHealthMag) July 28, 2025
¿Cada cuánto se ejercita? Tiene dos entrenamientos diarios y solo descansa una vez a la semana (los domingos), cuando aprovecha para pasar tiempo de ocio con su esposa, Ana Maria Goltes -con quien está en pareja desde la adolescencia-, y Gabriela, la hija de ambos que cumplirá 2 años el 30 de noviembre. Aunque las cenas familiares no son un plan recurrente por el plan de ayuno intermitente que adoptó Doncic para limitar la inflamación y ayudar a su cuerpo a recuperarse mejor.
La alimentación, como en cualquier deportista de alto rendimiento, es un aspecto clave en el cambio físico del esloveno, que sigue una dieta sin gluten y baja en azúcar y que incluye al menos 250 gramos de proteína (unas cinco pechugas de pollo extragrandes) y un batido de leche de almendras al día, además de frutos secos, porque le aportan rápida energía, y frutos rojos, por sus propiedades antiinflamatorias. Con un detalle: ayuna desde las 20.30 hasta las 12 del mediodía del día siguiente, por lo que el primer entrenamiento -de 90 minutos- lo hace sin ingerir alimentos. “La única cantidad que medimos es la proteína. 250 gramos es el mínimo. Si quiere más, puede comer más”, explica Almendros.
La esperanza de Doncic es que este sacrificio le permita ser una figura dominante durante la próxima década. “Obviamente, dar lo mejor de mí, cuidarme. Este año, con mi equipo, creo que dimos un gran paso. Pero esto es solo el principio. Necesito seguir adelante. No puedo parar”, avisa quien durante su carrera en la NBA fue Rookie del Año, cinco veces miembro del All Star, cinco veces miembro del Mejor Quinteto, Máximo Anotador y MVP de las finales de la Conferencia Oeste.
“Cuando llegué a la NBA, tenía 18 años. Sinceramente, no sabía qué esperar esos primeros cuatro o cinco años”, reconoce sobre aquel inicio, cuando los consejos solos los recibía de los entrenadores y nutricionista de los Mavs, ausentes durante esos meses de vacaciones en Europa. Desde 2023, en cambio, trabaja con el equipo que ahora, por primera vez, lo tuvo a tiempo completo desde mayo. El espejo en el que se mira, en esa preparación para ser el mejor, es el que tiene a Michael Jordan y Kobe Bryant, reconocidos por sus exigentes pretemporadas y su dominio incluso en el ocaso de sus carreras. “MJ y Kobe, ya sabes, realmente hicieron mucho en sus carreras. Se sacrificaron mucho”, reconoce quien posiblemente sume a su Team Luka un masajista y un entrenador de tiro especilizado en el corto tiempo.