Día 556, Máximo y el resistido intento de kirchnerizar el peronismo 

Día 556, Máximo y el resistido intento de kirchnerizar el peronismo 

En su obra La ideología alemana, Karl Marx dice que la primera característica de su método de análisis, el materialismo histórico, es la asunción de que antes que nada hay personas de carne y hueso, tal y como son, viviendo y en consecuencia, haciendo la historia. Esto que parece una obviedad, nos devuelve una lección fundamental para tratar de entender los procesos históricos, la política y en consecuencia, lo que nos pasa como sociedad.

Las grandes decisiones de la política las toman personas como cualquiera de nosotros, con sus fortalezas y debilidades, con sus límites, obsesiones y miserias. La mayoría de ellos no son genios descomunales, ni grandes estrategas, son simplemente, personas haciendo la historia.

Máximo Kirchner es quizás un ejemplo cabal de cómo las fortalezas y límites de una persona definen a todo un espacio político y su porvenir. Heredero patrimonial y político de la familia Kirchner, parece ser el elegido por su madre, ex presidenta, ahora condenada por delitos de corrupción y la figura opositora más importante del país para encarnar electoralmente al kirchnerismo, principal espacio opositor del país.

Esto no les gusta a los autoritarios

El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.

Máximo, el líder de la Cámpora, se encuentra en un raid mediático que lógicamente lo ubica como candidato de cara a las elecciones bonaerenses, probablemente ocupando el espacio que dejó vacante su madre como candidata a legisladora en la tercera sección electoral.

Posiblemente, este sea el desafío más importante de su vida, aunque tuvo otros en el pasado. Tiene que retener los votos de Cristina Kirchner teniendo una imagen con altos niveles de rechazo.

Debe a la vez, mostrar un perfil independiente que le otorgue continuidad al kirchnerismo como corriente y debe poder convencer al peronismo y a los diferentes sectores socioeconómicos del país que es alguien capaz de encarnar un proyecto alternativo a Milei en el país, casi un estadista.

Demasiada exigencia. ¿Quién es Máximo Kirchner? ¿Qué rol tuvo en la construcción de la Cámpora y cuál es realmente la función que tiene esta organización?

El origen político de Máximo tiene diferentes versiones. Hay notas como las de Nicolás Florentino en Anfibia que lo ubican trabajando junto a su padre en su primera campaña presidencial y antes como gobernador de Santa Cruz y hay versiones que pintan a un Máximo muy distinto al actual.

Eduardo Zanini en su libro “Máximo, la historia jamás contada”, cuenta que Máximo era un adolescete con problemas de drogas y que no lograba avanzar con sus estudios. Luego, empezó varias carreras terciarias y universitarias que no terminaba y parecía que no encontraba ningún rumbo de vida, nada que lo ordenara.

Según Zanini, esto llevó a que Néstor Kirchner le dijera que se mudara a La Plata para estudiar derecho, algo que nunca hizo. Luego, tuvo un intento de paso por TEA para estudiar periodismo, pero tampoco funcionó.

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En ese momento, se le adjudicó alguna tarea en la inmobiliaria que administraba las propiedades de los Kirchner y fue cuando surgió la idea de la Cámpora.

“Un día alguien le acercó una propuesta. Se dice que fue Alberto Fernández o Héctor Recalde, uno de los mejores abogados laboralistas de la Argentina, para formar, ya con Néstor Kirchner en el gobierno nacional, una agrupación juvenil”, contó Eduardo Zanini a la producción de este programa.

Y agregó: “La Cámpora nació en el poder, no nació en una dictadura como otras agrupaciones juveniles. Y a partir de ahí fue escalando hasta llegar en el gobierno de Cristina a lugares importantes”.

Por otro lado, Laura Di Marco, en su libro de la Cámpora titulado: “La Cámpora, la historia secreta de los herederos de Néstor y Cristina Kirchner”, ubica una escena fundacional en la Quinta de Olivos.

Ahí había jóvenes como Mariano Recalde, Andrés Larroque, Wado De Pedro, José Ottavis que venían del movimiento estudiantil, algunos como Recalde, además, de una histórica familia peronista que junto a Máximo Kirchner le daban forma a la idea de La Cámpora.

Construir esta organización desde el poder fue más sencillo que la construcción de otras agrupaciones juveniles. La Junta Coordinadora del radicalismo por ejemplo, nació bajo la dictadura de Ongania, un escenario muy distinto. Lo mismo otras organizaciones de fines de los sesenta y principios de los setenta. Además, formar parte de ellas, conllevaba un riesgo de vida inminente.

La Cámpora en cambio nació al calor del poder estatal y su objetivo, según Di Marco y en palabras que su libro le atribuye a Néstor Kirchner era el “trasvasamiento generacional”.

En 2008, cuando surgió La Cámpora, había jóvenes en el gobierno de Cristina Kirchner, pero no eran propia tropa. Sergio Massa y Martín Lousteau eran vistos como agentes externos.

Ese trasvasamiento generacional, luego de 17 años, aún está por hacerse y es lo que se discute hacia la interna del PJ. La Cámpora se construyó rápidamente y tras la muerte de Néstor Kirchner tuvo un impulso imparable. En 2014, su líder, Máximo Kirchner habló por primera vez en público.

“La verdad que me gustaría no estar hablando y que el que estuviera acá hablando fuera Néstor”, dijo el heredero en ese acto. “Es la primera vez que tengo un micrófono adelante de esta manera y que detrás de esto no hay ninguna especulación”, aseguró.

“Tengo la seguridad, cuando veo sus caras como cantan como gritan, de que hay muchas peleas más por dar y que van a estar firmes junto a Cristina”, dijo frente a una multitud.

Un año después, Máximo Kirchner, tendría el primer trabajo registrado en su vida: diputado nacional. En ese entonces juró “por los que nunca aflojaron, ni aflojan, ni van a aflojar”.

Hay cambios físicos que sintetizan las transformaciones políticas y personales de un dirigente. El caso más paradigmático son las patillas de Carlos Menem que separan su fase de caudillo del interior a la de presidente neoliberal que privatiza empresas y puede amenazar a los ferroviarios con la tristemente célebre frase “ramal que para, ramal que cierra”.

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Máximo, a medida que se fue haciendo dirigente de mayor peso en el peronismo, fue adelgazando. Es muy interesante ver el recorrido de esta transformación. Según la nota de Nico Florentino en Anfibia, Máximo entendió que debía hacerlo para sacarse el estigma de “hijo acomodado que solo juega a la play”.

En la actualidad, tras la detención de Cristina Kirchner, todos los cañones apuntan a Máximo Kirchner. En medio de una raid mediático, en los que trata de construir su imagen de sucesor del kirchnerismo y figura fuerte del peronismo.

“Si la sociedad elige a un tipo con una motosierra en la mano, ya es un tema. Entonces, ¿cómo nos veían a nosotros?”, afirmó en una entrevista en el canal Blender.

“Muchas veces estos modelos económicos instalan desde los medios de comunicación o desde sus dirigencias que el problema es la resistencia”, señaló.

Y agregó: “Sin embargo, en un momento en que ninguno de esos elementos podía presentar resistencia y cuando la presentaba se la desaparecía, se la torturaba, o se apropiaban de los pibes. Tampoco funcionó”.

En este fragmento, Máximo Kirchner escenifica una maniobra. Parece hacer una autocrítica, pero en realidad simplemente esboza la necesidad de hacerla, para rápidamente criticar a Milei. Algo así también hace en este fragmento.

“Lo primero que tenés que hacer es ordenar los números y tratar de ordenarlos con la gente adentro”, manifestó. Y señaló que el contexto del país y del mundo no es el mismo que en el ciclo 2003-2007. “No hay gobierno como el de Néstor y Cristina que hayan tenido más años consecutivos de superar el equilibrio fiscal”, remarcó.

“Después vino la crisis de la subprime en Estados Unidos y todo lo que sabemos que pasó, la aparición de las criptomonedas en función de la desconfianza que genera el sistema financiero global”, recordó.

En este fragmento, Máximo hace una operación lógica interesante. Los logros son por políticas del kirchnerismo y los problemas siempre se deben al contexto. Cuando en Radio Con Vos le preguntan sobre la corrupción durante el kirchnerismo y el caso de Lázaro Baez, tampoco contesta directamente.

“Mi viejo se murió laburando, no pelotudeando y boludeando. A Cristina la tengo presa y a mi hermana hecha mierda. Quedo yo nomás, que soy ya el bocatto di cardinali de Macri y Magnetto”, sostuvo.

Hay algo interesante en todos estas entrevistas. Máximo se presenta como alguien hábil, al que periodistas experimentados no logran hacer perder el eje, pero contradictoriamente, nos da la sensación de que no hay nada nuevo bajo el sol, de que es el mismo kirchnerismo de siempre con sus virtudes y sus límites. Como si ganara cada batalla argumentativa, pero perdiese la guerra general por presentarse como una verdadera renovación.

Finalmente, este Máximo no es ni un boludo que juega a la play, ni el conductor máximo del peronismo. Es una figura contradictoria y difícil de ubicar, pero sin duda hay que seguir estudiando para tratar de entender el futuro del kichnerismo y la supervivencia de una familia política y la posibilidad de seguir influyendo sobre un sector del peronismo que en todo o en parte tendrá que integrar una alternativa al gobierno libertario.

Maximo es el significante de La Campora el intento de producir por la fuerza un salto generacional de 30 años en la dirigencia que se demostró imposible de aplicar. De la megalomanía del sueño kirchnerista con 16 años de Nestor y Cristina Kirchner para luego continuar con Máximo y La Cámpora.

El peronismo siempre se resistió a ser kirchnerizado y después de los fracasos acumulados hoy se resiste más aún. Máximo y La Cámpora pelean la subsistencia vecinal en el entramado del conurbano bonaerense con Axel Kicillof como contrincante.

Nos vamos con tema de una de sus bandas favoritas, Patricia Rey y sus redonditos de Ricota: El infierno es encantador por el Indio Solari y los Fundamentalistas del aire acondicionado.

Producción de texto e imágenes: Matías Rodríguez Ghrimoldi.