de la relación que arrancó tirante al respeto absoluto y aquel Barça de fútbol total

de la relación que arrancó tirante al respeto absoluto y aquel Barça de fútbol total

No es que Luis Enrique se lleve mal sin las figuras, pero él sabe bien que le cuesta mucho más armar un equipo que se adapte a su idea con súper estrellas que sin ellas. Cuando se fue Mbappé del Paris Saint-Germain dijo, “ahora sí vamos a jugar como yo quiero porque todos harán lo que les digo”. Los resultados están a la vista: tras la salida de Kiky, de su mano, el PSG levantó la primera Champions de la historia. Y algo parecido le ocurrió cuando dirigió al súper Barça de la MSN. Tanto, que le costó una pelea con Lionel Messi.

“Todos creían que era fácil dirigir al Barcelona con Messi, Neymar y Suárez, pero ahora quedó claro que no”, decía el DT español, a días de la finalísima de Europa en la que aplastó al Inter de Lautaro Martínez. Y agregó, sin falsa modestia: “He realizado un gran trabajo”.

“Cuando vino Luis Suárez, la gran pregunta era cómo se iba a llevar con Neymar y Leo, que gracias a Dios fue la mejor relación que se pueda dar. Cuando llegó, lo normal entre cracks es que no se lleven bien, por el asunto de los egos. Pero, gracias a su calidad humana, vivimos una época bestial, en la época del tridente… ¡un uruguayo, un brasileño y un argentino!”, recordaba Luis Enrique el armado de aquel equipazo.

Vale decirlo, antes de alcanzar la gloria máxima materializada en esa copa Orejona, hubo días de alta tensión entre Luis Enrique y Messi. En enero de 2015, el argentino se reincorporó un par de días después que sus compañeros a las prácticas del Barcelona, tras pasar el año nuevo en Rosario. Llegó en avión junto a Dani Alves y Neymar. Y, si bien la situación debió haber molestado al entrenador que no tenía concesiones con nadie (en la Roma se peleó con el máximo ídolo, Francesco Toti), el que estaba mal predispuesto era Leo.

¿Qué pasó? Durante la práctica de fútbol, Messi cayó en el área rival y Luis Enrique, que oficiaba de árbitro, aplicó el “siga siga”, lo que generó un reclamo subido de tono del capitán del seleccionado argentino.

Pero la cosa no quedó ahí: la situación se trasladó al vestuario, donde Messi continuó recriminando acaloradamente a su entrenador, hasta que debió interceder Neymar para que la tensión no siguiera escalando.

Al siguiente fin de semana, el rosarino fue el banco de suplentes en la caída frente a Real Sociedad en San Sebastián. Leo recién ingresó a los 13 del segundo tiempo, tuvo poca participación en el juego y terminó discutiendo otra vez con su director técnico. Al día siguiente, el 10 no fue a entrenar.

“Hasta que se solucionó todo hubo un tiempo de tensión, que yo no busqué, sin ninguna duda, pero que apareció y que tuve que gestionar”, recuerda Luis Enrique.

Está claro que era imposible dejar a Messi en el banco. Para colmo, había pura química entre los cracks y el DT no podía ser el díscolo que arruinara ese engranaje. El tiempo sanó y lo que siguió fue la etapa de mayor brillo en su historia como DT. Fútbol de alto vuelo. El asturiano fue el hombre detrás de la MSN, ese equipo que descolló en Europa, para muchos, incluso por encima del Barcelona de Guardiola. Parece mucho, aunque, al menos Luis Enrique y su amigo culé pueden sentarse en la misma mesa.

Fueron tres temporadas al frente del Barça donde lo consiguió todo. Dos ligas, la Copa del Rey y la Supercopa de España por duplicado y una Champions League, la última que llegó a Cataluña. Aunque, al igual que con su amigo Pep (al que define “el mejor de todos”), queda la sensación de que se quedó corto ese equipo y podría haber ganado algo más. La Orejona la levantó en aquella recordada final de Berlín, con baile incluido, a la Juventus de Carlos Tevez.

“Hoy solo puedo hablar maravillas de Leo Messi”, dice Luis Enrique que no tiene nada para reprocharle al argentino.

Cuando intentaba explicar a Messi, Luis Enrique lo comparaba con la película Keanu Reeves, Matrix: “Has visto Matrix, que la imagen se ralentiza y puedes hacer lo que quieres. Eso está al alcance sólo de uno, no he visto a nadie más. Ese es Messi”.

Se fue del Barça con el 80,29 por ciento de efectividad: “Una temporada bestial”, y con una gran relación con Leo. Al punto que en el mundial de Qatar su deseo era que, si no ganaba su España, fue la Argentina de Leo la que alzara la Copa FIFA.

Este domingo, desde las 13 las cosa serán distintas. “En la cancha no hay amigos”, ya avisaron los jugadores del PGG que compartieron equipo con el Argentino.