El peronismo retoma esta semana las conversaciones que había puesto en pausa tras la proscripción de Cristina Fernández de Kirchner, con foco en la provincia de Buenos Aires. El calendario impuesto por el desdoblamiento achicó los tiempos: en sólo 17 días deben presentarse los frentes electorales y, el 19 de julio, las candidaturas. “Estamos en las puertas del cronograma electoral, pero sin precisiones”, señala una de las autoridades del PJ. La unidad que se mostró en Plaza de Mayo todavía no se traduce en una síntesis capaz de sortear las confrontaciones internas. Organizar, clarificar y volver fue la bajada de CFK desde Parque Lezama. Una voz que interpela y convoca. Un discurso insumiso que gana centralidad y profundiza la polarización. La unidad aparece no solo como estrategia electoral, sino también como antídoto frente a la desafección.
“Frente a la proscripción de Cristina y a la alianza total de la derecha antiperonista en la provincia de Buenos Aires, nosotros decidimos volver al PJ. Ahora, las discusiones las damos adentro”, dice en diálogo con Página/12 Alejandro “Topo” Rodríguez, uno de los dirigentes repatriados a la sede del PJ nacional. La frase explica la urgencia por consolidar la unidad. “No venimos del kirchnerismo, pero somos peronistas, de lo que se ha llamado Peronismo Federal”, se define, y adelanta que “la expectativa es política, no estrictamente electoral”. En efecto, tanto Rodríguez como Guillermo Moreno regresaron a la histórica sede de Matheu con la intención de construir un proyecto que los vuelva a aglutinar.
Peronismo, sin eufemismos, es el nombre con el que trabaja el PJ. La ley electoral impide que el sello derive de un nombre propio, explica a este diario un conocedor de la letra chica. En todo caso, el peronismo será el paraguas bajo el cual se alineen los dirigentes en septiembre y en octubre, más allá de la denominación final.
Tras la masiva movilización del miércoles en Plaza de Mayo, Sergio Massa se trasladó a su oficina de Avenida del Libertador. Allí repasó encuestas y el calendario: faltaban apenas 20 días para el cierre de los frentes electorales en la provincia de Buenos Aires. El tigrense, que mantiene buen vínculo con todas las tribus del peronismo, consideró que es tiempo de acelerar. La suspensión de las PASO dejó a los partidos sin la herramienta que ordenaba las candidaturas, y el desdoblamiento comprimió los tiempos aún más. Según los últimos números que recibió el excandidato del Frente de Todos, CFK creció en centralidad, él mismo subió algunos puntos, y una primera medición posterior a la confirmación de la condena mostró al peronismo mejor posicionado que semanas atrás. Entonces, los relevamientos solo daban ganable la Tercera Sección Electoral, competitiva la Primera, y una derrota segura en las otras seis.
Un armador de la estrategia provincial fue tajante: “El más perjudicado por su estrategia en este contexto es Axel Kicillof”. Pero hay otro dato relevante: los informes que recibió Massa revelan que la idea de un peronismo abroquelado alienta a los electores a participar. La lógica es simple: con unidad, crece la participación; sin unidad, la apatía del electorado propio se expande. El dato es significativo en un contexto donde la desafección electoral se volvió una constante. En Misiones, última elección, el ausentismo fue récord. En la mayoría de las elecciones provinciales realizadas hasta ahora, votó menos del 60 por ciento del padrón.
Encontrar el dispositivo
Con el reloj de arena dado vuelta, los dirigentes se enfrentan al desafío de encontrar un método de armado de listas que contenga a todos los sectores del frente, incluidas las expresiones minoritarias. “Hay que poner de pie toda la ingeniería electoral para llevar la elección adelante. No es una cosa sencilla, y esta vez no se hace cargo la Nación, se hace cargo la Provincia”, advirtió la secretaria general del PJ, Teresa García. Desde el Frente Renovador dejaron trascender que sus apoderados y los del PJ ya estaban trabajando en el diseño de la estrategia para Buenos Aires. Sin embargo, en Matheu 130 —la histórica sede donde se prevén los encuentros— aseguran que esa información aún no llegó. Tampoco en La Plata, donde repiten que “no se avanzó con nada” y que, por ahora, las energías están concentradas en organizar las elecciones y fortalecer “nuestro Movimiento”.
“Aceleramos porque no nos sobra tiempo”, reconocen cerca del tigrense. “Massa habló con todos”. Este martes comenzarán las reuniones con el resto de las fuerzas políticas que integrarán el frente. El objetivo es consensuar una única junta electoral que valide las candidaturas para ambas elecciones: la provincial y la nacional. También se definirá el sistema de alianzas. A lo largo de la semana se espera un nuevo encuentro en la calle Matheu para discutir el nombre de la coalición, afinar la estrategia y trabajar en el mensaje de campaña que unifique al espacio de cara a septiembre y octubre.
¿Cristina candidata?
Javier Milei transita sus peores niveles de imagen desde que asumió, aunque algunos encuestadores advierten que la polarización creciente podría amortiguar la caída y, eventualmente, mejorar su percepción en la opinión pública. Lo mismo ocurre con el gobierno, cuya imagen —aunque más alta que la del presidente— también muestra señales de desgaste. Del otro lado, la centralidad de Cristina Kirchner volvió a crecer. La polarización se profundizó y no deja margen para opciones de centro.
En ese contexto, el kirchnerismo comenzó a revisar la letra chica de la ley electoral bonaerense para evaluar cómo traccionar con la figura de la expresidenta en el principal distrito del país. Una candidatura testimonial de CFK aparece sobre la mesa. “Seguramente será materia de charla la semana que viene”, anticiparon a este diario. En efecto, la Junta Electoral de la provincia de Buenos Aires solo exige ser ciudadano nativo o naturalizado con al menos cinco años de ciudadanía, tener un mínimo de veintidós años y una residencia inmediata de un año para quienes no sean hijos de la provincia.
“No creo que haga falta”, desliza un operador provincial. “Una foto de Cristina sentada con los candidatos alcanza y sobra”, sugiere. Otra opción que aparece en discusión es el nombre de la boleta: algunos dirigentes cercanos a la expresidenta fantasean con inscribir el frente como Cristina Libre. Una insignia que sintetiza la campaña nacional e internacional contra su proscripción y que retoma la experiencia brasileña como antecedente.
La expectativa está puesta en quiénes encabezarán la Primera y la Tercera Sección Electoral tras la vacancia que deja CFK, quien había anunciado, días antes de su inhabilitación, que competiría como diputada provincial. Uno de los nombres que resuena es el de Máximo Kirchner, quien abandonó su bajo perfil en las últimas semanas. El exministro de Planificación Federal, Julio De Vido, aseguró en declaraciones radiales con La 750 que “llegó la hora de protagonizar” de Máximo y consideró “inevitable” su candidatura en la Tercera Sección Electoral.
La voz que ordena
Con su última aparición espectral en Parque Lezama, Cristina Fernández de Kirchner consolidó un nuevo dispositivo de comunicación: una voz que ordena. Desde San José 1111, conduce. En clave foucaultiana, su cuerpo controlado se vuelve discurso insumiso. No se limita a resistir: organiza, interpela, convoca. Su palabra es performativa: no solo dice, crea realidad. Su lenguaje económico no es tecnocrático, es popular, material, cotidiano. En ese decir, trama un plan de acción: organizar, clarificar y volver. Y es en esa voz —despojada de cuerpo pero cargada de sentido— donde el peronismo vuelve a encontrar un centro de gravedad.