como cambió la forma de hacer protestas en tiempos de redes sociales

como cambió la forma de hacer protestas en tiempos de redes sociales

“La calle es nuestra”, era uno de los gritos que más envalentonaba a quienes salían a la calle a reclamar a comienzos de este siglo en la Argentina. Durante décadas manifestarse involucró caminar bajo el sol o la lluvia, alzar carteles y ocupar las calles.

Hoy las protestas ya se piensan en función a su impacto en redes sociales y se extienden a entornos virtuales mientras el espacio público es vigilado con cámaras y drones con inteligencia artificial.

Cuando el mes pasado miles de ciudadanos de Los Ángeles se alzaron contra las detenciones masivas de ICE (Immigration and Customs Enforcement, la agencia de inmigración de Estados Unidos que se volvió todopoderosa con Donald Trump), en lugar de una consigna centralizada la indignación se fragmentó en pequeños grupos organizados por WhatsApp y chats; transmisiones en vivo por TikTok y carteles pensados para ser convertidos en memes.

Y es que en un mundo en donde los algoritmos de recomendación premian el espectáculo y lo breve para convertirlo en viral, las protestas, que suelen ser complejas y dolorosas, no siempre encajan en ese molde. Entonces es necesario repensar la manera en la que se manifiesta y las precauciones a tomar.

La indignación se fragmentó en pequeños grupos por WhatsApp; transmisiones en vivo por TikTok y carteles para ser memes.

Así, muchos de los que manifestaron decidieron quitar sus nombres reales de sus perfiles de redes antes de salir de sus casas por temor a represalias si sus teléfonos eran confiscados y otros siguieron los tutoriales de maquillaje con técnicas como CV Dazzle o HyperFace, estilos que confunden a los algoritmos de reconocimiento de rostros e impide la identificación.

El ingenio también estuvo puesto en el tipo de mensaje que debían llevar las pancartas. Sabiendo que un cartel ingenioso tiene el potencial de multiplicarse como meme por todos lados, muchos manifestantes buscaron expresarse en un lenguaje cercano porque el poder del viejo megáfono se trasladó de repente a la cámara del celular.

La forma misma en la que se cubren ahora estos temas cambió. Por ejemplo, los inmigrantes ilegales de Los Ángeles encontraron su voz en L.A. Taco, un sitio de reseñas gastronómicas que mutó su perfil para transformarse en un espacio de periodismo social en donde se documentan y denuncian los excesos de las fuerzas de seguridad.

“Nada nos va a impedir contar lo que está pasando, ni las amenazas ni los proyectiles de goma”, explicó en un video su editor, Javier Cabral, quien vio a su audiencia amenazada por las políticas de Trump y capturó como nadie la nueva lógica de las protestas, descentralizadas e inmediatas.

Y la calle analógica ya no es el único escenario para alzar la voz. Las protestas contra ICE se repitieron también en Roblox, el juego online con más de 85 millones de usuarios diarios en donde jugadores (muchos de ellos, adolescentes) armaron marchas virtuales con banderas mexicanas y avatares construidos para la ocasión.

Así, mientras vemos imágenes de militarización y excesivo vallado tanto en Los Ángeles como en las inmediaciones del edificio del Congreso en Buenos Aires, el campo de acción se extendió a redes sociales, videojuegos y medios alternativos.

En un mundo saturado de imágenes, la protesta se descentraliza, se gamifica y parece que sólo triunfa si se vuelve viral.