En La reinvención del amor (Siglo XXI Editores), el sociólogo Joaquín Linne se propone un desafío mayúsculo: comprender cómo cambian las relaciones sexoafectivas en un mundo gobernado por las pantallas, las plataformas digitales y los nuevos discursos del deseo. Con una mirada lúcida y sin complacencias, el autor indaga los vínculos contemporáneos desde las apps de citas hasta las emociones que se multiplican –y a veces se desdibujan– en la lógica de los algoritmos.
La propuesta del autor es entender cómo se construyen, sostienen y transforman los vínculos sexoafectivos en un mundo cada vez más mediado por plataformas digitales. El libro condensa cinco años de investigación basada en entrevistas, observación y análisis de contenido, pero va mucho más allá del recorte académico. Linne articula sociología de la cultura, teoría de género, psicoanálisis, papers especializados y también los discursos más cotidianos: desde lo que dicen youtubers e influencers hasta las conversaciones que circulan en redes sociales, podcasts y plataformas de streaming.
Uno de los mayores desafíos al escribir esta obra fue, según el autor, “encontrar un tono y una posición que integrara los aportes del feminismo y la perspectiva de género”.
Uno de los méritos del ensayo es su conciencia autorreflexiva. Linne, lejos de ubicarse en una torre de marfil, asume su lugar como sujeto implicado en los procesos que estudia. En diálogo con el concepto de “doble reflexividad” del sociólogo Anthony Giddens, el autor reconoce que su investigación se desarrolló mientras él mismo –y su entorno más cercano– atravesaban experiencias afectivas mediadas por tecnologías digitales. Una perspectiva situada que enriquece el análisis con vivencias personales y sensibilidad crítica.
Nuevas ideas, intercambios, inquietudes
“Mientras investigaba el amor en tiempos de apps y uso intensivo de internet, yo mismo –así como mis amistades y familiares– atravesaba experiencias afectivas mediadas por lo digital. Eso generaba nuevas ideas, intercambios, inquietudes”.
Joaquín Linne es doctor en Ciencias Sociales por la UBA y trabaja como investigador del Conicet con sede en el Instituto Gino Germani y como docente en seminarios de grado y posgrado en la UBA, UNLa, Ucasal y UAI. Lejos de una mirada nostálgica, muestra cómo la transformación de los vínculos viene acompañada por una mayor diversidad de formatos relacionales.
“No hay una sola forma de armar vínculos hoy, sino un menú de opciones que se combinan de distintas maneras según las personas y sus momentos vitales”, anota. La pareja tradicional ya no es el único horizonte posible: crecen las amistades intensas, las convivencias no románticas, las relaciones abiertas y los vínculos mediados por el afecto hacia animales o comunidades.
“El poliamor, las relaciones abiertas, los vínculos sin etiquetas… estas formas ponen en cuestión no solo la monogamia, sino también la heterosexualidad obligatoria y los modelos afectivos clásicos del siglo XX”, sostiene el sociólogo. Las nuevas maneras de relacionarse no eliminan los antiguos ideales, pero los tensionan. “Podemos desear experimentar vínculos abiertos o no convencionales y, al mismo tiempo, anhelar una pareja estable, monogámica y la posibilidad de formar una familia”, agrega.
Uno de los conceptos más sugerentes del libro es el de “terceridad digital”: esa dimensión en la que los lazos afectivos se extienden —o persisten— a través de las huellas que se dejan en redes. Selfies, stories, memes: el lenguaje digital se vuelve parte del vínculo, incluso después de una ruptura. La emocionalidad se prolonga en el consumo de esas imágenes, generando una suerte de presencia fantasma que transforma el modo de amar, pero también el de soltar.
“Muchas veces nos enganchamos no solo con la persona, sino con su lenguaje digital –sus selfies, sus memes, sus stories–. Y después de una ruptura, ese vínculo puede mantenerse a través del consumo de esas imágenes”, advierte. Esa presencia fantasma produce una continuidad emocional que transforma incluso el modo de terminar una relación.

El diagnóstico es claro: el mercado emocional está más activo que nunca. En diálogo con autoras como Eva Illouz, la socióloga y escritora franco-israelí referencia en la historia de la vida emocional, Linne advierte cómo las plataformas multiplican las expectativas —sexualización temprana, disponibilidad permanente, ilusión de abundancia— y erosionan las certezas.
“Las plataformas aceleran los ritmos: aumentan la expectativa de sexualización temprana –de ahí el sexting y el sexo en las primeras citas–, y también las exigencias a la hora de formar y sostener una pareja, ante la ilusión de abundancia de opciones”, puntualiza. En ese contexto, prácticas como el ghosting (cortar el contacto sin aviso) se vuelven moneda corriente, aunque generen un profundo malestar. No por casualidad, afirma, “en muchos perfiles, sobre todo femeninos, aparece el reclamo por la responsabilidad afectiva: ‘Si vas a ghostear, seguí de largo’”.
La irrupción de recursos como emojis, memes o stickers complejiza aún más la escena. El autor no los condena, pero advierte que su impacto es ambiguo. “Por un lado, puede simplificar o limitar ciertos matices; por otro, aporta recursos nuevos para la expresión afectiva”. Por eso insiste en no idealizar ninguna época: “Vincularse siempre fue difícil”.
El mandato de la pareja persiste, aunque con nuevas modulaciones. “Conviven el deseo de formar pareja y familia con formatos afectivos alternativos: las amistades cercanas, las convivencias no románticas o las estructuras familiares centradas en vínculos no humanos”.
Altos niveles de compromiso y sacrificio
La consolidación de modelos como las ecofamilias y otras formas de vida afectiva responde a factores sociales y económicos concretos. “Frente a un contexto donde los ingresos son más bajos, los hogares más chicos y los proyectos tradicionales de pareja pueden implicar altos niveles de compromiso y sacrificio, se prioriza la autonomía, el deseo de viajar, de vivir experiencias y de cuidarse a una misma”.
El libro también traza una lectura generacional. Mientras que en décadas anteriores el horizonte era claro –pareja estable, casa, hijos antes de los 30–, hoy ese mandato está en revisión. “La generación centennial (menores de 30 años) se mueve con más fluidez para armar y desarmar vínculos, tiende a tener identidades de género y orientaciones más flexibles y no se siente cómoda con las etiquetas”, considera el autor. Esa misma generación evita las apps de citas tradicionales y privilegia redes como Instagram, que muchos llaman “el Tinder sub-30”.

En este contexto, emergen movimientos que tensionan con más fuerza los marcos tradicionales del amor. Uno de los más llamativos es el 4B, surgido en Corea del Sur, que plantea una ruptura total con los vínculos heterosexuales y los mandatos de familia y maternidad.
Mujeres jóvenes que eligen no casarse, no tener hijos, no vincularse con varones ni con prácticas sexuales normativas, como respuesta a una estructura que consideran opresiva. La existencia y expansión de estas iniciativas muestran hasta qué punto las reglas del juego afectivo están cambiando.
¿Hoy es más difícil amar? ¿O simplemente se ama distinto? “Amamos de otra manera. Vivimos amores enredados por tecnologías de contacto, atravesados por imaginarios en transición y por formas de vida con más libertad, pero también más incertidumbre”, dice. En ese paisaje movedizo, surgen nuevas configuraciones como la monogamia serial, donde la exclusividad sigue existiendo, pero en períodos más breves y sin promesas de eternidad.
A través de un enfoque agudo y empático, la obra propone una lectura posible de ese universo en mutación. Una cartografía que no ofrece recetas, pero sí herramientas para pensar los afectos en tiempos de algoritmos, multiplicidad de discursos y deseos que no terminan de acomodarse del todo a ninguna forma.
La reinvención del amor, de Joaquín Linne (Siglo XXI).