Un Chrysler Voyager, aparcado en un garaje de la urbanización Pueblo El Jardín (en Benalmádena, Málaga), ocultaba un peligroso secreto en un doble fondo: varias bolsas de deporte con cinco subfusiles Skorpion, un fusil AK-47, una pistola HK (con el número de serie borrado), un revólver King Cobra del calibre 38 (también con el número de serie borrado), una pistola detonadora FN, cuatro granadas de mano, cajas de cartuchos, cargadores y silenciadores. Todo un arsenal, en manos de miembros de una red de narcos dedicada a la introducción de cocaína en España, condenada a cárcel esta semana por la Audiencia Nacional.
El tribunal ha impuesto penas, de entre seis y casi doce años de prisión, a 15 integrantes y colaboradores de esta “organización criminal”, que se había especializado en meter la mercancía en el país camuflada entre fruta importada de América, así como en la fabricación y venta de drogas sintéticas. De hecho, en octubre de 2018, los investigadores le intervinieron más de 4,8 toneladas de cocaína en una nave de Málaga, cuyo valor en el mercado habría superado los 900 millones de euros, según la sentencia de la Audiencia Nacional.
Los magistrados han decretado las penas más altas (casi 12 años de reclusión) para los dos líderes de la banda, Marco Conrnelius Huijsman y Hans Leendert Martinus Verheij, nacidos en los Países Bajos. La mayoría de condenados son holandeses, pero también hay un estonio, un español, un costarricense y un australiano. La cocaína, que importaban desde Costa Rica, la introducían en la Península a través del puerto de Setúbal (Portugal), desde donde la movían a Málaga para distribuirla después a terceros.
Por su parte, para la fabricación de drogas sintéticas, utilizaban productos que importaban de China, que almacenaban para generar MDMA y MDA. “Para desarrollar toda esta actividad, la organización contaba con un entramado societario, vehículos, naves industriales, viviendas, locales y garajes”, remacha la resolución judicial, fechada el pasado 31 de julio.
La sentencia destaca la “gran capacidad delictiva de la organización”: “Habida cuenta de la diversidad de sustancias estupefacientes a cuyo tráfico y fabricación se dedicaba, y en cantidades muy elevadas, así como los numerosos medios materiales con que contaba”. Los agentes apuntaron que, incluso, varios de ellos mantenían contacto con el histórico narco gallego José Ramón Prado Bugallo, alias Sito Miñanco. Los jueces ahondan también en que el negocio “era muy lucrativo”, como demuestran las “condiciones de vida” de los narcos, “que disfrutaban de viviendas, vehículos de lujo y relojes y joyas de elevado precio”.