Veracruz desentierra siglos de historia mientras el Gobierno local trabaja en la remodelación del drenaje y el cableado eléctrico en las calles que componen su centro histórico. Entre máquinas excavadoras y montones de escombros, el puerto del golfo de México, un punto estratégico de transporte y comercio trasatlántico desde la Conquista, redescubre objetos sepultados debajo del asfalto. El último hallazgo presentado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) al respecto da cuenta de dos cañones de hierro que datan del siglo XVIII, que pudieron haber sido utilizados en la defensa del puerto durante la intervención francesa de 1838 y la ocupación de Veracruz tras la invasión estadounidense de 1847.
El primer cañón, encontrado a inicios de junio, mide dos metros de largo y pesa 750 kilos. Si bien sus características responden a la artillería naval que acompañaba los barcos de correos, algunas modificaciones halladas en su base hacen pensar a los especialistas que se adaptó para dispararse desde tierra. El segundo cañón, hallado en julio, mide 2,82 metros de largo y pesa más de una tonelada. Ambos objetos, oxidados y cubiertos en su mayoría por restos de arena, fueron hallados sobre la calle Independencia, a unos metros del Zócalo, un área animada con hoteles, cafés, bancos y edificios históricos que hace dos siglos conducía hacia la Puerta de México, uno de los contados accesos terrestres al puerto, que por su importancia comercial para la consolidación de la Nueva España y el asedio constante de piratas, se mantuvo amurallado entre la época virreinal y el siglo XIX.
Los hallazgos, producto de un programa de salvamento arqueológico del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) que arrancó en paralelo a las obras, revelan detalles inéditos de las transformaciones que ha atravesado el puerto, protagonista de la historia nacional desde hace al menos cinco siglos. La ciudad de unos 600.000 habitantes fue el primer asentamiento de la Nueva España fundado por Cortés en 1519 y el primer ayuntamiento de América. En Veracruz también desembarcaron Maximiliano de Habsburgo y Carlota, llamados a encabezar el Segundo Imperio Mexicano en 1864. El puerto también fue testigo de la huida al exilio de Porfirio Díaz en 1911, el dictador que gobernó con puño de hierro el país durante las últimas tres décadas del siglo XIX y cuya caída marcó el inicio de la Revolución.
Si bien el estado de conservación de ambos cañones impide obtener detalles de su fabricación, su forma coincide con los utilizados entre finales del siglo XVIII e inicios del siglo XIX. De ahí que Judith Hernández, especialista del INAH a cargo del proyecto, no descarte que ambas piezas de artillería pudieron haber disparado proyectiles tanto en la Guerra de los Pasteles, un pasaje de la primera intervención francesa en México en 1838, como en la invasión estadounidense de 1847. “En algún momento de finales del siglo XIX, cuando tuvieron lugar nuevas obras de urbanización, debió ser complejo trasladarlos y, simplemente, se cavaron zanjas para enterrarlos y nivelar las calles por encima”, explica Hernández en un comunicado.

La cara actual de Veracruz comenzó a tomar forma a finales del siglo XIX, con la demolición de la muralla que custodiaba el acceso al puerto y el trazo de nuevas vialidades que partían desde el centro de la ciudad. Además de los cañones, durante las obras se han encontrado restos de cerámica, vidrio, huesos de animales que fueron utilizados como elementos constructivos y los restos de cuarteles y una prisión militar que funcionaban como un edificio anexo a la muralla.