Boca vive su duelo entre la bronca de los hinchas, la ira de Riquelme y el pobre nivel de los jugadores

Boca vive su duelo entre la bronca de los hinchas, la ira de Riquelme y el pobre nivel de los jugadores

Una pareja que se separa, la muerte de un familiar o el cierre de la fábrica o el negocio donde se trabajó toda la vida. Así se siente este momento deportivo del fútbol profesional de Boca Juniors, el club más grande de la Argentina, acaso; el más popular, sin dudas. Es un duelo. Y todo duelo tiene cinco etapas: “No puede ser”, negación; “¿Por qué a mí?”, ira; “Si tan solo hubiera hecho algo diferente…”, negociación; “No se puede seguir así”, depresión; “No queda otra, hay que seguir”, aceptación. Y ese será el primer paso para empezar a revertir este agujero negro en el que Boca cayó el 25 de febrero tras perder con Alianza Lima y sigue en una caída libre que por ahora no conoce el fondo. ¿Habrá sido la derrota ante Atlético Tucumán? ¿O todavía hay más sufrimiento en el año de Boca?

Lo cierto es que el equipo que ahora conduce Miguel Ángel Russo sumó una nueva decepción y quedó eliminado de la Copa Argentina en los 16avos de final. Perdió la posibilidad de pelear por un título que además otorga un boleto a la Copa Libertadores 2026. La clasificación al máximo certamen continental también se convirtió en una sombra negra que amenaza con cubrir todo. Es que desde la final de 2023 en el Maracaná, Boca no volvió a jugar el torneo. Pero -también hay que decirlo- en este momento está tercero en la tabla anual de la Liga Profesional, ubicación que -de mantenerla- le permitiría entrar a la fase de grupos.

1- Negación. El problema fundamental de Boca está en no identificar que tiene un problema. Según una encuesta que realizó Clarín.com el principal responsable del momento deportivo del equipo es su presidente, Juan Román Riquelme. Jugador exquisito, ídolo máximo del club y el presidente más votado de la historia. “Tener poder es que la gente te quiera”, había dicho Román en campaña. Tras la eliminación frente a Independiente por el Torneo Apertura, desde un sector de la platea media se cantó en contra de “La Comisión”, y en Santiago del Estero hubo silbidos. La paciencia de mucha gente se agota. Son 10 los partidos sin ganar y alcanzará a 2 años y 9 meses el periodo sin títulos, en caso de quedarse con el actual Clausura.

Mucho tiene para revisar Riquelme en sus seis años al frente del Consejo de Fútbol (cuatro como vicepresidente y dos como máxima autoridad). Son 46 los jugadores que se ficharon en su gestión y hay de todo: los nombres rutilantes de Marcos Rojo, Edinson Cavani y ahora Leandro Paredes; y otros de difícil justificación como Agustín Martegani, Lucas Janson o Esteban Rolón, que este jueves rescindió su contrato con el club. Y más allá de la valoración de cada caso, es cierto que Riquelme ya no juega, pero nadie puede negar que es el principal armador del plantel.

2- Ira. En Santiago del Estero, Riquelme habría tenido una nueva intervención frente al plantel. Ya lo había hecho con Sebastián Battaglia (aquella secuencia en la que hizo bajar del micro a los jugadores) y con Diego Martínez. Según trascendió, en el vestuario del Madre de Ciudades, el presidente de Boca enfrentó a los jugadores: “El que se quiera ir, que me lo diga ahora. Tiene las puertas abiertas”.

El nivel del plantel no es bueno. Se nota el terror de algunos jugadores cuando tienen la pelota: nadie arriesga, nadie quiere ir para adelante, nadie quiere gambetear, nadie quiere patear al arco. Nadie se hace cargo. Leandro Paredes jugó un partido y medio, y enseguida se tuvo que hacer dueño de la pelota, pero cuando levanta la cabeza y nadie se le muestra, se exaspera y la pasa para el costado. Así, Boca es un equipo lento y previsible.

3- Negociación. Si la de Cavani ante Alianza Lima hubiera entrado, si el cabezazo de Otamendi se hubiera ido afuera, si tan solo el equipo hubiera conseguido un triunfo ante Auckland City, aunque sea por uno o dos goles. Las conjeturas no sirven para nada: la realidad es la que es y no la que Boca quiere que sea. Tiene un punto a favor: el equipo fue competitivo ante las potencias como Benfica y Bayern Múnich. Pero el regreso a la Argentina trajo aparejados los mismos “vicios” de siempre, esos que Russo parecía haber erradicado del plantel.

Porque ahora Carlos Palacios está otra vez en el foco por sus constantes actos de indisciplina; porque Marcos Rojo sigue en el plantel “colgado”, al igual que Sergio Romero y eso hace que la atmósfera del vestuario no sea saludable. ¿Por qué no les rescindieron el contrato si no quieren que vuelvan a vestir la camiseta de Boca? ¿Para qué siguen en el plantel? ¿Por qué jugó Frank Fabra?

4- Depresión. Es cierto, así no puede seguir. En la Zona A del Clausura está 11° con dos puntos (entran los primeros 8 a los playoffs), jugando así parece difícil imaginar cualquier escenario en el que Boca regale una sonrisa. Pero a favor tiene que peor no puede jugar, así que solo le queda mejorar. Y si Platense, que terminó sexto y después campeón en el Apertura, pudo, por qué no va a poder Boca.

5- Aceptación. “Tenemos que hacer una autocrítica importante”, dijo Chicho Serna este jueves, la única voz que se alzó públicamente desde BocaPredio después del papelón de Santiago del Estero. Claro que se puede perder -todos lo hacen-, pero se lo califica así por la “forma y la manera” -muletillas de Russo- del rendimiento del equipo. Todavía tiene tiempo para darlo vuelta.