Boca, con amor propio y no mucho más, evitó una costosa derrota ante un Racing que no lo liquidó y se fue con mucha bronca por el arbitraje

Boca, con amor propio y no mucho más, evitó una costosa derrota ante un Racing que no lo liquidó y se fue con mucha bronca por el arbitraje

La explosión de la tribuna por el gol de Milton Giménez, ese cabezazo que apagó los murmullos de la Bombonera, fue un bálsamo para un equipo que volvió a mostrar limitaciones, pero sacó a relucir su amor propio. El empate no frenó la sangría de Boca, que extendió el peor registro sin victorias de su historia. Sin embargo, desactivó la bomba de tiempo que había en torno a la continuidad de Miguel Angel Russo.

Racing terminó en llamas por un arbitraje que lo empujó contra su propio arco. La infracción que derivó en el tiro libre de Leandro Paredes y el grito xeneize fue consecuencia de un mal desempeño de Nicolás Ramírez. No obstante, cuando baje la espuma, lamentará no haber aprovechado la desesperación de su anfitrión. Y deberá mejorar, claro. A fin de cuentas, las figuras fueron su arquero y dos de los tres marcadores centrales.

Boca tenía un desafío grande, cambiar la cara después de la seguidilla de frustraciones. Y Russo, consciente de que las pruebas de la semana no habían sido fructíferas, terminó armando un equipo con muchos futbolistas de corte ofensivo. Edinson Cavani volvió a ser titular, muy a pesar de que asomaba en el banco de suplentes, y pagó los platos rotos el pibe Milton Delgado. En este contexto, y más allá de que el esquema de salida fue 4-3-1-2, por momentos terminó partido, a bordo de un 4-2-4 en el que regaló la mitad de la cancha y dejó una estancia de espacios para su rival.

Racing llegó a orillas del Riachuelo con el impulso de la clasificación a los cuartos de final de la Copa Argentina y con Peñarol en el horizonte. No obstante, Costas no guardó nada. Apenas Gabriel Rojas, que recién ingresó en el complemento. El técnico apeló al esquema de siempre, el 3-4-3 pero hubo una diferencia respecto a partidos anteriores: intentó fluir desde la tenencia. Y aunque es cierto que hubo algunos envíos largos para Adrián Martínez, no fue su principal plan de juego. Por el contrario, manejó la pelota con Agustín Almendra y Juan Nardoni en el medio, sumados a la categoría de Santiago Sosa, un líbero que tuvo doble función: anticipar de arriba a Cavani y conectar con los volantes.

El primer tiempo fue parejo y hubo ráfagas de dominio repartido. Racing presionó mejor, ganó las divididas y forzó a una defensa azul y oro que tuvo problemas para contener por los costados. Los laterales estuvieron permeables y ni Brian Aguirre ni Malcom Braida fueron ruedas de auxilio. Hubo media docena de situaciones de gol en el área de Agustín Marchesín. La más peligrosa fue un zurdazo de Maravilla, que definió mal un gran contragolpe. Hubo un tiro de media distancia de Almendra que también tapó el arquero.

Boca generó preocupaciones en las inmediaciones de Facundo Cambeses gracias a la pegada de Leandro Paredes. De dos córners del campeón del mundo llegaron las posibilidades más claras: dos cabezazos, uno de Rodrigo Battaglia que Miguel Merentiel conectó abajo del arco sin dirección, y un taco de Cavani que el número uno visitante tapó con brillantes reflejos.

En la segunda etapa, Boca fue más agresivo de arranque. Sin embargo, esa indecisión que lo agobia, esa pelota que quema en los pies de sus jugadores, le impidió definir frente a Cambeses, que le tapó dos mano a mano a Merentiel. Cavani volvió a dejar claro que su presente está lejos de un pasado extraordinario. Falló abajo del arco.

Costas estuvo lúcido para meter muñeca en el banco. Rojas ya estaba en la cancha por la lesión de Nacho Rodríguez. Y se produjeron tres cambios en simultáneo: Elías Torres, Martín Barrios y Santiago Solari. No se modificó el dibujo, pero sí hubo mayor profundidad.

Y en el ida y vuelta que se planteó con las presencias de Milton Giménez, Williams Alarcón y Milton Delgado en Boca, Racing logró el gol con un centro pasado de Facundo Mura que bajó Torres, un zurdazo de Rojas y una arremetida de Solari.

El clima se puso espeso. Boca empujó. Pero su recurso más valioso entre tanta anemia colectiva y creativa estuvo en la pelota parada. Y con un árbitro que cobró 19 faltas a pedir de los locales, la chances se ampliaron. Marco Pellegrino avisó con un cabezazo, luego de un córner de Paredes. Giménez, en cambio, no falló a partir de un tiro libre del ex mediocampista de la Roma. Resta saber porqué Ramírez cobró infracción de Barrios sobre el propio goleador.

Fue un punto para cada uno, un resultado que no aplaca las críticas para Boca, pero ayuda a mirar hacia adelante. Un empate que interpela a Racing, pero lo deja entero para el duelo de ida ante Peñarol en Montevideo.