Julieta Silva, la mujer condenada por atropellar y matar a su novio Genaro Fortunato en 2017 en Mendoza y que recientemente fue acusada por su esposo, Lucas Giménez, de haberlo golpeado, vuelve a quedar detenida y en su casa con tobillera electrónica, tras un breve paso por la cárcel.
El nuevo capítulo judicial trajo otra novedad: Silva cambió de abogado y quien la defiende es Roberto Castillo, el mediático novio de la bailarina Cinthia Fernández.
Castillo viajó a San Rafael para ponerse al frente de la causa. El abogado contó que fue él quien decidió contactar a Silva para ofrecerle sus servicios: “Conmueve porque ella está estigmatizada y eso ha producido un sesgo en la sociedad y la justicia” en su contra”.
El abogado estuvo el lunes en la TV sanrafaelina, en el programa Curiosos del Poder, para opinar de la causa contra Silva. “A ella le tocó vivir una tragedia en el año 2017, y producto de eso quedó absolutamente estigmatizada en la sociedad”, insistió Castillo, por la muerte del rugbier Genaro Fortunato, donde Silva fue condenada por atropellarlo pero por homicidio doloso (un accidente negligente, sin intención de matar), y una pena menor a tres años en prisión.
En la nueva causa, donde su actual esposo la acusa de haberlo golpeado, amenazado y encerrado en el baño, el abogado dice que al analizar las distintas imputaciones que se le fueron haciendo y que “le quisieron endilgar a Julieta con la denuncia de su actual pareja”.
“Encontramos que había un ensañamiento judicial para con ella que ya resolvió la Justicia cuando terminó condenada en un homicidio culposo, accidental”, argumentó el nuevo defensor.
Castillo cuestionó la actuación de los fiscales y jueces de la nueva causa: “Esta imputación está floja de papeles. En la provincia de Buenos Aires, en este tipo de causas las mujeres están en libertad. Sin ninguna duda es un conflicto intrafamiliar, donde muchas veces los mandan a hacer terapia, a aprender a vincularse”.
“Consideramos que Julieta tuvo una defensa ineficaz, estuvo en un estado de indefensión. Ella tuvo que haber contado lo que me contó, exceptuando que no se lo haya contado a los anteriores defensores, tuvo que haberlo verbalizado porque ella tiene una historia para contar que conmueve”, dijo Castillo.
La estrategia de la defensa de Silva será demostrar que Lucas Giménez construyó un presunto escenario de violencia con intenciones de separarse. “Premeditó esta situación, construyó y prefabricó un escenario, tanto para la sociedad como para la Justicia y así tener una posición dominante en el momento en el que llegue la separación o el conflicto”, arremetió Castillo.
Silva también lo ha denunciado a Giménez por violencia de género. Su abogado asegura que es “una relación tóxica”. Y criticó: “Se habla mucho de los antecedentes de Julieta y poco de que esta persona tiene denuncias cruzadas con su expareja, incluso prohibiciones de acercamiento”.
“A ella, Lucas la echó cinco veces de la casa, estando embarazada. Hay cuestiones que son muy importantes que ella cuente”, destacó el defensor.
A la espera de que Silva declare, el abogado adelantó: “Le dije que por respeto a la Justicia, cuente allí su historia y luego a los medios, porque ella tiene una historia realmente dramática. Una persona te enamora bajo la premisa de que te comprende, cree que encontró la persona con quien va a reconstruir su vida, y después esa persona lo que tiene en realidad es un arma porque ante los ojos de la sociedad, entre uno y otro, la palabra de él vale más”.
El viernes último, Julieta Silva dejó la cárcel de San Rafael y desde entonces quedó detenida con tobillera electrónica en su casa. Está imputada por lesiones leves agravadas, privación ilegítima de la libertad agravada y desobediencia a una orden judicial hacia Giménez y una de sus hijas, y afronta prisión preventiva al ser reincidente.
En 2017, Julieta Silva fue con su novio, Gerardo Fortunato (25 años), al boliche La Mona en San Rafael. La pareja, que llevaban tres meses de relación, dejó el bar tras una discusión. Silva se subió a su auto -un Fiat idea que pertenecía a su exmarido- sola, el rugbier se acercó a la ventanilla para intentar hablar con ella pero la mujer aceleró y Fortunato cayó al piso después de correr unos metros junto al vehículo.
Según lo comprobado por la justicia, . En el juicio declaró que nunca lo vio y que, en realidad, volvió atrás para devolverle su teléfono celular.
Al año siguiente, Julieta Silva fue condenada a tres años y nueve meses por homicidio culposo agravado por conducción imprudente, negligente o antirreglamentaria de un vehículo y una inhabilitación de ocho años inhabilitación para manejar.