Ronald Lauder fue una figura clave en un acuerdo firmado en 1998 que obligó a los bancos suizos a pagar 1.250 millones de dólares por la gestión de las cuentas de las víctimas del Holocausto. Sin embargo, tras el pacto histórico, se convenció de que las entidades financieras debían haber contribuido con mucho más. “Probablemente quedaron entre 5.000 y 10.000 millones de dólares en el tintero”, explica el presidente del Congreso Judío Mundial. La entrevista tiene lugar en su oficina de la Quinta Avenida, un lugar repleto de fotos borrosas en blanco y negro de víctimas de los nazis.
Casi tres décadas después, el multimillonario hijo de los fundadores de Estée Lauder ha visto su oportunidad para remendar aquello. “Me dije: ‘No vamos a volver a cometer ese error’”. Lauder, judío de 81 años, ha librado una campaña silenciosa los últimos cinco años para obligar a Credit Suisse y a su nuevo propietario, el Grupo UBS, a desempolvar los archivos y buscar nuevas pruebas de malversación por parte del banco del dinero de las víctimas del Holocausto, así como de los fondos saqueados por los nazis. Con el apoyo de la Casa Blanca y el Congreso de EE UU, consiguió evitar que la entidad diese carpetazo a un análisis independiente que se ha reabierto. Ahora, esa investigación está a punto de concluir y ha recuperado registros de Credit Suisse que se pasaron por alto en la década de 1990. Miembros del Senado estadounidense, que desempeñaron un papel clave para impulsar el asunto en aquel entonces, exigen que el banco no escatime esfuerzos y se comprometen a garantizar que las organizaciones judías que buscan justicia queden satisfechas.
El caso, que ha obligado a rebuscar en los archivos del banco entre miles de cajas polvorientas con registros manuscritos, es el último recordatorio de la costosa y compleja herencia que UBS asumió al adquirir Credit Suisse en 2023, y de cuánto queda aún por resolver. La prueba es que la entidad ha asignado a más de 50 personas a aclarar el caso, incluyendo contables forenses, algunos de los cuales trabajan seis días a la semana para completar la revisión. Washington ha respondido con alabanzas por la actitud cooperativa del banco. Lauder sostiene que UBS podría enfrentarse a demandas de miles de millones de dólares en concepto de restitución. Otros argumentan que el acuerdo de la década de 1990 —pagado por UBS y Credit Suisse— fue un compromiso histórico que los protege explícitamente de cualquier posible exposición futura. El expresidente de la Reserva Federal, Paul Volcker, encabezó la comisión en la que participó Lauder para lograr dicho acuerdo, que evitó la amenaza de sanciones estadounidenses contra los bancos suizos y un boicot por parte de Estados y municipios estadounidenses.
Nuevas pistas
Ahora, los ejecutivos de UBS esperan que la investigación completa les permita finalmente dejar atrás el asunto. El problema es que, hasta que concluya, no hay forma de saber con certeza cuál podría ser el coste para la entidad financiera, si es que lo hay.
“UBS se compromete a contribuir a una revisión exhaustiva de los archivos de Credit Suisse en relación con las cuentas heredadas vinculadas al nazismo, previamente mantenidas en bancos predecesores de Credit Suisse”, declaró el banco en un comunicado, destacando su cooperación tras contratar a Neil Barofsky, un abogado estadounidense que supervisa la investigación y actúa como una especie de Defensor del Pueblo. “Le estamos brindando toda la asistencia necesaria para facilitar su revisión de los archivos de Credit Suisse y así seguir arrojando más luz sobre este trágico periodo histórico”.
La entidad no ha revelado públicamente los números que maneja sobre el posible pago de indemnizaciones, y tampoco ha dicho si ha reservado un colchón para afrontarlas. El problema es que pueden aparecer sorpresas inesperadas. Los forenses examinan un alijo de documentos nazis hallado en el sótano de la Corte Suprema de Argentina a principios de este año. El Gobierno del presidente argentino, Javier Milei, está facilitando el análisis de las llamadas líneas de ratas (ratlines), utilizadas para financiar a los nazis que se refugiaron en el país sudamericano para huir de la justicia.
La investigación se produce en medio de un esfuerzo más amplio por parte de UBS para resolver problemas regulatorios y de otra índole en EE UU, muchos de los cuales afloraron tras la apresurada adquisición del atribulado Credit Suisse. En mayo, UBS acordó pagar 511 millones de dólares para dar carpetazo a una investigación estadounidense sobre el papel que tuvo Credit Suisse para ayudar a estadounidenses ricos a evadir impuestos.
La abogada principal de UBS, Bárbara Levi, multiplica sus reuniones con personas en el Capitolio para intentar convencerles de que la entidad colabora activamente para resolver el asunto de las cuentas nazis. Porque el problema para UBS no es solo el drama histórico del Holocausto. Llevarse bien con los reguladores en EE UU es vital para que el banco pueda expandir su negocio de gestión de fondos entre los estadounidenses adinerados.
Antes de la adquisición, los directivos de Credit Suisse consideraban limitado el riesgo de nuevas revelaciones importantes de los registros nazis. Sin embargo, dentro del banco, ya afectado por otros problemas, crece el nerviosismo. Los investigadores no estarán satisfechos hasta que la comunidad judía lo esté, según asegura una persona familiarizada con el proyecto que pide no ser identificada. No hay que olvidar que la Casa Blanca ha hecho de la lucha contra el antisemitismo una prioridad fundamental. “No son solo unas pocas cuentas, sino muchísimas”, afirma Kern Alexander, profesor de Derecho Bancario y Financiero de la Universidad de Zúrich. “Si no logran hacer borrón y cuenta nueva, se verán sometidos a un mayor escrutinio regulatorio por parte de las autoridades”.
Del otro lado, el enfoque cooperativo de UBS ha generado críticas en Suiza, donde muchos en el establishment financiero creen que cualquier responsabilidad que los bancos puedan haber tenido por su papel en el Holocausto quedó cubierta por el acuerdo de los años 90. En un evento celebrado en Zúrich en mayo para presentar un libro sobre el tema, Thomas Borer, un exdiplomático suizo que ayudó a negociar el pacto, dijo que los 1.800 millones de francos suizos (1.250 millones de dólares de ese momento) pagados por los bancos “liberaban a todos los suizos de más compromisos”.
Durante décadas, los suizos negaron cualquier participación en el Holocausto. Pero las víctimas judías contaron otra historia. Ellas y sus familiares en Alemania y otras zonas controladas por los nazis habían depositado millones en sus bancos mientras intentaban huir de la guerra. Los supervivientes que intentaron cobrar el dinero después de la guerra se enfrentaron a obstáculos constantes, ya que los banqueros exigían certificados de defunción y otros documentos legales de los fallecidos en los campos de concentración. Decenas de millones permanecieron fuera de su alcance en las llamadas cuentas inactivas.
Fue en la década de 1990 cuando la presión de Washington forzó el acuerdo. Lauder fue nombrado miembro de la Comisión Volcker, creada para supervisar la investigación. El panel Volcker halló más de 50.000 cuentas que probablemente pertenecían a víctimas del Holocausto. UBS y Credit Suisse, que en aquel momento aún eran independientes, acordaron pagar el acuerdo de conciliación de las demandas interpuestas por el Congreso Judío Mundial, entre otros, ante un tribunal federal de Nueva York.
Pero el litigio de 1998 se centró en cuentas de las víctimas, no de los nazis, así que ahora estaríamos ante un caso nuevo, sostiene Burt Neuborne, profesor emérito de Derecho de la Universidad de Nueva York, que fue el abogado principal del pacto. La investigación actual ha hallado pruebas de que Credit Suisse no siempre fue transparente en la investigación de la década de 1990. Las conclusiones preliminares publicadas por el Senado citan ejemplos, como la ocultación a sabiendas por parte del banco del registro de una cuenta de un alto funcionario nazi que representaba a una empresa conocida por utilizar mano de obra esclava judía. Si la conclusión final de la investigación confirma la afirmación de que el banco ocultó deliberadamente los registros, esto podría plantear dudas sobre el acuerdo de la década de 1990, cree Neuborne. “Espero que las cosas hayan cambiado con la nueva generación, pero en 1998, en mi opinión, los bancos no tuvieron reparos en ocultar todo lo que pudieron”.
Credit Suisse no fue el único banco que dio largas a la hora de rendir cuentas de su pasado. El Deutsche Bank alemán se resistió durante décadas a aclarar sus conexiones con el nazismo, lo que obstaculizó los esfuerzos de compensación hasta 1999, cuando se supo que el banco había financiado la construcción de Auschwitz.
“Negociando a ciegas”
En los años noventa, los bancos suizos tuvieron prisa por llegar a un acuerdo mientras los supervivientes del Holocausto aún estaban con vida, recuerda Lauder. “No teníamos los registros completos, así que estábamos negociando a ciegas”, dice. A principios de 2020, Lauder vio informes de que el Centro Simon Wiesenthal, conocido por su búsqueda de nazis en todo el mundo, había descubierto una lista de 12.000 nazis en Argentina, muchos de los cuales habían aportado dinero a cuentas en un banco predecesor de Credit Suisse al huir al final de la guerra. Algunas de las cuentas permanecieron abiertas hasta 2020. “Las cifras son alarmantes. Donde un judío pudo haber aportado 100.000 dólares, estos nazis aportaban 10 o 20 millones, o el equivalente”, denuncia Lauder, señalando que probablemente ese dinero fue robado a las víctimas del Holocausto. “Nada de eso estaba incluido en el acuerdo de los años noventa”.
Lauder, amigo de toda la vida del presidente Donald Trump, es un destacado donante republicano. Para emprender la tarea de revisión formó una importante red en la que están Brad Karp, el presidente del bufete de abogados Paul Weiss; y Dick Parsons, expresidente de Citigroup, conocido por sus conexiones en el mundo de las finanzas y el Gobierno. Parsons falleció en 2024. Para impulsar el esfuerzo, recurrieron a Allen Vine, un aliado de Lauder y exbanquero de Merrill Lynch con contactos de alto nivel en finanzas globales. Andrés Hruska, abogado y exfiscal estadounidense con años de experiencia representando a Credit Suisse, también ayudó. Llamaron a su plan Proyecto Rectitud. Además de la oportunidad de corregir lo que, según ellos, era un error histórico, ofrecieron a cambio apoyo político a Credit Suisse si quería reconstruir su negocio de gestión de patrimonios en el lucrativo mercado estadounidense, que había abandonado hacía unos años. También prometieron que se conocerían millones de registros alemanes, incluyendo cuentas financieras en poder del Ministerio de Defensa ruso, lo que permitiría al banco adelantarse a cualquier revelación potencialmente incriminatoria. Lauder, quien había forjado vínculos con el Kremlin durante años de negocios en Rusia, gestionó el acceso.
Barofsky y su equipo hallaron gran cantidad de material desconocido en los archivos de Credit Suisse, incluyendo registros de cuentas de una empresa dirigida por el cuerpo de combate nazi más sanguinario, las temidas SS, según un informe publicado posteriormente. También hallaron detalles sobre la financiación de las ratlines para que los nazis pudiesen salir de Europa.
Lista negra en EE UU
En 2021, dos fraudes multimillonarios comprometieron seriamente las ganancias del banco y añadieron una mayor presión regulatoria que conduciría a su adquisición por parte de UBS. A finales de 2023, el banco abrió sus archivos privados a sus investigadores, quienes encontraron miles de registros, muchos manuscritos, que el banco no había examinado en revisiones previas, incluyendo archivos marcados como una “lista negra estadounidense”, para personas con posibles vínculos nazis. También había registros de varios cientos de presuntos intermediarios nazis que ayudaron a ocultar oro, camuflar transacciones ilícitas y saquear bienes judíos, según declaró Barofsky en una carta a los senadores en diciembre.
El enfoque de Credit Suisse en las investigaciones de la década de 1990 fue “compartir solo la información que se solicitó específicamente y no ofrecer información adicional que el banco conociera”, escribió Barofsky. Además, informó al Senado que necesitará varios meses para completar su informe una vez que los investigadores del banco concluyan su trabajo a finales de este año, pero el volumen de nuevas revelaciones podría retrasarlo. Los archivos del banco, incluidos los de varias instituciones predecesoras, abarcan 300.000 metros de estanterías en varios edificios y sistemas de archivos.
Lauder afirma estar decidido a llegar a buen puerto. Si bien las investigaciones de la década de 1990 abarcaron algunos de los fondos en poder de depositantes judíos, las nuevas investigaciones han revelado lo que, según él, son cantidades mucho mayores de activos saqueados en poder de los nazis.
“Estamos operando en terreno desconocido porque nadie ha hecho esto con bancos suizos. Nadie ha revisado sus registros, como estamos haciendo ahora”, dice Lauder. A sus espaldas, una fotografía de los miembros de la promoción de 1938 de un instituto de Viena. Solo uno había sobrevivido.