La enfermedad renal que minó la salud del editor Daniel Divinsky no era nueva. De hecho, lo acompañaba desde la infancia, de manera que sin sorpresas, el hombre que publicó la mayor parte de la serie Mafalda y la obra de Roberto Fontanarrosa desde Ediciones de la Flor encomendó a su familia que la despedida final fuera frente al Río de la Plata. Mañana sábado al mediodía, sus seres queridos y los lectores de los libros que puso en circulación en el país lo despedirán en el Parque de la Memoria.
Divinsky pidió que sus cenizas fueran arrojadas al Río de la Plata. La cita para despedirlo es abierta a los que quieran sumarse. Nos vemos el sábado 9 de agosto a las 12:00, en el Parque de la Memoria, junto a la escultura de León Ferrari. Después caminaremos hasta el muelle❤️
— Cecilia González (@ceciazul) August 5, 2025
“Como saben, él pidió que sus cenizas fueran arrojadas al Río de la Plata. Nos encontraremos en el Parque de la Memoria (Costanera Norte, Rafael Obligado 6745). Caminaremos hasta el muelle”, informó su esposa, Liliana Szwarcer, que además agradeció “de verdad por tanto cariño”.
La ceremonia puede ser acompañada mañana marcando como punto de encuentro la escultura “A los Derechos Humanos”, de León Ferrari que se localiza en el ingreso del parque a la derecha de la oficina de informes. Szwarcer compartió un mapa para facilitar la ubicación de quienes quieran participar de la despedida.
Aunque su nombre quedará para siempre asociado a Mafalda, su creador Joaquín Salvador Lavado, Quino para todos, Divinsky en realidad se había graduado como abogado en la Universidad de Buenos Aires. Le gustaban los libros desde chico, pero en su familia preferían una profesión tradicional. De manera que a los 20 años ya tenía el título en mano y alguna experiencia como editor.
Mientras estudiaba, había conocido al editor Jorge Álvarez, que le encomendó algunas tareas: traducciones, corregir pruebas de libros e incluso desafíos más sofisticados como el cuidado de las ediciones del Diccionario de los lugares comunes, de Flaubert, traducido por Alberto Ciria. “También supervisé la traducción que hizo Rodolfo Walsh de El diccionario del diablo, de Ambrose Bierce, que fue la primera vez que se editó en castellano y luego resultó pirateado hasta el cansancio”, contó en una entrevista.
Con el título en mano, trabajó como abogado. Lo que se esperaba de él. Pero además, siguió vinculado a los libros. Y como el derecho no le gustaba, intentó fundar una librería. Pero el dinero disponible no le alcanzó. Fue entonces que el editor Álvarez sumó un poco de capital y una idea: dejar de lado la librería y crear una editorial. Era 1967 y la llamaron Ediciones de la Flor.
A esa empresa se sumó Ana María “Kuki” Miler, que sería su pareja posteriormente y que conduce hoy los destinos de la empresa que dio forma de libro a la obra de Rodolfo Walsh, Fontanarrosa, Caloi, Liniers, Sendra, Maitena, Nik, entre muchos otros autores que dieron sus primeros pasos de su mano.
A pedido de Clarín, Constanza Brunet, directora editorial de Marea, lo recordó como “un gran impulsor de los nuevos editores y de la editorial independiente en general”; Rodolfo Terragno, escritor, abogado y político radical, con el que Divinsky estableció una amistad en el exilio en Venezuela, dijo: ” El oficio el Daniel era esparcir cultura. Y humor, que es lo mismo. Amaba las letras y el dibujo. Buscaba poesía en los relatos. Interpretaba la realidad con rigor. Odiaba la desmesura. Hacía de la amistad un culto. Nunca lo vi enfadado”; y el historietista, ilustrador, pintor y editor Ricardo Liniers Siri, autor de Macanudo, lo recordó así: “Fue un cometa que pasó por nuestro país y dejó una estela de libros que nos enseñaron a leer y a pensar”.
La pareja de “Kuki” Miler y Divinsky se terminó hace diez años y él se retiró de la tarea de edición pero no se separó de los libros. En sus últimos años escribió artículos, participó en emisiones radiales y publicaba en redes sociales, siempre hablando de ellos. Falleció hace una semana, el primer día en el resto de la vida de Mafalda: a partir de agosto, la obra de Quino dejó su casa de siempre, Ediciones de la Flor, y pasó a ser publicada por el grupo multinacional Penguin Random House.