Cuando era chico me gustaba jugar a los palitos chinos. ¿Se acuerdan? Una especie de varas finitas de diferentes tonos. El desafío era sacar uno del montón sin que se movieran o desmoronaran los otros. Ese pasatiempo -no lo sabía en aquel entonces- fue un aprendizaje de vida. Tenemos que dar vuelta fichas y andar caminos, pero cuidar que nuestras actitudes no perjudiquen a quienes queremos.
Somos una red desde antes de que existieran las redes. Allá por los años 60, cuando nací, estaba de moda -empezaba la idea de la mujer autónoma- de que al bebé no había que tenerlo mucho a upa porque si no se malcriaba y no sería independiente. Cuando yo fui padre, la ecuación había cambiado radicalmente: “Mímenlo todo lo que puedan”, nos dijo el pediatra el primer día. Son cachorritos -agregó- y es el lenguaje que entienden, el que les da seguridad y les va a permitir ser independientes.
Pese a teorías tan dispares, no veo mucha diferencia entre mis hijos y yo. Más bien una continuidad: a todos nos gusta estar cerca y también tener espacios propios.
En cambio, sí siento cómo el ánimo de uno nos influye a todos. Y ahí hay que saber matizar (apechugar, en criollo) para que esa estructura familiar de palitos chinos no se vea afectada. ¿Corresponde dejar pasar lo que molesta? Sí y no. Me parece que en el momento de fragilidad, cuando alguien hiere porque está desorientado, no tiene sentido pedirle que analice lo que está pasando. Luego (¿unas horas después, el día siguiente?) sí vale la pena conversarlo, explicarnos, entendernos.
En la nota de hoy se dice (aunque hay otras versiones) que la a-dicción es quedarse sin capacidad de expresarse. Por eso creo en la palabra, como también en el abrazo y en las caricias. Son formas de mostrar empatía ante quienes queremos. Eso no debilita, al contrario, nos brinda una red que nos va a permitir ser más sólidos: intuimos que hay respaldo detrás. Porque cuando la sensación de frío y soledad nos atrapa es más difícil no dañar(se). Así -aún cuando sea ríspido- busquemos el contacto: abrirse es una manera de recuperar el habla.