El juicio por abuso sexual contra Claudio Contardi (57), el ex marido de la modelo Julieta Prandi (44), empezó este miércoles con una serie de planteos del acusado que ponen en riesgo su continuidad.
“Mi deseo es que sea juicio por jurados“, sostuvo el empresario gastronómico, a quien la mujer se negó a compartir la misma sala de audiencias, en el primer piso de Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) N° 2 de Campana.
Contardi llegó a esta instancia con un defensor oficial, Maximiliano Costa, tras la renuncia del abogado Juan Carlos García Dietze.
Pero en la audiencia inicial, de manera sorpresiva, presentó a dos nuevos letrados, Claudio y Thomas Nitzcaner.
El tribunal decidió pasar a un cuarto intermedio para resolver si ambos comparten la defensa con el oficial, ya que si este último renuncia podría suspenderse el juicio.
Además, Contardi insiste en que pretende ser juzgado por un jurado popular, algo que ya había rechazado con anterioridad.
Prandi llegó acompañada por su abogado Javier Baños, del estudio de Fernando Burlando. No quiso compartir la sala con su ex marido y se encontraba en un cuarto contiguo.
El empresario está acusado por abuso sexual, con acceso carnal, agravado.
Según describe en la acusación fiscal, el imputado “abusó sexualmente en reiteradas oportunidades de la denunciante, ejerciendo amenazas y violencia física sobre ella“.
Todo habría ocurrido mientras la víctima “se negaba a ello, ejerciendo el sindicado Contardi violencia psicológica” y hallándose “la víctima Prandi en una relación asimétrica de poder, no pudiendo consentir libremente la acción”.
Prandi sostiene que los abusos “se sucedieron dos o tres años antes de la separación”.
La relación había comenzado en 2009, año en el que se fueron a vivir juntos a un departamento en avenida Del Libertador al 6600, en Núñez, hoy propiedad del hijo del empresario y también en litigio judicial con la mujer.
La pareja se casó en octubre de 2011. Tuvo dos hijos varones, hoy de 14 y 10 años. Convivieron también en dos propiedades de Escobar y Martínez, hasta que en noviembre de 2019 se divorciaron formalmente, nueve meses después de que ella se fuera de la casa que compartían.
“Temo por el futuro de mis hijos y por el propio, por eso pido las medidas necesarias para asegurar nuestro bienestar. Lo que tuve que vivir no se lo deseo a ninguna mujer”, advirtió la modelo en un mensaje enviado a Clarín horas antes del juicio.