Con sus canciones muchas personas salieron del closet, se preguntaron por el amor o simplemente musicalizaron plácidamente algún amanecer o puesta del sol. Arrasó en los años ochenta con cualquier tabú, tiempos donde recién se comenzaba a respirar libertad, y hasta fue la primera mujer en llenar un estadio Obras.
Sandra Mihanovich viene celebrando sus cuarenta años de cada uno de los discos que fueron éxito entonces y ahora está en plena edición la grabación del concierto en vivo de Soy lo que soy del año pasado que se dará a conocer pronto y el 20 de septiembre realizará un concierto en el Auditorio Belgrano, antes de una gira por Europa.
Es, sin duda, marca registrada de varias generaciones.
Cuando estaba por comenzar este encuentro, Sandra avisó de entrada: “No soy muy de hablar de mi vida íntima”, sabiendo que estas entrevistas ponen el foco ahí. Le pregunto si es así en su vida cotidiana, fuera de micrófonos y notas y recuerda que hace poco su hermano Vane le dijo que a ella no le gusta mucho hablar y entonces exclama: “No soy de mucha charla”.
Luego hace un silencio y dice que tal vez es “introvertida y creo que mi única extroversión pasa por la música. Es mi manera de ser”.
Mi única extroversión pasa por la música.
Sandra MihanovichCantante
Le pregunto si este gen está toda en su familia y recuerda que Mónica, su mamá, “no compartía su vida ni privada ni su mundo interno. No tenía ninguna necesidad”, subraya.
Minutos después con el ida y vuelta, Sandra se va abriendo de a poco y a veces ella, sin pedir permiso, regala momentos, instantes, recuerdos que valen la pena leer. Casi sin querer, se olvida de la conversación previa y se entrega a un intercambio sin amenazas ni peligros.
-Das la imagen de una persona congruente con lo que dice y hace de su vida. ¿Es así?
-Eso me parece que tiene que ver con mi forma de ser. Sí, creo que sí. Creo que si yo sintiera que miento o que soy falsa, me costaría sostener eso, una imagen no verdadera de mí. Me parece que me costaría mucho caretearla.

-La sociedad a veces te obliga a usar alguna “máscara” para protegerte…
-En fin, la sociedad, o los ojos de los otros que opinan, influyen en que la gente haga o no haga, diga o no diga, tenga miedo o no. Yo me di cuenta de bastante chica, al tener una mamá famosa, y desde que empecé a cantar, que iban a decir cualquier cosa de mí. Y eso me relajó bastante. Porque dije, bueno, entonces no les doy bola a lo que digan. Porque si hubieran dicho algo que yo sentía estaba mal, me habría asustado. Esto de “me pescaron en una mala”. Y cuando me di cuenta de que no importaba lo que uno hiciera, la gente opina y dice, como hasta hoy. Hoy con el tema de las redes sociales es un infierno. Es espantoso. Es muy feo. Además, yo no sé por qué a la gente le gusta tanto opinar y tirar mierda. O ponderar también, ¿no?
-O sea que vos hace más de cuarenta años, cuando arrancaste, sabías que iban a poder decir de vos…
-Yo me di cuenta en ese momento, lo cual me relajó un poco, y por ahí me permitió bancarme más mis miedos, porque obviamente con el tema de la sexualidad a mí desde adolescente, o desde muy joven, era como: ¿qué es esto que está pasando? Nadie tiene que saber, no se debe saber, es algo condenable, es algo que no está bien. Por supuesto que hice terapia, recuerdo que una de mis últimas sesiones con mi primer terapeuta fue: “Ah, entonces no estoy acá para no ser gay. Estoy acá para tratar de ser feliz”. ¡Guau! ¡Qué buena onda!, dije. ¡Qué bueno!
-Menos mal, ¿no? Qué alivio…
-Claro, menos mal. Exactamente. Entonces, digamos que, de todas maneras, lejos de mí estaba pensar que iba a poder casarme, ¿no? Era una deformidad, una locura. Deformidad de pensamiento.
-¿Fantasear con un casamiento igualitario en los ochenta era como casi impensado, no?
-No sabía si iba a poder caminar de la mano con alguien ni por la calle. Los taurinos somos muy de la tierra, ¿no? No tenemos una imaginación que va muy lejos. La realidad nos va sorprendiendo todo el tiempo. Entonces la vida es como que es más que imaginación.
-¿Cómo te fue en los espacios terapéuticos que mencionabas?
-Y empecé cuando era adolescente con el tema de ser gay y no poder decir y no saber, no entender qué pasaba. Y después tuve dos o tres terapeutas más a lo largo de mi vida. Y entendí que era una herramienta muy útil para resolver problemas. Y no sé, siempre lo viví como eso, ¿no? Ahora hace rato que no hago terapia.

-¿Y cómo te sentís hoy?
-(Medita) Siento que estoy transitando bastante bien. Siempre es útil la terapia, no es que uno esté dado de alta para siempre. Pero me siento cómoda en el lugar en que estoy, con mi familia, con mi mujer, con mi entorno familiar, mi trabajo, mis proyectos. (Se queda pensando) El otro día fui a ver una obra de teatro maravillosa que se llama Lo que el río hace. Una de las frases era: “Quedate donde el tiempo dure más”. Lindo, ¿no? Cómo me gustó.
Hoy me siento cómoda en el lugar en que estoy, con mi familia, con mi mujer, con mi trabajo.
Sandra MihanovichCantante
-¿A dónde te lleva esa frase?
-Me lleva al lugar donde estoy, en definitiva. El tiempo es lo que no tenemos. Es lo que escasea, es lo que se va rápido. Es lo que no se puede ni comprar, ni pagar, no tiene precio. Seguramente es el valor más alto. Yo tengo 68, casi 70. (Silba) ¡Uy, qué fuerte!
¡Y sí! Uno toma conciencia de la escasez del tiempo, sin duda. De lo finito.
-¿Te da algún miedo la finitud?
No me divierte demasiado. Creo que a nadie le hace feliz pensar en su finitud. No es que quiera ser inmortal, pero qué sé yo. Yo creo que el tiempo es un gran profesor, ¿no? Te va enseñando. Un maestro…
-Estábamos hablando de los espacios terapéuticos que tuviste y que ahora no. A veces pueden ser lugares para el autoconocimiento, no necesariamente cuando hay un malestar.
-Exacto, sí, sí. Hay problemas concretos que uno va a resolver. No sé si hoy necesito. Podría ser. En este momento estoy preocupada con la adicción a las pantallas, por ejemplo. Saqué los jueguitos de mi teléfono. Suena medio tonto por ahí, pero… Es un elemento muy adictivo el teléfono. Horrorosamente adictivo. Y todos tenemos personalidades adictivas en mayor o menor grado, ¿no? Entonces una de mis preocupaciones actuales es esa, mi adicción al teléfono.
Estoy preocupada con la adicción a las pantallas. Saqué los jueguitos de mi teléfono.
Sandra MihanovichCantante
–El celular es como una extensión de nuestro organismo…
-Horrible, horrible. Me robaron el teléfono hace un par de años atrás y me sentí completamente violada, mal. Por supuesto que por la incomodidad, además uno tiene todas las aplicaciones, la plata, el banco…¡Mierda! El control de la vida está ahí.
-También existe la adicción a las personas, a ciertos vínculos, a no poder estar solo, al apego, que sino algo falta, por ejemplo.
-En algún momento de mi vida he tenido relaciones tóxicas. ¿Quién no? Hoy creo estar en una buena relación de pares, de estar muy relajada, muy tranquila, acompañada y acompañando. El juego de equipo, que me parece que es el más lindo. El juego de equipo en todas las áreas, en el de la familia, en el área del amor, en el área de trabajo. Me parece que el equipo es fundamental.
-¿Como que armaste finalmente el hogar, no?
-Sí, sí. Seguro, tal cual. Está bueno eso.
-¿Esa familia que a lo lejos soñabas cuando eras muy joven?
-Supongo que todos en alguna medida deseamos formar un hogar. Por ahí no sabemos bien qué forma. Sí, estoy contenta de haberlo armado, de haberlo logrado, de haber podido encontrar la manera. Me pasaron cosas muy fuertes y muy locas, ¿no? Esto de haberle dado mi riñón a mi ahijada, es re loco eso, ¿entendés? Hoy pienso y digo: “¿Sabés que no sé si hoy me animaría?” Y en aquel momento no tuve ninguna duda. Es como que uno va pasando por estados distintos en la vida y se ve que algo me pasó en ese momento, esa cosa medio de impulso. Porque soy bastante de impulso aunque también rumiante. Te zambullís a la pileta y ya está. Mi médico me dijo: “¿No se puede conseguir de otra forma?”

-Esa entrega fue muy simbólica…
-Fue una oportunidad para hacer algo que, obviamente, con lo cual no había fantaseado jamás. Pero fue una oportunidad maravillosa. Y que se haya podido concretar implica una suerte de alineación de planetas y energías muy buena, muy fantástica. Así que creo que ya lo debés saber (muestra un tatuaje en uno de sus brazos que dice Gracias). Porque sentí que me despertaba agradeciendo cada mañana. Y dije, yo no soy muy de tatuajes, no pertenezco a la generación que nos tatuamos. Y de repente dije: “Ay, esto sí me gustaría tenerlo escrito en la piel”. Porque me parecía que como que era algo más que decirlo.
-Pensaba ese lazo, ¿no?¿Cómo habrá sellado también más el vínculo de la familia y el hogar?
-Absolutamente. El vínculo se va solidificando, digamos, se va poniendo más fuerte, más abarcativo. Está bueno.
-¿Cómo está tu ahijada Sonsoles?
–En diálisis. Necesita un nuevo trasplante. Escribió un libro muy interesante donde relata un poco todo su trabajo de resiliencia, con el tema trasplante.
-¿Tuviste la fantasía o tuvieron la idea de ser madres con Marita (Novaro)?
–Tuve la fantasía de tener un hijo hace un montón. El no tener útero hizo que supiera que no iba a poder tenerlo en mi panza. En esa época no se hablaba de otras opciones. Estoy hablando de hace 35 años atrás. No pensé tampoco en adoptar y cuando me casé, Marita llegó a mi vida con cuatro hijos y cinco nietos y un sexto en camino. Así que ya estamos bien de hijos.
Marita llegó a mi vida con cuatro hijos y cinco nietos y un sexto en camino.
Sandra MihanovichCantante
-¿Y evolutivamente cómo sentís que está la pareja?
–Felices y tratando de aprovechar el tiempo y disfrutarlo mucho más. Hacer todas las cosas que nos diviertan, que nos gusten, sin duda.
–Te llevo a la Sandra que cantó Soy lo que soy por primera vez, esa letra que te identificó y pudiste a través de la canción expresarte, decir lo que fuera de la música no podías…¿Cómo te sentís hoy, cuarenta años después, cuando muchas generaciones se sintieron un poco más libres al cantarla?
-Mirá, yo no fui una militante de la causa LGBTQ+. Solo canté canciones. Sé que soy algo así como un ícono. Pero yo trato de combatir un poco aquellas cosas que a uno le hacen sentir que uno es mejor que los demás… Porque el ego es un monstruo grande y pisa fuerte, está ahí dando vueltas, ¿viste? Entonces, yo siento que tuve la oportunidad y la posibilidad de hacer canciones que a mí me sirvieron, y además tuve el culo de que le sirvan a otros.
-Primero lo hiciste por vos.
-Sí, no lo hice por los demás. No fue una actitud generosa de mi parte. Fue inevitable, no sé. Agradezco todos los agradecimientos y me abrazo mucho con la gente. Por eso digo que no era militante, porque no iba a las marchas. No fui al Congreso a apoyar la ley, aunque obviamente quería que saliera.
-Pero en los tiempos en que te expresaste musicalmente, no se hablaba mucho de la apertura a la orientación sexual. ¿Sentiste que había algo de riesgo al hacerlo?
-Sí, pero se ve que siempre he sido medio kamikaze en ese sentido.

-El impulso, totalmente. En esos años todas esas cosas las hice convencida y sin…miedo. La música siempre me dio mucha seguridad. Siempre sentí que era como el lugar de mayor fortaleza y en el que, además, yo podía ser yo y vos podías enterarte de quién soy.
-A principios de los ochenta, te habrá reafirmado a vos también esto de “yo soy” ¿no?
-(Piensa) Recuerdo para esos tiempos un periodista que vino a hacerme una nota y a toda costa quería que yo le dijera que era gay. Y yo no le dije en ningún momento eso, dije soy lo que soy. ¿Vos querés que te diga que soy gay? No te lo voy a decir. Yo terminé la nota llorando y puteando. Y en algunas otras me preguntaban si tenía novio…

-¿Tuviste que decir algo como para quedar bien, a veces?
-No, no. No, en general pude vivir bastante relajadamente.
-Y tiempo después también irrumpieron con Celeste Carballo ante una sociedad que quizás no estaba preparada ¿no?
-Eso fue impresionante. Esa fue otra kamikazeada salvaje (sonríe). Ahí sí que tiramos una bomba. Una re bomba.
-¿Sin miedos o con algún temor en algún lugar tuyo?
-Creo que con una enorme inconsciencia. O inconsciencia u omnipotencia. Pueden ser las dos cosas sumadas también. ¿Viste? Cuando no te das cuenta. Total: ¿qué importa?
–¿Empujó el amor o la música? ¿Qué vino primero?
-No, yo creo que hubo siempre mucha admiración mutua. Y hubo un amor, por supuesto. Pero yo creo que fue Celeste quien me terminó de quitar los miedos con la identidad sexual, si se quiere.
Fue Celeste Carballo quien me terminó de quitar los miedos con la identidad sexual.
Sandra MihanovichCantante
-Quizás fue ella una catalizadora de mucho de lo que todavía necesitabas expresar sobre tu vida…
-Claro, sin duda. Y después, bueno, artísticamente fue algo muy interesante también. Lo que más quería era que lo artístico fuera más importante. El vínculo era para revistas de entonces, como TV Guía o Radiolandia. Ni me preocupó. No me interesó esa parte, pero sí lo artístico. Creo que eso es lo potente. Lo demás es puro chusmerío.
-Lo demás está de más…
-(Ríe) Y lo que digan los demás está de más. Sí, tal cual.
–¿Te sentís menos aceptada que el varón gay? ¿Hay una mirada más prejuiciosa con las mujeres?
-Ni hablar. Es el machismo que se extiende. Por supuesto. Porque la sociedad machista siempre va a disculpar al varón y no a la mujer. Es como yo digo… Al loco le dicen lindo, pero la mina que está zarpada es una loca… ¡de mierda! Yo no era feminista. Me acuerdo que la Bemberg (María Luisa) una vez me puteó. Me dijo: “¿Cómo vas a decir que no sos feminista?” (Medita) Yo creo que todas las mujeres somos feministas. Pero bueno, yo me crié en una familia claramente diferente. En ese sentido, la mujer era power. Por eso por ahí no era feminista, porque para mí no había que defender un lugar. Mi lugar estaba, no tenía que defenderlo.
-Mencionaste a tu mamá, Mónica. Pero ¿y tu papá? ¿Cómo era el vínculo con Iván Mihanovich, tu padre? Conocemos más tu relación con César Mascetti.
-Fueron personalidades muy distintas. César nunca trató de ser un papá. Fue siempre el compañero de mi madre. Y teníamos una relación muy linda, muy especial, muy… Me gustaba charlar con él. Y papá era un tipo muy abierto, muy ecuánime. Leía mucho, era arquitecto, jugaba al polo. Era un señor bastante espléndido.
Mi papá era un tipo muy abierto. Leía mucho, era arquitecto, jugaba al polo.
Sandra MihanovichCantante
-¿Y tenías una linda relación?
-Teníamos una linda relación. Era bastante introvertido igual que yo. Entonces nos costaba mucho llegar al otro. Él a mí y yo a él. Entonces teníamos nuestros códigos.
-Para ir cerrando vuelvo a las canciones como modo de expresarte. Si pensarás hoy, en tu momento aquí a ahora ¿Cuál te representa?
-Tal vez una canción de mi hermano Vane que se llama La vida me sonrió. (Canta) “La vida me sonrió y quiero agradecer, vivir aquí el hoy. Es lo mejor que podemos tener”.
-Dentro de muchísimos años, muchos…¿cómo te gustaría que te recuerden?
-(Suspira varias veces y hace exclamaciones al aire) Como una mujer que pudo hacer lo que quería, que lo disfrutó y que fue muy feliz.
Albur Restaurant Bar Teatro (Callao 435)
Mario Hernandez, para Terapia Peinados