El ingeniero de bajo perfil cuyo invento sigue salvando miles de vidas

El ingeniero de bajo perfil cuyo invento sigue salvando miles de vidas


¿Cuál es el invento que más vidas salvó en accidentes de tránsito? Muchos podrían pensar en los airbags o en los avanzados sistemas electrónicos que parecen salidos de una película futurista. Sin embargo, la verdadera revolución en seguridad vial es algo sencillo que está en todos los autos: el cinturón de seguridad de tres puntos. Desde su implementación en 1959, esa simple tira de tela que abrochamos casi sin pensarlo antes de encender el auto ha salvado la vida de más de un millón de personas en todo el mundo.

Fue inventado por Nils Bohlin, un ingeniero sueco reservado, meticuloso y con gran conciencia del cuidado humano. Había nacido el 17 de julio de 1920 en Härnösand, un pueblo tranquilo y frío del centro de Suecia, donde la vida transcurría sin sobresaltos. Desde chico mostró una inclinación muy marcada por las Ciencias Exactas. Le fascinaban los mecanismos, los engranajes, los principios que rigen las cosas invisibles. Esta temprana vocación hizo que en 1939 ya se graduara y que con solo 19 años ingresara a la industria. Sabía lo que quería hacer: usar su talento técnico con un propósito claro y útil.

Nils Bohlin en una exposición del automóvil en Detrot, Estados Unidos.

Bohlin traía consigo un conocimiento preciso y profundo sobre cómo proteger la vida frente a los peores escenarios.

Especialista en seguridad

En 1942, en pleno fragor de la Segunda Guerra Mundial, comenzó su carrera en la aeronáutica. Fue contratado por Saab, uno de los fabricantes de aviones más importantes de Suecia. Allí se le confió una tarea exigente: diseñar asientos eyectables para pilotos. No era un trabajo más. De su precisión dependía la vida de personas que, en cuestión de segundos, debían escapar de un avión en llamas o en caída libre.

Esa experiencia no solo lo formó a nivel técnico, sino que le enseñó de forma cruda cómo proteger un cuerpo cuando lo único que importa es sobrevivir al impacto. Aprendió a ver el cuerpo humano como algo frágil y valioso.

Tras casi dieciséis años trabajando con los pies en tierra, pero la cabeza en el aire, Bohlin sintió que era momento de dar un giro. En 1958 aceptó una propuesta de Volvo, una empresa que (en un tiempo en que las rutas eran un escenario de muerte cotidiana) buscaba repensar la seguridad en los autos.

Bohlin traía consigo un conocimiento preciso y profundo sobre cómo proteger la vida frente a los peores escenarios. Apenas un año después, en 1959, ya tenía listo su mayor legado, un invento que cambiaría para siempre la forma en que nos sentamos frente al volante: el cinturón de seguridad de tres puntos.

Volvo Amazon de 1959: el primero con cinturón de seguridad de tres puntos.Volvo Amazon de 1959: el primero con cinturón de seguridad de tres puntos.

Una idea sencilla y efectiva

Su diseño era simple y brillante: una correa cruzada sobre el torso y otra que aseguraba la cintura, ancladas en dos puntos distintos para distribuir mejor la fuerza del impacto. De ese modo se evitaban lesiones internas graves y, sobre todo, se impedía que los ocupantes salieran despedidos del vehículo. El primer auto en incorporarlo fue el Volvo Amazon, en 1959.

Lo que diferenciaba al cinturón de Bohlin del anterior sistema de dos puntos no era solo su eficacia sino la forma en que protegía las partes más fuertes del cuerpo humano -el pecho y la pelvis- y evitaba presionar la columna vertebral, lo que podía ser letal en una colisión.

Con ese tercer punto de anclaje, Bohlin logró dispersar la energía del impacto y reducir al mínimo las consecuencias. Su diseño fue tan efectivo que, con el tiempo, se convirtió en la base de todos los avances que vinieron después: airbags, pretensores, reposacabezas activos y otros dispositivos.

Tras este logro, Volvo lo nombró jefe del Departamento de Seguridad Automotriz. Desde allí, coordinó equipos de investigación y profundizó en el análisis de accidentes reales, tanto de autos como de camiones.

Su enfoque era riguroso, clínico, y eso quedó asentado en uno de sus trabajos más conocidos cuyo título es “Análisis estadístico de 28.000 accidentes con énfasis en el valor de retención del ocupante”. Esta investigación fue presentada en 1967 en la conferencia internacional Stapp Car Crash, donde dejó en evidencia la necesidad urgente de usar cinturón al punto de que convenció a gobiernos, empresas y organismos de todo el mundo de adoptar su invento.

Pero el camino no fue tan sencillo. Al principio, muchos fabricantes pusieron en duda la utilidad del cinturón. Algunos decían que era incómodo; otros, que podía causar daño físico. La mayoría de esas críticas no tenía fundamento, pero aun así lograron demorar su implementación en muchos países, especialmente en Estados Unidos, donde la industria automotriz presionaba para evitar regulaciones estrictas. Bohlin se enfrentó a esa resistencia con datos, paciencia y una convicción inquebrantable.

Nils Bohlin murió en 2002.Nils Bohlin murió en 2002.

Su diseño fue tan efectivo que, con el tiempo, se convirtió en la base de todos los avances que vinieron después.

Patente liberada

En 1969, su prestigio lo llevó a liderar el Departamento Central de Investigación y Desarrollo de Volvo. Desde allí, impulsó estudios avanzados sobre seguridad vehicular y participó activamente en campañas públicas de concientización. Explicaba su invento con claridad, respondía dudas, desarmaba mitos y mostraba por qué un cinturón bien colocado podía marcar la diferencia entre la vida y la muerte.

A lo largo de su carrera, recibió numerosos reconocimientos. En 1974 obtuvo el prestigioso Ralph H. Isbrandt Automotive Safety Engineering Award. En 1985, poco antes de retirarse con el cargo de Ingeniero Senior, fue homenajeado por la Administración Nacional de Seguridad en el Tráfico de Estados Unidos (NHTSA), en Washington.

En 1989 fue incluido en el Salón de la Fama para la Seguridad y la Salud. En 1995 recibió la medalla de oro de la Real Academia Sueca de Ciencias de la Ingeniería y, en 1999, ingresó al Automotive Hall of Fame, el mayor reconocimiento de la industria automovilística.

Nils Bohlin falleció el 26 de septiembre de 2002, a los 82 años, por un ataque cardíaco. Fue sepultado en la iglesia de Torpa, en Ramfall, en el corazón de Suecia. Más allá de su legado profesional, dejó una familia extensa y unida: se casó con Maj-Britt Bohlin, fue padrastro de dos hijos, tuvo otros dos propios y disfrutó a lo largo de los años de trece nietos. Todos ellos siguen recordándolo con orgullo.

Hoy, su invento sigue salvando unas 15.000 vidas cada año solo en los Estados Unidos. Pero hay un detalle que dice aún más de su ética que de su genio técnico: en 1968, Bohlin convenció a Volvo de liberar la patente del cinturón de seguridad, permitiendo que cualquier fabricante pudiera utilizarlo sin restricciones. Gracias a esa decisión, el cinturón de tres puntos no solo salvó vidas, sino que se convirtió en un estándar universal, accesible para todos.

Es fácil pasarlo por alto, pero Nils Bohlin fue uno de esos héroes que cambiaron el mundo sin aplausos ni fortuna. Su invento, de apariencia sencilla, requirió una gran dosis de imaginación, conocimiento y valentía. Esa simple tira de tela habría podido extender la vida de muchas personas, incluso de artistas y figuras populares como Albert Camus, Jayne Mansfield, James Dean, Theo Marcuse, Nino Bravo, Julio Sosa, entre tantos otros. Y cada vez que nos abrochamos el cinturón, casi sin pensarlo, sin saber siquiera quién lo ideó, repetimos el gesto exacto que un ingeniero sueco imaginó para cuidar la vida de los demás.

Ese acto mínimo, casi automático, es también una forma de homenaje. Porque detrás de cada “clic” que nos sujeta al asiento, late una historia. Y en esa historia, un hombre que, con convicción y ternura, nos enseñó que a veces basta un solo gesto, pequeño, silencioso, para proteger lo más preciado que tenemos: la vida.