“El cáncer me cambió la mirada de las cosas”

“El cáncer me cambió la mirada de las cosas”


Lleva en la piel a sus tres amores: los nombres en chino de sus hijos, Juana y Pedro; un símbolo del teatro y las patitas de su perrita Vicky, que murió este año. Alejo García Pintos muestra los tatuajes con orgullo y emoción, sentado en una de las butacas del teatro Premier donde protagoniza Una navidad de mierda, con gran éxito.

El actor y funcionario -es director general del teatro Municipal Coliseo Podestá de La Plata- no sólo está en un gran momento laboral. En lo personal, viene de librar una gran batalla que marcó un antes y un después en su vida: “Hace tres años tuve un cáncer de colon muy malo, pero zafé. No era mi momento”, revela Alejo.

“Me sacaron un tumor que tenía el tamaño de una pelota de golf. Fue todo muy rápido. Yo me iba a hacer una endoscopía alta porque tenía acidez y el gastroenterólogo me recomendó hacerme también la colonoscopía porque nunca me la había hecho. Tenía 55 años en ese entonces. Y cuando me estoy despertando de la sedación, escucho al médico hablando con otra persona y apuntándome una cita.

Me sacaron un tumor que tenía el tamaño de una pelota de golf.

Alejo García PintosActor

Pensé: ‘Estoy en el horno’. Y sí. Estaban pidiendo turno con un cirujano. Me dijeron que habían encontrado un tumor. Me operaron enseguida. Fue el 9 de febrero de 2022. No tuve que hacer quimio ni nada porque lo agarraron a tiempo. Después, el oncólogo me explicó que el tumor estaba a punto de traspasar las paredes del intestino. Y si eso iba a los ganglios, por mi edad, me llevaba en tres meses. Como suele decirse en el ambiente: ‘Fuerte el aplauso y al panteón de actores’. Por suerte estoy perfecto”, detalla.

Alejo sobrevivió y siente que está viviendo una nueva vida. Pero no sólo en esta oportunidad fue valiente y resiliente. En su infancia también tuvo que lidiar con varios frentes. Sus padres se separaron cuando él era muy chico. Se crió con la abuela Beba, todo un personaje: militante peronista, actriz de vocación y “muy exagerada”.

“Beba fue como mi segunda madre. Me enseñó a cocinar, a lavar, a planchar. De hecho, a los siete años -mi vieja laburaba todo el día como docente y mi abuela, en el Ministerio de Bienestar Social- yo estaba todo el día solo en casa. Me cocinaba mi bife ancho y me dejaban la ensalada cortada para que no usara mucho el cuchillo. Así que de chico aprendí a prender el fuego, a cerrar la puerta de casa y a irme caminando al colegio.”

Alejo, junto a Verónica Llinás, Anita Gutiérrez y Tomás Fonzi en Una navidad de mierda.

-¿Cómo te pega recordar ese momento de tu vida?

-Re bien. Obviamente, después de mucho tiempo de terapia y de análisis, hay carencias y sobreadaptación. No es muy normal que un chico de siete años se haga un bife. A la vez, yo era un poco el bicho raro en la escuela. Era el único que tenía los padres separados.

-No. De hecho, me sigo viendo con mis amigos de la primaria. Fui a la escuela N° 5 Coronel de Marina Tomás Espora de La Plata. A ver: yo la pasaba mal porque tenía a mis viejos separados. Esas cosas de carencias. Además, mi familia es una familia muy politizada por parte de madre y padre. Estábamos en plena Dictadura. Vivíamos situaciones complejas. Mi vieja era una militante peronista y escondía gente en casa por uno o dos días. Así que yo me despertaba y por ahí me cruzaba en el living con un desconocido.

-¿Y vos también amabas a Perón?

-Hasta ahí. En realidad, mis primeros años de conciencia política fueron con el radicalismo, con Alfonsín. Después pasaron los años y me hice peronista. Estaba en mi ADN. Ahora soy funcionario de Julio Alak, intendente de la ciudad de La Plata. Es un peronista al que yo admiro y respeto mucho, que me puso al mando del Podestá. Me encanta el cargo, me preparé, estudié e hice un posgrado en gestión cultural.

El tumor estaba a punto de traspasar las paredes del intestino. Si eso llegaba a ir a los ganglios, me llevaba en tres meses.

Alejo García PintosActor

-¿Por qué elegíste ser actor?

-Por un amigo que estaba tomando clases en el teatro La Lechuza, el más antiguo de La Plata. Un día me lo cruzo por el barrio y me dice: “Vos tendrías que venir a las clases de teatro porque siempre fuiste el gracioso y el payaso del grupo”. Y le hice caso. Arranqué a los 15 y no paré.

-¿Cuál es el personaje que más te gustó hacer en tu carrera?

-Claramente, el que más me marcó fue el de Pablo Díaz en La noche de los lápices. Tenía 19 años y fue lo que me abrió las puertas para lo que siguió. Imaginate: hacer un protagónico en cine, viajar por el mundo varias veces, haber sido nominado como mejor actor en Moscú en el año 1987 y perder con Anthony Hopkins… Eso no se olvida más. También, cenar con (Gabriel) García Márquez, conocer a Federico Fellini o viajar en combi con Ana Belén por Moscú mientras me cantaba. Aparte, la película se sigue proyectando todos los años para la primavera, en escuelas o en universidades.

-Y de lo televisivo, ¿qué es lo que más disfrutaste?

Rincón de luz, Floricienta, Casi ángeles. Creo que trabajé en todos los programas de Cris (Morena) y estuvo re bueno. Cris me dio mucho trabajo. Yo la admiro y respeto mucho. Es una creadora. Una persona muy adelantada, como Gustavo Yankelevich. Están cinco segundos adelante que el resto.

Alejo García Pintos dirige el teatro Municipal Coliseo  Podestá de La Plata. Foto: Victoria Gesualdi. Alejo García Pintos dirige el teatro Municipal Coliseo Podestá de La Plata. Foto: Victoria Gesualdi.

Y de los shows, ¿cuál te gustó?

-El de Casi ángeles, con Bartolomé, el malo que aún es furor. También me gustó mucho la versión de Chiquititas 2006, con Jorgelina Aruzzi y María Carámbula. Con María hacíamos un matrimonio de villanos que éramos como Los locos Adams. Nos divertíamos mucho.

-Sí, pero ya no se podría hacer. Todo lo que hice en Chiquititas, Floricienta y Casi ángeles sería cancelable. Porque decíamos barbaridades que en esa época todavía se toleraban. Se decían cosas bravas. Estos villanos, por supuesto, eran muy discriminadores y eso causaba gracia. Pero creo que ninguno de los personajes aplica al día de hoy. Y está muy bien.

-Hablemos de teatro, ¿cómo te llega la comedia que estás haciendo?

-Me llega por un llamado de Gustavo Yankelevich. Yo había hecho con él Los bonobos. Me dijo que le había gustado mucho mi trabajo ahí. Y bueno, cuando me dice que iba estar Verónica Llinás fue un sí, sin siquiera leer la obra. En el elenco también están Anita Gutiérrez y Tomás Fonzi, a quienes quiero muchísimo. Hay una linda química.

Cris (Morena) me dio mucho trabajo. Yo la admiro y respeto mucho.

Alejo García Pintos Actor

-¿Tuviste alguna “navidad de mierda”?

-Muchas. Yo creo que son más las navidades de mierda que uno pasa que las lindas. Porque ahí se junta lo que no se junta durante el año. En mi caso, afloraba el Estudiantes versus Gimnasia, Perón y Balbín, radicalismo, peronismo y las facturas entre mi mamá y mi tío.

-Volvamos a la política, ¿qué me dirías del presidente Milei?

-En principio, hay que respetarlo porque lo votó la mayoría de la gente. Y a la vez, hagámonos cargo de por qué tenemos este gobierno que tenemos. A mí me parece un horror, un espanto, también llega al poder en base a lo mal que hicieron las cosas los últimos gobiernos, tanto el peronismo como el Pro. Muy malos gobiernos. Y estoy convencido de que esto que estamos viviendo no es el comienzo de una nueva etapa, si no el fin de un ciclo. Para mí esto es tan bajo que más bajo no se puede caer.

-Hacés terapia hace años, pero ¿creés en algo más?

-Sí, también creo que en la biodecodificación, en la memoria celular, en el tarot y en la astrología. Fui religioso practicante. Tomé la primera comunión y cuando iba a tomar la confirmación dije que no. De más grande, empecé a sentir culpa por no ir a misa los domingos. Entonces salía de bailar a las cinco de la madrugada y esperaba despierto dos horas para ir a la misa de siete, que era en latín y que duraba 25 minutos. Al tiempo, por suerte, me pregunté: “¿Qué estoy haciendo?”

Alejo Garcia Pintos en la platea del Teatro Premier. Foto: Victoria Gesualdi.Alejo Garcia Pintos en la platea del Teatro Premier. Foto: Victoria Gesualdi.

-¿Quiénes te bajan a tierra?

-Mi compañera y mis hijos. A ellos los veo por lo menos una vez por mes o cuando yo muevo o cuando ellos deciden. Son muy buenos chicos.

-¿Qué te gustaría cambiar de vos?

-Mis hábitos alimenticios y mi rutina de trabajo con el cuerpo, que abandoné porque hace poco me sacaron la vesícula. Tomé como excusa eso para no ejercitar y engordé bastante.

-¿Algún sueño por cumplir?

-Lograr tanto por mi gestión como por mi tarea de actor que mejore la calidad de vida de los artistas por el horror que estamos viviendo con este gobierno que desfinancia la cultura. Enrique Pinti decía: “Pasan los gobiernos, los radicales, los peronistas y los militares y quedan los artistas”. El teatro siempre nos salva. Ojalá haya un poquito más.

-¿Creés que hay vida después de la muerte?

-Sí, yo creo que nuestros muertos están por acá. Abandonan un cuerpo, pero están.

-¿Podríamos decir que le ganaste al cáncer?

-Sí, no lo cuento mucho, pero en esta charla se dio. Y ahora soy muy rompepelotas con mi gente para que se hagan los chequeos a los 50, no a los 55.

-¿Y qué cambió en vos a partir de que tuviste la enfermedad?

El cáncer me cambió la mirada de muchas cosas. Fue volver un poquito al eje. Lo realmente importantes es la salud y el amor. Y a veces nos hacemos problema por pelotudeces.

-¿Tenés miedo de morirte después de haber tenido el tumor?

-No le tengo miedo a la muerte. Sé que me va a llegar cuando me tenga que llegar. Que me llegue con alegría y, si no, durmiendo, como les gustaría a todos, ¿no?