No se necesita ser experto en el tema fútbol para comprobar la diferencia abismal de jerarquía entre Leandro Paredes y el resto de los protagonistas que transitaron por el piso de la Bombonera en el empate de Boca con Unión de Santa Fe. Su actuación fue sólo de 30 minutos. Pero bastaron para dejar en claro que es cierta su calificación de campeón del mundo, por su prestancia, por su serenidad e intuición para colocar esos pases filtrados, ofensivos, para sus abrumados y desconcertados compañeros, que apenas pudieron torcer lo que se anunciaba como una nueva y tremenda reprobación de su público con un cabezazo de Lautaro Di Lollo, justamente conectando un centro de un tiro de esquina ejecutado por el propio Paredes. Esta es la síntesis.
Boca completó su noveno partido sin victorias en tres meses paupérrimos en rendimiento futbolero, y quedó a una frustración de distancia con la peor racha de su historia. Ya van dos años sin participación en la Copa Libertadores, en dos años sin títulos de ninguna índole y con un panorama que asoma sombrío. La llegada de Miguel Russo (la tercera) a la dirección técnica parece no haber cambiado nada en el rendimiento de un plantel (aun con renovaciones) anquilosado, previsible, cadencioso, e inexpresivo. Que el miércoles jugará una chance en Santiago del Estero ante Atlético Tucumán para apostar a la continuidad en la Copa Argentina, uno de los pocos caminos que quedan para acceder, eventualmente, a la Libertadores.
Entonces, la pregunta surge inevitable: ¿podrá Leandro Paredes (cuando este a punto física y futboleramente, ya que lleva pocos entrenamientos) provocar, con su calidad comprobada, el contagio necesario para cambiar esta situación asfixiante?
Lógicamente, es un desafío extremo. No podrá hacerlo solo. Por su ubicación y por su facultad de buen distribuidor necesitará que el técnico encuentre los compañeros que sepan interpretar su aporte. El no es un definidor ni un delantero desequilibrante que puede salvar situaciones por aventuras personales. Pero sí puede aportar su condiciones para el orden en el funcionamiento.
¿Boca tiene esos jugadores para acompañarlo? Hay algunos en muy bajo nivel, como el chileno Palacios, como Braida, como Alarcón, cómo Velasco (algo mejorado pero muy “blandito” en los choques, que costó 10 millones de dólares) y como el propio Edinson Cavani, en el crepúsculo de su carrera.
Russo no dio una explicación clara por la postergación de Milton Delgado, un chico de las Inferiores que se había transformado en el mejor (dentro de la medianía) en los tiempos de Fernando Gago como DT. No lo tuvo nunca en cuenta. Apenas jugó unos 5 minutos durante su gestión. Es cierto juega en el mismo puesto que Paredes. Pero bien podría ser el complemento, por su agilidad y su capacidad de quite, para respaldarlo y permitirle que se suelte unos metros más adelante.
Kevin Zenón es otro jugador a recuperar. Y está claro que el esforzado Miguel Merentiel precisa un socio, por adentro o por afuera. Todos son temas del entrenador, claro.
El liderazgo puede estar asegurado con Paredes. Es indispensable una transformación psicológica favorable. Armar una estructura que exponga su actitud de pertenencia. Con humildad, pero con carácter. Mayores y jóvenes. Con un vestuario unido y solidario. Muchas veces la camiseta de Boca empalaga y otras, abruma. Pero todos saben que detrás hay una historia enorme para respetar. ¿Paredes solo podrá salvarla? Necesita buena compañía…