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El Comité Olímpico Internacional inaugurará este lunes una nueva era cuando Kirsty Coventry tome la posta de Thomas Bach y se convierta oficialmente en la primera mujer y la primera persona africana en presidir el organismo en sus 130 años de historia. La ex nadadora zimbabuense, de 41 años y dos veces campeona olímpica, asumirá el cargo con más poder e influencia del mundo del deporte. Y desde ese lugar tendrá la responsabilidad de navegar unos de los momentos más desafiantes del movimiento olímpico en el último medio siglo.

Coventry -que será además la presidenta más joven del COI desde el barón Pierre de Coubertin, quien tenía 33 años cuando llegó a ese puesto- deberá enfrentar varios enromes retos, desde los relacionados con la incertidumbre geopolítica que vive el mundo hasta los que involucran el futuro de los Juegos y las cuestiones relacionadas con la igualdad e identidad de género, que hoy dividen aguas en el seno de su organización.

Donald Trump y Vladimir Putin serán los principales pesos pesados de la política mundial que pondrán a prueba la autoridad de Coventry.

Estados Unidos recibirá dentro de tres años los Juegos de la XXXIV Olimpiada, que deberían convocar en Los Ángeles a atletas de 209 naciones. Aunque un número creciente de los países de origen de esos deportistas está en riesgo de entrar a la lista de prohibición de visas por Trump, incluyendo el Zimbabue natal de la nueva presidenta.

“Independientemente de la política actual, Estados Unidos estará abierto y aceptará a los 209 países para los Juegos Olímpicos”, aseguró Casey Wasserman, líder del comité organizador. Sus palabras, igual, no aplacaron los temores por lo controversial e impredecible del estilo de conducción de Trump. Y porque ya en los últimos meses hubo casos de atletas que no pudieron entrar al país norteamericano para competir.

En febrero, el seleccionado masculino de básquetbol de Cuba se quedó sin chances de pelear por la clasificación a la AmeriCup 2025 porque la mayoría de sus jugadores no recibieron la visa para ingresar a Puerto Rico, uno de los estados libres asociado a Estados Unidos. Y hace algunas semanas, varias jugadoras del equipo senegalés femenino de ese mismo deporte tuvieron un problema similar cuando quisieron tramitar el permiso para ingresar al país para una gira de entrenamiento.

En marzo, tras ser elegida, Coventry aseguró: “Llevo tratando con, digamos, hombres difíciles en altos cargos desde que tenía 20 años. No vamos a flaquear en nuestros valores: solidaridad y garantizar que cada atleta que se clasifique tenga la posibilidad de asistir a los Juegos Olímpicos y estar seguro durante el evento”. Ahora tendrá el desafío de mantener su promesa.

Putin y su insistencia para que Rusia, excluido junto a su aliado Bielorrusa tras la invasión a Ucrania, sea reintegrada al movimiento olímpico serán la primera prueba de fuego para la zimbabuense.

El líder del Kremlin fue uno de los primeros en felicitar a Coventry tras su elección, destacando “su interés por la promoción real de los nobles ideales olímpicos”. La ex nadadora se declaró contraria a prohibir la participación de países en los Juegos y prometió crear otro grupo de trabajo para estudiar “algunos marcos orientativos” en lo que respecta a ese tema. Y aunque la vuelta completa al escenario internacional de los rusos y bielorrusos podría producirse en algún momento durante su mandato de ocho años al frente del COI; parece muy poco probable que ocurra antes del arranque de los Juegos de Invierno de Milán-Cortina, que se disputarán en febrero del próximo año.

Es que mientras continúe la ocupación rusa en Ucrania -y mientras cuatro consejos deportivos regionales del este de ese país sigan bajo control de la nación de Putin- no parece haber margen para que el COI levante su suspensión. Y todo parece indicar que la suerte de los atletas de esos dos países serán similar a las de sus compatriotas en París 2024: participación como deportistas independientes, bajo bandera neutral y sólo si no apoyaron la guerra.

Además de los retos que encarará de puertas para afuera, Coventry también tendrá algunos desafíos dentro del movimiento olímpicos. El más importante, el relacionado con la identidad de género.

La zimbabuense, ganadora de siete medallas olímpicas y ocho mundiales, siempre destaca la importancia de los valores olímpicos que incluyen la paridad de género, la inclusión e inspirar a los jóvenes a través del deporte. Pero también se pronunció a favor de la proteger al deporte femenino y a las atletas.

“Proteger la categoría femenina y el deporte femenino es primordial”, comentó en febrero, cuando todavía era Ministra de Deportes de su país. “Cada vez hay más investigaciones científicas. Está muy claro que las mujeres transexuales son más capaces en la categoría femenina y pueden quitar oportunidades que deberían ser iguales para las mujeres”.

En ese momento aseguró que su idea era crear un grupo de trabajo para abordar cuestiones de elegibilidad de género, después de la agitación en torno al boxeo femenino de París 2024, debido a las consagraciones de Imane Khelif y Lin Yu-ting. Y resaltó que hacía falta “un poco más de sensibilidad” cuando se trata de atletas con una condición de desarrollo sexual diferente, que fueron declaradas mujeres al nacer pero luego sufrieron una pubertad masculina.

El mayor reto en ese campo será generar un enfoque unificado entre todas las federaciones internacionales, que hoy tienen la potestad absoluta para determinar las reglas de participación de atletas transgénero y con diferencias en el desarrollo sexual (DSD) en sus competiciones. Esa falta de criterios universales fue criticada por crear confusión.

Otra cuestión clave para el primer año de mandato de Coventry será la elección de la sede de los Juegos de 2036, la primera que se realizará desde que se añadieron a la Carta Olímpica compromisos en materia de derechos humanos y la posibilidad de que los anfitriones sean varias ciudades, regiones o incluso países.

La victoria de la zimbabuense fue vista ampliamente como positiva para las ambiciones de India de albergar esos Juegos. Nita Ambani, la filántropa esposa del industrial Mukesh Ambani, ha sido miembro del COI desde 2016 y ayudó a promover la candidatura olímpica de India en París el año pasado. Ella y Coventry tienen una relación cercana, aunque a flamante presidenta aseguró: “Necesito poder mantenerme neutral”.

Qatar se presentó como candidato por cuarta vez. Arabia Saudita, Indonesia y Turquía también están interesados. Una candidatura regional de Oriente Medio podría ser una solución política y logística. Habrá que ver si Coventry continúa con el legado de Bach de permitir que los postulantes bien conectados inicie negociaciones exclusivas para un voto de aprobación por parte de los miembros del COI.

También será un desafío especial encontrar la manera de asegurar el futuro del movimiento olímpico.

Por un lado, mantener el interés de sus patrocinadores -de 15 para la cita de París, que le generaron al COI una ganancia de 1.600 millones de dólares en efectivo y servicios, once renovaron la sociedad con el Comité- y conseguir nuevos sponsors para unos Juegos a los históricamente les costó seguir la rápida evolución de los medios de comunicación y entretenimiento. Y por otro, sostener la vigencia del evento especialmente entre las nuevas generaciones de espectadores, un punto para el que -según varios expertos- podría ser importancia la incorporación de los e-sports.

Con un nuevo estilo de liderazgo, que promete darle más participación y peso a los 109 miembros COI en la toma de decisiones del organismo, Coventry inaugurará este lunes la nueva era del olimpismo. Y tendrá que poner enseguida manos a la obra porque tendrá por delante muchos y muy grandes desafíos.

Con información de agencias.