Hija de médica condenada denuncia “justicia selectiva” tras el juicio del Neonatal en Córdoba

Hija de médica condenada denuncia “justicia selectiva” tras el juicio del Neonatal en Córdoba


La sentencia del juicio por las muertes de bebés en el Hospital Neonatal desató una fuerte controversia tras la condena a Brenda Agüero y la absolución de Diego Cardozo, el ministro de Salud provincial al momento de los hechos. Rocío García Moralez, médica e hija de Adriana Moralez, una de las profesionales condenadas por encubrimiento en el caso que conmocionó al país, denunció que “la justicia no es para todos” en Córdoba.

El pasado 18 de junio, el jurado mixto compuesto por ocho ciudadanos y dos jueces condenó a prisión perpetua a la enfermera Brenda Agüero por el asesinato de cinco bebés y el intento de homicidio de otros ocho recién nacidos. Sin embargo, la distribución de responsabilidades entre los funcionarios y profesionales imputados generó fuertes cuestionamientos.

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Adriana Luisa Moralez, médica neonatóloga y coordinadora del Comité de Seguridad del Paciente al momento de los hechos, recibió una condena de cinco años de prisión y cuatro años de inhabilitación especial. Fue declarada coautora penalmente responsable de encubrimiento por favorecimiento real y por omisión de denuncia, ambos doblemente calificados.

En contraste, Diego Cardozo, exministro de Salud de Córdoba, fue absuelto del delito de encubrimiento doblemente calificado, decisión que provocó la indignación de varias madres víctimas por los asesinatos de bebés y también por la familia de la médica condenada.

“Una justicia que no es para todos”

En su publicación, Rochi García Moralez manifestó su indignación por lo que considera una aplicación desigual de la justicia: “Se confirma lo que muchos temíamos desde el inicio: que la justicia cordobesa no es ciega, ni imparcial, ni equitativa. Que es, en cambio, una maquinaria selectiva, presionada por intereses, influencias políticas y mediáticas”.

La médica denunció que su madre, “una trabajadora del hospital sin cargo de conducción, sin responsabilidades estructurales”, fue “juzgada y sentenciada al mismo nivel -o incluso con mayor severidad- que quienes sí tenían poder de decisión”.

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Sobre la absolución del exministro Cardozo, García Moralez expresó: “Fue puesta en la misma línea que directivos e incluso con una carga mayor que la del mismísimo ministro de Salud, quien fue absuelto, libre de culpa y sin consecuencias, como si nada hubiera ocurrido bajo su jurisdicción”.

Críticas al proceso judicial

García Moralez cuestionó duramente el desarrollo del juicio, que duró seis meses: “El jurado popular, supuestamente el órgano democratizador del proceso, fue visiblemente condicionado por los jueces técnicos. La imparcialidad fue una ilusión”.

La médica denunció que “la sentencia ya estaba escrita desde antes del debate, desde los titulares de los diarios, desde las entrevistas filtradas y desde las voces hegemónicas que construyen sentido en esta provincia”.

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Sobre el impacto en su madre, García Moralez expresó: “Hoy la condenan no solo con una sentencia, sino con una mancha pública construida sobre falsedades, mientras que los verdaderos responsables salen indemnes”.

El caso del Hospital Neonatal de Córdoba, sin precedentes en la historia argentina, deja una estela de controversias sobre la aplicación de la justicia y la distribución de responsabilidades en una tragedia que costó la vida de cinco bebés y marcó profundamente a las familias involucradas y al sistema de salud provincial.

El rol de Moralez en el caso

Durante el juicio, Adriana Moralez había declarado en enero pasado como una de las imputadas, pero su testimonio pareció más el de una testigo clave que el de una acusada. “No tengo dudas de que hubo una mano asesina. Necesito saber quién mató a esos niños”, había afirmado en esa oportunidad.

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La médica, que trabajaba en el hospital desde 1998, cumplía funciones en el comité de seguridad del paciente y no tenía tareas asistenciales directas. Según su propio relato, su labor consistía en “análisis retrospectivo con documentos e informes de enfermería y relatos de los médicos cuando ocurría una muerte”.

En octubre de 2024, en una entrevista con El Doce, Moralez había defendido su actuación: “De cada evento que me enteraba, había una acción desde lo personal. Pedí que investigaran qué estaba pasando porque yo hasta ahí llegué… no sabía qué estaba pasando”.

El texto completo de la publicación de García Moralez:

“La sentencia del Neonatal: una justicia que no es para todos

Han pasado meses desde que comenzó el juicio por los trágicos hechos ocurridos en el Hospital Neonatal de Córdoba, y hoy, con la sentencia dictada, se confirma lo que muchos temíamos desde el inicio: que la justicia cordobesa no es ciega, ni imparcial, ni equitativa. Que es, en cambio, una maquinaria selectiva, presionada por intereses, influencias políticas y mediáticas, y que castiga con severidad a quienes menos poder tienen, mientras absuelve o suaviza el camino de quienes forman parte de las estructuras de poder que gobiernan esta provincia desde hace décadas.

Desde aquel agosto de 2022, la sociedad fue testigo de un espectáculo que se gestó con el impulso del fiscal Garzón y el eco amplificador de los principales medios de comunicación. Se construyó rápidamente

Se construyó rápidamente una narrativa, se señalaron culpables antes de los peritajes, antes de los alegatos, antes de cualquier proceso real de investigación. El juicio, que duró seis meses, comenzó como un circo mediático y terminó igual: con un fallo que responde más al peso de los prejuicios instalados que a la verdad probada.

Entre los imputados y señalados está mi mamá, una trabajadora del hospital sin cargo de conducción, sin responsabilidades estructurales, que sin embargo fue juzgada y sentenciada al mismo nivel -o incluso con mayor severidad- que quienes sí tenían poder de decisión, capacidad de gestión y vínculos directos con el gobierno provincial.

Fue puesta en la misma línea que directivos e incluso con una carga mayor que la del mismísimo ministro de Salud, quien fue absuelto, libre de culpa y sin consecuencias, como si nada hubiera ocurrido bajo su jurisdicción.

Lo que vimos no fue justicia, sino un ritual de impunidad selectiva. El jurado popular, supuestamente el órgano democratizador del proceso, fue visiblemente condicionado por los jueces técnicos. La imparcialidad fue una ilusión. La sentencia ya estaba escrita desde antes del debate, desde los titulares de los diarios, desde las entrevistas filtradas y desde las voces hegemónicas que construyen sentido en esta provincia.

La Córdoba que gobierna desde hace años con mano firme -y por momentos autoritaria- mostró una vez más que sus estructuras se protegen entre sí. Que cuando hay crisis, alguien tiene que pagar, pero nunca son ellos.

Siempre es el “resto”, los de abajo, los que no tienen padrinos ni espaldas políticas. A esos se los expone, se los juzga con dureza, se los condena con rapidez. Lo demás… lo demás se acomoda, se negocia, se archiva.

Este fallo no solo duele por lo injusto, sino por lo desmoralizante: porque confirma que en Córdoba la justicia sigue siendo para pocos, que los poderosos salen ilesos, y que la verdad, la verdadera verdad, quedó enterrada bajo toneladas de espectáculo, titulares tendenciosos y decisiones políticas encubiertas de legalidad.

La historia no termina acá. Lo que sí terminó, para muchos, es la confianza en una justicia que ha demostrado estar más comprometida con los intereses del poder que con la reparación real de los hechos y el bienestar de la sociedad.

Y en medio de todo esto, está mi mamá. Una mujer que no solo fue inocente, sino que jamás omitió, ni encubrió, ni calló. Que no tenía un cargo jerárquico, que no decidía, pero que fue juzgada como si lo hubiera hecho. Y que hoy, con el corazón roto, enfrenta una sentencia que no le pertenece.

El contraste es tan brutal como injusto: la misma persona que hoy es cuestionada por los diarios fue, en sus comienzos, destacada en esas mismas páginas como una joven médica de apenas 30 años que dedicaba su vida entera a la neonatología. Y así lo hizo durante más de tres décadas, con entrega, con pasión, con humanidad.

Hoy la condenan no solo con una sentencia, sino con una mancha pública construida sobre falsedades, mientras que los verdaderos responsables salen indemnes. Y eso duele. Porque esta no fue justicia. Fue un castigo selectivo. Y el costo emocional, humano y ético lo pagamos los sin poder”.

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Foto en texto de Adriana Moralez: gentileza El Doce.