El historiador británico Séan F. Scullion rescata del olvido a la Spanish Company, “más de 1.200 republicanos españoles, muchos de ellos anarquistas, que participaron a las órdenes de Winston Churchill en el Ejército británico”, sepultados bajo el olvido por España y el Reino Unido durante mucho tiempo.
En una entrevista, Scullion, historiador y militar de carrera, aclara que “ninguno de ellos estuvo vinculado con las Brigadas Internacionales”, unidades militares de voluntarios extranjeros que en la Guerra Civil española (1936-1939) combatieron por la República, sino que al término de esta se fueron a Francia y decidieron luchar por la libertad, contra el nazismo.
Scullion, que habla un perfecto español, lamenta que la popularidad de la Novena, la división de los republicanos españoles que participó en la liberación de París con el francés general Leclerc, haya opacado el valor de los soldados españoles de Churchill, que “entre 1939 y 1945 estuvieron en Dunkerque, Normandía, Alemania, Italia, Francia, Creta, Oriente Medio, el norte de África”.
“Es importante hablar de estos hombres, porque de lo contrario vamos a perderles de la memoria“, señala Scullion, quien durante nueve años consultó archivos y entrevistó a más de 90 familias angloespañolas descendientes de aquellos 1.200 republicanos.
El patrón de su implicancia suele ser similar en todos: “Se exilian en 1939, pasan por los campos de internamiento en Francia y el norte de África, muchos se alistan en el Ejército francés, en compañías de trabajo de extranjeros, en regimientos de voluntarios, pero con la caída de Francia a manos nazis en 1940, muchos deciden seguir luchando y se alistan como voluntarios en el Ejército británico“.
Scullion acaba de publicar en España Españoles contra el nazismo, donde, fruto de su investigación, incluye la lista de todos estos alistados en el Ejército británico, con su número de regimiento, lugar de alistamiento, unidad, entrada en servicio y baja. Medio millar decidieron quedarse en las islas británicas.
El último de aquellos republicanos, recuerda el autor, murió hace poco con 103 años, pero “la mayoría fallecieron en los años 90”.
Otro sentimiento común, según pudo recoger Scullion, es que “todos experimentaron bastante desilusión después de 1945 al ver que Gran Bretaña y los aliados no expulsaron a Franco del poder”, como atestiguan fotografías del archivo de uno de ellos, Agustín Roa Ventura, con manifestaciones en Trafalgar Square en los años 1960.
Poco antes de la muerte del dictador Francisco Franco, en octubre de 1975, miembros de la Asociación de Excombatientes Españoles se reunieron en Whitehall (Londres) para depositar una corona en el Cenotafio, el monumento a los caídos, entre ellos, Luis Portillo, el padre del que luego fue ministro británico Michael Portillo.
Según desarrolla la investigación del autor, la participación española en el ejército británico comenzó en 1940 con la Primera Compañía Española, y continuó con los comandos dentro de la Dirección de Operaciones Especiales (SOE, en su sigla en inglés), que fue una parte de los servicios secretos británicos que iban a ser insertados en la península ibérica en caso de invasión alemana.
Otros estuvieron en los llamados ‘sconces’, se alistaron desde Gibraltar o se sumaron a las tropas británicas en Oriente Medio, y más de 700 se unieron como zapadores al ejército británico, comenzando en el norte de África para continuar en Italia o en la batalla de las Ardenas.
“Su protagonismo abarca toda la geografía, lucharon en el norte de África, en Creta, estuvieron en la invasión de Italia, en el desembarco de Normandía y algunos hasta llegaron a Berlín en julio de 1945, e incluso tras el final de la guerra dos españoles del SAS (Servicio Aéreo Especial) fueron enviados a Noruega para desarmar a los alemanes que estaban allí”, relata Scullion.